Discurso
INTERVENCIÓN DE JOSÉ LUIS MACHINEA, SECRETARIO EJECUTIVO
DE LA COMISION ECONÓMICA PARA AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE
EN LA INAUGURACIÓN DE LA SESIÓN SOBRE DESARROLLO
SOSTENIBLE DE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE
DEL PERÍODO DE SESIONES DE CEPAL
Miércoles 30 de junio de 2004
Para la CEPAL es un honor realizar esta sesión, que se celebra por primera vez en del marco del Trigésimo Período de sesiones de la Comisión. Durante sus más de cincuenta años de vida, nuestra principal preocupación ha sido contribuir al desarrollo económico y social de la región. A partir de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Humano, celebrada en Estocolmo en 1972, y muy especialmente desde la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, realizada en Rio de Janeiro en 1992, a estas dos dimensiones -la económica y social-, que constituían nuestro principal objetivo de trabajo, se ha sumado la dimensión ambiental. La integración de estas tres dimensiones del desarrollo -la económica, la social y la ambiental- constituye la base del concepto de desarrollo sostenible.
En la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible, celebrada en Johannesburgo en 2002, se evaluaron los avances y retrocesos en materia de sostenibilidad. En esta oportunidad, los países de América Latina y el Caribe reconocieron que en la década transcurrida desde la Conferencia sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (que también se conoce como “Cumbre de la Tierra”) se han logrado avances significativos en la incorporación de los principios de sostenibilidad en el desarrollo institucional de los países y en la construcción gradual, aunque todavía insuficiente, de una institucionalidad internacional adecuada.
Asimismo, los temas relacionados con el desarrollo sostenible se han integrado a otros ámbitos multilaterales, como queda en evidencia en la Declaración del Milenio y en el Consenso de Monterrey adoptado en la Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo. Sin embargo, las consecuencias prácticas de estos avances han sido limitadas y persisten, por lo tanto, inmensos y crecientes desafíos.
La CEPAL acompañó el proceso de Johannesburgo conjuntamente con otras instituciones de las Naciones Unidas. Concretamente, colaboró en la organización de este proceso y apoyó a los países en la formulación de la Plataforma de Acción de Rio de Janeiro y de la Iniciativa Latinoamericana y Caribeña para el Desarrollo Sostenible, que fue aprobada finalmente en la Cumbre de Johannesburgo.
En esa Cumbre se adoptó el Plan de Aplicación, en la que se fijan metas y plazos de cumplimiento, y que dio lugar a cambios en los mecanismos institucionales para el seguimiento del desarrollo sostenible tanto a nivel global como regional. A nivel global, la Cumbre de Johannesburgo también cambió la forma de trabajo de la Comisión sobre el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas con la introducción de los “ciclos de aplicación” bienales, que incluyen un “período de sesiones de examen” de la situación y un “período de sesiones de formulación de políticas”, y definió una agenda temática hasta el 2008.
En el primer ciclo se analizaron los temas de agua, saneamiento y asentamientos humanos.
En el segundo se analizarán los temas de energía y cambio climático, incluidos los avances respecto del Protocolo de Kyoto. En el tercero se analizarán los temas relacionados con la agricultura, que incluyen además el importante tema de la biodiversidad y la biotecnología.
A nivel regional las cinco comisiones regionales acataron el mandato a partir de la realización de foros regionales sobre implementación. En lo que atañe a CEPAL, se le asignó la tarea de organizar todos los años un encuentro regional para construir posiciones regionales respecto de los temas incluidos en cada ciclo acordados por la Comisión sobre el Desarrollo Sostenible y para profundizar los vínculos con el Consenso de Monterrey y los Objetivos de desarrollo del Milenio.
Esto se dio sobre la base del reconocimiento de que la perspectiva regional, tanto de la situación como de las medidas adoptadas, establecen un puente entre las realidades nacionales y las prioridades mundiales y, a la vez, toma en consideración preocupaciones comunes e intereses compartidos asociados con la proximidad geográfica, la relativa homogeneidad y la historia compartida.
Estos acuerdos de la Comisión sobre el Desarrollo Sostenible exigen un fortalecimiento de la integración de las dimensiones del desarrollo sostenible en las actividades que lleva a cabo regularmente la Comisión. Eso es lo que nos llevó a convocar una sesión especial sobre la sostenibilidad del desarrollo en nuestro período de sesiones, con la aspiración de que se convierta en una reunión permanente e influya en la orientación del trabajo de la CEPAL.
La CEPAL tiene por delante el desafío de un trabajo más coordinado entre sus divisiones y los países al de armonizar las políticas de desarrollo sostenible al interior de las administraciones nacionales y de articularlas con las instancias políticas subnacionales.
Uno de los retos más importantes de esta integración de políticas es la medición de la sostenibilidad del desarrollo y la adopción de marcos conceptuales apropiados, para dar cuenta del avance hacia el cumplimiento simultáneo de objetivos en diversos campos -económico, social y ambiental-, mediante la aplicación de instrumentos y políticas que exigen una integración de visiones en su diseño. Estos temas son parte del esfuerzo que desplegaremos durante el día de hoy.
La CEPAL tiene una larga tradición en el campo de los indicadores económicos y sociales.
Aspiramos a desarrollar, con apoyo de otros organismos regionales de las Naciones Unidas, una capacidad semejante en los temas vinculados al medio ambiente. Podemos ser un instrumento para el desarrollo de estas capacidades en los países de la región. En este sentido, por ejemplo, el ajuste de las cuentas nacionales por pérdidas ambientales es un ejercicio pendiente en la región, que permitiría reflejar una adecuada evolución de la creación de riqueza. Algunas estimaciones nos muestran que la tasa de ahorro es considerablemente menor cuando se toma en cuenta el impacto sobre el medio ambiente de algunas actividades productivas.
Estos indicadores son además una herramienta indispensable para mostrar el avance por el camino hacia la sostenibilidad, así como el efecto de las tecnologías más limpias en las formas de producción.