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Inauguración de la tercera reunión del Foro de los Países de América Latina y el Caribe sobre el Desarrollo Sostenible

24 de abril de 2019|Discurso

Palabras de Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la CEPAL.

Palabras de Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, en la inauguración de la tercera reunión del Foro de los Países de América Latina y el Caribe sobre el Desarrollo Sostenible

Miércoles 24 de abril, 2019

CEPAL

Santiago, Chile

 

Carolina Valdivia, Ministra Subrogante de Relaciones Exteriores de Chile,

Rodrigo Malmierca, Ministro del Comercio Exterior y la Inversión Extranjera de Cuba, en su calidad de Presidente de la CEPAL,

Estimados representantes de los Estados miembros de la CEPAL,

Estimadas autoridades nacionales y Miembros del Cuerpo Diplomático,

Queridos colegas Directores de las Agencias Fondos y Programas presentes en America Latina y el Caribe,

Queridos coordinadores residentes del Sistema de Naciones Unidas en la región, 

Representantes de Organismos Internacionales,

Estimados representantes de las organizaciones de la sociedad civil,

Queridos colegas de la CEPAL,

Amigas y amigos,

Reciban todas y todos nuestro abrazo cálido y la más fraternal bienvenida a esta casa común. Este espacio, obra de la voluntad de latinoamericanos y caribeños, que por 71 años ha intentado aportar al esfuerzo colectivo por construir un horizonte de desarrollo justo y digno para nuestros pueblos.

Esta Comisión Económica para América Latina y el Caribe les agradece su presencia y su confianza. Hace tres años, en Ciudad de México, nos encargaron la hermosa tarea de articular un espacio de intercambio fecundo donde plasmar de cara a la agenda que el mundo se fijó hacia el 2030, los colores, los acentos y las ricas singularidades de nuestra región.

Hoy, abrimos los trabajos de la tercera edición de este Foro, y lo reivindicamos como espacio indispensable para escuchar de ustedes, nuestros mandantes, los países de la América Latina y el Caribe, los énfasis, aprendizajes, la forma y el fondo de la voz propia con que nuestra región se hará parte del próximo Foro Político de Alto Nivel sobre el Desarrollo Sotenible.

Nuestro reconocimiento a Chile, nuestro país sede, que una vez más nos prodiga con su cálida hospitalidad.

Nuestro reconocimiento también, a través de usted Ministro Malmierca, a la República de Cuba, que desde el año pasado, por voluntad unánime de los países de la región, preside la CEPAL, y cuyo liderazgo ha orientado el quehacer de esta edición del Foro.

Agradezco también la destacada presencia de muchas y muchos de los más altos responsables del Sistema de las Naciones Unidas en nuestra región. Su colaboración ha sido indispensable en la arquitectura de esta cita, tanto en su convocatoria como en las canteras de sus contenidos.

Saludo también que parte de los rasgos de identidad de este Foro sea su efectivo carácter multiactor sumando a nuestros debates y orientaciones la mirada de la sociedad civil, la academia y el sector privado.

Casi cuatro años después de que la comunidad internacional aprobara la Agenda 2030 y sus 17 Objetivos, nos reunimos en la Tercera Reunión del Foro de los Países de América Latina y el Caribe sobre el Desarrollo Sostenible, ocasión propicia para hacer un balance de los avances y los desafíos que se nos han presentado en la implementación de la Agenda 2030.

La tercera versión de este encuentro regional se celebra en momentos complejos para el multilateralismo. En momentos en que la escala y complejidad de los problemas globales la hace más necesaria que nunca, vemos un creciente debilitamiento de la cooperación internacional acompañado por una erosión de la confianza en la democracia y en algunos de sus valores constitutivos en muchos países desarrollados y en desarrollo. Asimismo, hay voces que ponen en duda la vigencia de la agenda normativa que las Naciones Unidas ha construido por largas décadas y cuyas mas recientes expresiones son el Acuerdo de Paris y la Agenda 2030.

Lamentablemente, algunos actores del sistema internacional han reaccionado a los impactos negativos de la hiperglobalización con políticas defensivas que buscan crear barreras, debilitar la cooperación internacional favoreciendo respuestas unilaterales a desafíos que claramente deben ser enfrentados de modo colectivo. Paralelamente, el aumento de la desigualdad e inestabilidad económica generó una pérdida de confianza en la democracia y en su capacidad de dar respuesta a las necesidades de empleo y bienestar de los ciudadanos. La crisis del 2008 fue un divisor de aguas, marcando el fin de la confianza irrestricta en la liberalización de los mercados como fuente de prosperidad y oportunidades para la mayoría.

Sin embargo, construir muros, cerrarse al comercio y disminuir la cooperación no es la respuesta. La respuesta es perseverar en la cooperación y el entendimiento internacional promoviendo el comercio, la integración, fortaleciedo el diálogo y la cooperación entre los países.

Está comprobado que el multilateralismo a nivel internacional es compatible con el fortalecimiento de la democracia a nivel nacional cuando los acuerdos multilaterales cumplen con determinadas condiciones, es decir, cuando favorecen los intereses difusos de los muchos sobre los intereses concentrados de los grupos más poderosos; protegen los derechos de las minorías y sectores más vulnerables; fortalecen las capacidades deliberativas de los gobiernos, sector privado y sociedad civil, estimulando un debate que combine transparencia, diversidad de miradas y capacidad analítica, como es el caso de la Agenda 2030 sobre el Desarrollo Sostenible. Cuando se cumplen estas condiciones, multilateralismo y democracia no sólo pueden ir juntos, sino que se complementan y refuerzan.

