Descripción
La pandemia de COVID-19 es un desastre en que se combinan una amenaza biológica con diversas vulnerabilidades, como la capacidad organizacional y de respuesta de los sistemas sanitarios, la sobrepoblación, la informalidad, las prácticas sociales de trabajo y el transporte público.
Las repercusiones humanas y económicas de la pandemia no tienen precedentes. Según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), para noviembre de 2020 el COVID-19 había ocasionado un número de muertes más de 18 veces superior al de todas las epidemias ocurridas en América Latina y el Caribe entre 1970 y 2019. Por primera vez desde que se llevan registros, las economías de todos los países de la región han experimentado una contracción simultánea, destruyendo empleos y profundizando la pobreza y la desigualdad. La pandemia de COVID-19 ha sacado a luz las deficiencias y las limitaciones del patrón de desarrollo actual en todo el mundo, pero particularmente en América Latina y el Caribe.
La pandemia ha llegado en un momento en que se ha generalizado un modelo de desarrollo que presenta graves fallas estructurales, caracterizado por una creciente desigualdad, elevados niveles de informalidad laboral, debilidad y fragmentación de las instituciones —en particular las que se relacionan con la protección social— y estructuras comerciales y de producción con limitadas capacidades tecnológicas y concentradas en sectores que dependen de ventajas comparativas estáticas, como los recursos naturales y los salarios bajos.
Los gobiernos han adoptado medidas en los planos sanitario, social y económico para atender la emergencia y mitigar los impactos de la crisis sobre los más vulnerables. Si se tiene en cuenta su reducida capacidad de maniobra fiscal, la mayoría de los países de la región han realizado esfuerzos sobresalientes. Con todo, además de las medidas de ayuda a corto plazo, es necesario solucionar los problemas estructurales. Lejos de retomar el modelo de desarrollo anterior, el objetivo debe ser avanzar hacia uno nuevo. Una vez haya pasado la emergencia, se necesita renovar el compromiso de avanzar hacia la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, cuyos principios fundamentales —a saber, la necesidad de adoptar un modelo de desarrollo sostenible y la interdependencia de sus dimensiones social, ambiental y económica— son cada vez más importantes.