Descripción
ResumenEntre Haití y la República Dominicana existe una importante y compleja dinámica migratoria que requiere una perspectiva multidimensional de análisis para su comprensión. La multiplicidad de actores involucrados, diversidad de modalidades migratorias, amplitud de problemáticas asociadas al proceso migratorio, la amplia tradición e historia de relaciones entre ambos países, entre otros aspectos, plantean dificultades en la medición y análisis del proceso migratorio.Afortunadamente, en los últimos años se han logrado avances en la República Dominica en la producción de información respecto a los flujos migratorios, así como su vinculación con otras problemáticas sociales y demográficas, como es el caso de la relacionada con la salud reproductiva y sexual que presentamos en este trabajo. Este avance es importante pues el contexto de la isla de La Española es especialmente delicado en relación al VIH/SIDA, considerando que las condiciones en las que transcurre la migración, al igual que los contextos sociales de los lugares de origen, tránsito y destino, colocan a las poblaciones binacionales en situaciones de vulnerabilidad en cuanto a su salud sexual y reproductiva, y en particular frente a esta enfermedad.Sin embargo, este proceso es dificultado por las tensiones del debate en torno a la inmigración haitiana en la República Dominicana. A diferencia de la situación en otras regiones fronterizas (Colombia-Ecuador, México-Guatemala, entre otras), en el caso de Haití-República Dominicana la dinámica migratoria no se restringe a una cuestión fronteriza o a una región particular. Por el contrario, la inmigración haitiana está dispersa en varias regiones y departamentos de la República Dominicana, lo que provoca que las problemáticas específicas de la zona fronteriza se diluyan en el contexto más amplio de la numerosa migración haitiana repartida por todo el país.Las fuentes disponibles y las características sociodemográficas de la migración haitiana en la República Dominicana muestran que los haitianos aportan casi dos tercios de la inmigración al país. Además conforman un grupo altamente vulnerable, tanto social, económica como laboralmente. Se trata, en general, de una migración masculina con muy bajos niveles de escolaridad, situación que es aun más grave en el caso de las mujeres migrantes. Estos inmigrantes se insertan en ocupaciones de menor calificación: los hombres en actividades agrícolas y de la construcción, mientras que las mujeres en el comercio y el servicio doméstico.Ante estas problemáticas, las organizaciones de la sociedad civil y las iglesias juegan un papel muy destacado en cuanto al apoyo a los migrantes y de incidencia política de cara a los gobiernos de turno en la República Dominicana. Esta importancia crece ante la vulnerabilidad de las mujeres migrantes frente a problemas de salud y falta de acceso a los servicios requeridos, y porque la aplicación de la legislación en materia de trata ha sido tímida.Hay avances en el desarrollo de una legislación que enfoque los problemas de la migración desde una perspectiva de género, pero es evidente en este caso que su definición de la problemática migratoria y de las medidas a adoptar, se centra principalmente en las condiciones de sus nacionales en el exterior.Por ello, la atención que reciba la población femenina inmigrante haitiana en su zona fronteriza será forzosamente deficiente. En el caso del gobierno de Haití, a pesar de contar con una gran cantidad de sus nacionales en el extranjero, su débil institucionalidad y lo acuciante de sus problemas internos hace que los recursos disponibles sean mínimos para la aplicación de políticas de apoyo a las mujeres en la zona fronteriza con la República Dominicana y a sus nacionales en ese país.