Descripción
Presentación En América Latina y el Caribe el concepto de cohesión social surge ante la necesidad de encarar pertinaces problemas que, pese a algunos avances logrados en los últimos años, aún perduran: altos índices de pobreza e indigencia; la extrema desigualdad que nos caracteriza; diversas formas de discriminación y de exclusión social que se remonta a un lejano pasado. Los actores que bien podrían estar llamados a construir espacios de interacción positiva no cuentan con una comunidad de principios de cooperación y de comunicación. Si bien las razones de los desencuentros suelen ser múltiples, destaca entre ellas el endeble asidero material de la cohesión social, aunque ciertamente el problema trasciende la mera satisfacción de necesidades materiales. Lo anterior permite comprender la relevancia de políticas que apuntalen una cohesión social basada en valores democráticos. Más allá de su indudable relevancia ética en razón de la equidad, esta también es relevante para determinar la solidez del Estado de derecho, del orden social democrático y de la gobernabilidad. Sin embargo, el uso del concepto dista de ser riguroso: más bien, es un objetivo u horizonte político que se asocia indistintamente con diversos y abigarrados aspectos del desarrollo social que, según se afirma, contribuyen a su logro o lo obstaculizan. Desde comienzos de los años noventa, la CEPAL ha venido estructurando una visión del desarrollo adecuado a un mundo globalizado de economías abiertas. Se trata de propiciar sinergias positivas entre crecimiento económico y equidad social en el contexto de la modernización productiva. Asimismo, se otorga especial importancia a los objetivos de aumentar la competitividad, velar por los equilibrios macroeconómicos y fortalecer una democracia política participativa e inclusiva. En este contexto, la reflexión que plasma ahora la CEPAL en este libro representa un intento por dar a la cohesión social un mayor perfil, identidad y profundidad, que le permitan llegar a ser un faro importante de las políticas públicas. Con tal fin se exploran algunas dimensiones de la cohesión social para intervenir en las cuales se requieren recursos y voluntad política capaces de reducir las brechas en materia de exclusión y crear un sentido de pertenencia de los individuos a la sociedad, fundado en el goce efectivo de ciudadanía y en una ética democrática. Se parte de la idea de que en la agenda de cohesión social para la región se deberá considerar tanto los márgenes como las restricciones existentes en los ámbitos económico, político e institucional que inciden en su viabilidad. Analizar las causas subyacentes de su ausencia es también indispensable, al menos por dos motivos: para diseñar y poner en práctica políticas afines, y para avanzar en la consolidación de acuerdos en torno a su logro. La CEPAL presenta argumentos a favor de la necesidad de sellar un contrato de cohesión social en los países de la región, acorde con las singularidades de cada país. En el capítudo I se define el concepto, tomando en consideración la necesidad de encarar la ambigüedad que lo caracteriza. Concretamente, la cohesión social se refiere no solo a los mecanismos instituidos de inclusión y exclusión en la sociedadA2C sino también a cómo estos influyen y moldean las percepciones y conductas de los individuos ante una sociedad o comunidad en particular. Una vez definido el concepto, someramente se relacionan los obstáculos para su logro con alganas características significativas de la etapa actual de desarrollo que atraviesa la región de América Latina y el Caribe y, por último, se reflexiona sobre la temática en el marco de los derechos ciudadanos. En el capítulo II se sintetizan algunos antecedentes y rasgos del sistema de indicadores de cohesión social utilizado por la Unión Europea, y se plantean ideas muy iniciales sobre los desafíos que encara América Latina y el Caribe en este ámbito. Esto con la idea de que un sistema de indicadores permitiría aplicar estándares mínimos de cohesión social, dimensionar situaciones de discriminación y exclusión, y dar cuenta del avance y la eficacia de las políticas públicas en este campo. Hay tendencias contradictorias que signan la difusión del bienestar social en la región, despertando interrogantes sobre la cohesión social. Por ello, en el capítulo III se identifican y analizan las características socioeconómicas de los países que inciden más directamente en cómo las personas perciben sus posibilidades de gozar de bienestar y que, por lo tanto, contribuyen a conformar actitudes y comportamientos que facilitan o dificultan el logro de consensos sociales. Esta perspectiva permite concentrarse en un número limitado de aspectos y procesos. Específicamente, se consideran algunos factores estructurales u objetivos" -entre otros, la pobreza y la desigualdad en la distribución del ingreso-, cuya relativa permanencia en el tiempo podría contribuir a la sensación de inseguridad económica que revelan los encuestados en sondeos de opinión. Debido a la definición de cohesión social adoptada, es importante captar valoraciones y percepciones de los individuos sobre el grado de solidaridad que la sociedad les brinda y, a su vez, sobre cómo definen su solidaridad con respecto de los otros. El método demoscópico aplicado en el capítulo IV permite considerar percepciones, valoraciones y actitudes de los individuos relativas a la dinámica de los principales mecanismos de inclusión y de exclusión social en la región y que, en último término, pueden conducir a comportamientos que favorecen o dificultan el logro de acuerdos sociales. A partir de las políticas públicas es más difícil actuar sobre los factores subjetivos de la cohesión social. Por lo tanto, la acción en este campo suele ser más indirecta. En vista de que el desempeño económico y la distribución de los frutos del desarrollo gravitan decisivamente en el bienestar de las personas, las políticas que inciden en las condiciones objetivas más claramente relacionadas con el bienestar y la calidad de vida de la gente pueden ser más activas. En el capítulo V se considera tres ámbitos de políticas para tal agenda, interrelacionados entre sí: la ampliación de las oportunidades productivas, el fomento del desarrollo de capacidades personales y la conformación de redes más inclusivas de protección ante vulnerabilidades y riesgos. En el capítulo final se describe un contrato de cohesión social, que permitiría sellar el acuerdo y el compromiso político en torno a ese objetivo y disponer de los recursos económicos, políticos e institucionales que lo hagan viable. Como se sabe, no es esta la primera oportunidad en que la CEPAL propone establecer pactos sociales en la región. Como ejemplos de propuestas de la Comisión destacan el pacto fiscal y el pacto de protección social, que fueron desarrollados precisamente tomando en consideración la envergadura de la tarea y la necesidad de que se sustenten a largo plazo. Al respecto, la CEPAL está consciente de que un uso reiterado o excesivo de la idea de pacto puede desgastar su valor apelativo, pero se considera fructífero e innovador plantear un contrato que ayude a comprender el papel y los deberes del Estado y de los miembros de la sociedad respecto del logro de una cohesión social democrática y que permita convocar al cumplimiento de tales deberes. En el capítulo VI se precisa el uso cabal de la expresión "contrato de cohesión social", se explicitan sus potenciales alcances y se plantean algunas ideas sobre su financiamiento en el horizonte político delineado en el libro como un todo. José Luis Machinea Secretario Ejecutivo Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL)"