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Foro de los Países de América Latina y el Caribe sobre el Desarrollo Sostenible: un ejemplo de multilateralismo y cooperación regional

25 de abril de 2019|Columna de opinión

Columna de opinión de Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la CEPAL.

Casi cuatro años después de que la comunidad internacional aprobara la Agenda 2030 y sus 17 Objetivos en 2015, los países de la región se dan cita en la Tercera Reunión del Foro de los Países de América Latina y el Caribe sobre el Desarrollo Sostenible, ocasión propicia para hacer un balance de lo alcanzado y de los desafíos en esta compleja coyuntura mundial.

La tercera versión del encuentro regional se celebra en medio de una paradoja centrada en el debilitamiento de la cooperación internacional en momentos en que la escala y complejidad de los problemas globales la hace más necesaria que nunca. Crecientemente, algunos gobiernos han reaccionado políticamente a los impactos de la hiperglobalización con políticas defensivas que buscan crear barreras, debilitar la cooperación internacional (especialmente aquella multilateral) en favor de respuestas unilaterales, atribuyendo la responsabilidad de las dificultades económicas al comercio con los países más pobres o a los inmigrantes. Paralelamente, el aumento de la desigualdad e inestabilidad económica generó una erosión de la confianza en la democracia y en su capacidad de dar respuesta a las necesidades de empleo y bienestar de los ciudadanos.

En este escenario, el impulso de políticas globales, regionales y nacionales que promuevan el comercio, la integración y la cooperación con inclusión social y sostenibilidad ambiental, al tiempo que fortalezcan la democracia, se torna urgente.

En nuestra región, el Foro de los Países de América Latina y el Caribe sobre Desarrollo Sostenible da forma tangible al multilateralismo, a la vocación integradora y al ánimo vivo por la cooperación regional.

A través del Foro, los países de la región han avanzado en la implementación de la Agenda 2030. Hoy, 29 de los 33 países de la región cuentan con mecanismos institucionales de coordinación y seguimiento de la Agenda 2030 a nivel nacional cuya labor se funda en instrumentos legales que definen sus alcances y objetivos. Este notable avance institucional fue acompañado de la preparación de informes nacionales voluntarios que describen las actividades de los mecanismos de coordinación y los avances logrados en la implementación de la Agenda 2030. Si se consideran los 22 informes nacionales voluntarios ya presentados y el interés manifestado por 10 países en presentar informes en el bienio 2019-2020, puede afirmarse que cinco años después de la aprobación de la Agenda 2030 la región contará con 32 informes elaborados por 24 países. Más aún, puesto que en el mundo solo 17 países habrán presentado al menos dos informes entre 2016 y 2020, el hecho de que 7 de ellos sean de América Latina y el Caribe muestra el compromiso de la región con la Agenda 2030.

Si bien la región está encaminada a cumplir algunos ODS, el logro de otros es inviable en el estado actual. Persisten los desafíos ya que América Latina y el Caribe continúa siendo la región más desigual del planeta. La CEPAL ha enfatizado que la desigualdad es ineficiente y que las políticas sociales son, al mismo tiempo, políticas de construcción de capacidades. El impulso al crecimiento sostenible debe estimular la creación de empleos con derechos que, en conjunto con políticas sociales ambiciosas y de carácter universalista, recuperen la confianza y legitimidad de los sistemas democráticos, al tiempo que abren espacios para la cooperación internacional como instrumento del desarrollo.

El Foro, que este año se celebra del 22 al 26 de abril en la sede de la CEPAL en Santiago de Chile, representa una oportunidad singular para que los gobiernos, la sociedad civil, la academia, el sector privado y las organizaciones internacionales discutan los problemas que afectan a la región en las tres dimensiones del desarrollo sostenible: social, económica y ambiental. Sus debates tendrán lugar en un contexto que es en sí mismo un ejemplo del multilateralismo que fortalece la democracia: transparente y abierto al escrutinio público, con diversidad de actores y miradas, con una preocupación marcada en promover la inclusión, y con una base de evidencias empíricas y estudios técnicos que le dan solidez a los análisis, debates y propuestas.