Las brechas y rezagos sociales que sufren hoy los países de América Latina y el Caribe tienen un impacto negativo en la productividad, la fiscalidad, la sostenibilidad ambiental y la mayor o menor penetración de la sociedad del conocimiento. Dicho de otra manera, la desigualdad es ineficiente, es un obstáculo al crecimiento, el desarrollo y la sostenibilidad, señala la CEPAL en un nuevo documento institucional que dará a conocer durante su trigésimo séptimo período de sesiones.
El estudio titulado La ineficiencia de la desigualdad enfatiza que las políticas en favor de la igualdad no solo producen efectos positivos en términos de bienestar social, sino que también contribuyen a generar un sistema económico más favorable para el aprendizaje, la innovación, el aumento de la productividad y la protección ambiental.
En el documento, que será presentado oficialmente a los países miembros y asociados de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) en el marco de su reunión bienal más importante -que se desarrollará en La Habana, Cuba, del 7 al 11 de mayo- el organismo insiste en que es necesario avanzar hacia un nuevo estilo de desarrollo que permita alcanzar un círculo virtuoso entre crecimiento, igualdad y sostenibilidad para las generaciones presentes y futuras, sin dejar a nadie atrás, tal como lo promueve la Agenda 2030 y sus Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), aprobados por las Naciones Unidas en 2015.
Desde 2010 la CEPAL ha posicionado a la igualdad como un valor fundamental y un principio ético irreductible basado en un enfoque de derechos, poniéndola al centro del desarrollo, en sincronía con la creciente relevancia del tema en las demandas ciudadanas y el debate de políticas. Así lo demuestran los documentos institucionales presentados en las cuatro reuniones anteriores: La hora de la igualdad: brechas por cerrar, caminos por abrir (2010), Cambio estructural para la igualdad: una visión integrada del desarrollo (2012), Pactos para la igualdad: hacia un futuro sostenible (2014) y Horizontes 2030: la igualdad en el centro del desarrollo sostenible (2016).
Ahora, con La ineficiencia de la desigualdad, la comisión regional de las Naciones Unidas reafirma que la región necesita apostar por un gran impulso ambiental como eje estratégico de la política industrial y tecnológica, la creación de bienes y servicios públicos, la transición hacia territorios y ciudades menos segregadas, el avance hacia la economía digital y el cambio en la matriz energética.
“La economía política de sociedades altamente desiguales y la cultura del privilegio son obstáculos para avanzar en un desarrollo con igualdad. La región ha heredado los vestigios coloniales de una cultura del privilegio que naturaliza las jerarquías sociales y las enormes asimetrías de acceso a los frutos del progreso, la deliberación política y los activos productivos. Debemos consolidar una cultura de igualdad de derechos que está en las antípodas de la cultura del privilegio”, señala Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, en el prólogo del documento.
La igualdad, la productividad y la democracia son bienes complementarios estratégicos (y no substitutos), más aún en un mundo bajo fuertes tensiones económicas, políticas y ambientales, como el actual, recalca la alta funcionaria de las Naciones Unidas.
El documento indica que la igualdad es eficiente porque genera instituciones inclusivas y una cultura que premia la innovación y el esfuerzo, y no la clase social, la etnia, el género ni las conexiones políticas de los actores económicos. Además, permite el acceso a las capacidades y oportunidades en las mismas condiciones, en un contexto de revolución tecnológica; fortalece las democracias, que son las que proveen más de los bienes públicos y externalidades positivas que demandan el cambio técnico, la estabilidad económica y política, y el cuidado del medio ambiente; y, en la economía global, ayuda a la expansión de la demanda agregada y reduce la intensidad de los conflictos internos y externos al promover el desarrollo.
En su estudio, la CEPAL presenta cifras e indicadores para mostrar el actual contexto internacional, caracterizado por la desigualdad, la revolución tecnológica, la vulnerabilidad externa, un empleo debilitado e inestabilidad económica producto de un exceso de financiarización.
Por ejemplo, indica que América Latina y el Caribe es la región más desigual del mundo, con un coeficiente de Gini promedio de 0,5 comparado con 0,45 de África Subsahariana, 0,4 de Asia Oriental y el Pacífico, y 0,3 para los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Además, se estima que la evasión tributaria en la región alcanza al 6,7% de su producto interno bruto (PIB) solo en términos del impuesto a la renta y el impuesto al valor agregado, mientras que en el área social las brechas en el acceso a la educación, el alto porcentaje de maternidad adolescente y la discriminación por condición étnico-racial, continúan perpetuando las desigualdades.
También existen marcados desequilibrios territoriales entre los distintos niveles socioeconómicos en aspectos como la esperanza de vida, la mortalidad infantil, la tasa de analfabetismo y el acceso a agua al interior de las viviendas, por mencionar algunos. A eso se suma un modelo económico basado en la extracción de recursos naturales, una reducida inversión en infraestructura y de baja calidad, brechas en la obtención de saneamiento, electricidad, internet, así como altos costos por causa de los efectos destructivos de los eventos climatológicos extremos derivados del cambio climático.
Por eso la CEPAL reafirma que la tarea que tiene la región es avanzar hacia el desarrollo sostenible en sus tres dimensiones: social, económica y ambiental. Para ello es necesario recuperar la inversión e insertar a la región plenamente en la cuarta revolución industrial, teniendo como eje la descarbonización y el desacople entre crecimiento e impacto ambiental. “Avanzar hacia este nuevo estilo de desarrollo requiere el concurso de la macroeconomía para el desarrollo, las políticas sociales que fortalecen la igualdad y las capacidades, y la política industrial y tecnológica en torno al gran impulso ambiental”, señala el organismo.
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