Ahora bien, las instituciones del multilateralismo que fortalecen la democracia demandan como contrapartida una dimensión productiva, un sistema económico capaz de generar empleos y crecimiento sobre bases sostenibles en lo económico, social y ambiental. Para ello es necesaria una gobernanza internacional que provea los bienes públicos globales y regionales que este tipo de crecimiento requiere y que la actual gobernanza es incapaz de proveer. La nueva gobernanza global debe reducir las externalidades negativas generadas por la hiperglobalización en tres áreas cruciales:

a)      La de los desequilibrios comerciales y financieros que producen ajustes recesivos en la forma de una contracción del crecimiento y del empleo en las economías deficitarias;

b)      La de las desigualdades entre países y dentro de cada país, que hacen recaer la mayor parte del ajuste ante turbulencias externas sobre el mundo del trabajo;

c)       La del cambio climático y el deterioro del medio ambiente, promoviendo patrones de producción y consumo compatibles con un sendero de crecimiento de baja intensidad de emisiones de gases de efecto invernadero.

La CEPAL ha enfatizado la interdependencia y complementariedad de estas tres áreas agregando además las políticas de desarrollo por medio de la propuesta de un gran impulso ambiental, rescatando la gran tradición de la teoría del desarrollo y adaptándola a los desafíos de esta nueva época en la que la desigualdad y los desequilibrios ambientales se han vuelto particularmente agudos.

La propuesta de un gran impulso comprende un conjunto articulado de incentivos a la inversión a favor de un cambio en el estilo de desarrollo, de acuerdo a los Objetivos del Desarrollo Sostenible. Se cuenta para lograrlo con importantes aliados: una revolución tecnológica que abre enormes oportunidades de inversión y aprendizaje, sobre todo en tecnologías limpias, en torno a las cuales las economías periféricas podrían construir capacidades endógenas; la urgencia que sienten los gobiernos por responder antes las presiones de la desigualdad y el conflicto, que obligan a grandes contingentes de personas a abandonar sus países en busca de mejores oportunidades y de seguridad; y el consenso creciente en el mundo de los formuladores de políticas de que le cabe a la política fiscal un papel mucho más destacado que el que ha venido cumpliendo para sostener el crecimiento global . 

Es relevante también destacar la fuerte correlación existente entre los aumentos de la eficiencia económica y la mayor igualdad de acceso a los recursos y oportunidades,  tal como se expusiera en el último documento de posición, presentado en el trigésimo séptimo período de sesiones celebrado en mayo de 2018 en La Habana, titulado “La ineficienia de la desigualdad”. Afirmamos que la desigualdad es ineficiente en términos económicos y que las políticas sociales son, al mismo tiempo, políticas de construcción de capacidades. El impulso al crecimiento sostenible debe estimular la creación de empleos con derechos que, en conjunto con políticas sociales ambiciosas y de carácter universalista, recuperen la confianza y legitimidad de los sistemas democráticos, al tiempo que abren espacios para la cooperación internacional como instrumento del desarrollo.

Amigas y amigos,

Entre lo global y las políticas nacionales, existe un espacio de encuentro regional cuyo avance solo depende de la voluntad política de los gobiernos de la región. La integración económica regional – un concepto largamente arraigado en el pensamiento cepalino - es un paso necesario hacia un nuevo tipo de inserción internacional. Las exportaciones entre nuestros países son, por ejemplo, más intensivas en conocimientos que las exportaciones al resto del mundo. Hay en ellas mayores espacios para generar aprendizajes y empleos de mayor productividad si la región fuera capaz de unificar y relanzar sus diversas iniciativas de integración económica.

Por otra parte, en nuestra región, el Foro de los Países de América Latina y el Caribe sobre Desarrollo Sostenible da forma tangible al multilateralismo, a la vocación integradora y al ánimo vivo por la cooperación regional.

A través del Foro, los países de la región han conocido de experiencias comparadas, mejores practicas, que han apoyado sus avances nacionales  en la implementación de la Agenda 2030, han profundizado sus diálogos con los multiples actores involucrados y han reconocido capacidades y oportunidades de cooperación entre pares.

Hoy, 29 de los 33 países de la región cuentan con mecanismos institucionales de coordinación cuya labor se funda en instrumentos legales que definen sus alcances y objetivos. Este notable avance institucional fue acompañado de la preparación de informes nacionales voluntarios que describen las actividades de los mecanismos de coordinación y los avances logrados en la implementación de la Agenda 2030. Si se consideran los 22 informes nacionales voluntarios ya presentados y el interés manifestado por 10 países en presentar informes en el bienio 2019-2020, puede afirmarse que cinco años después de la aprobación de la Agenda 2030 la región contará con 32 informes elaborados por 24 países. Más aún, puesto que en el mundo solo 17 países habrán presentado al menos dos informes entre 2016 y 2020, el hecho de que 7 de ellos sean de América Latina y el Caribe muestra el compromiso de la región con la Agenda 2030.

En contraste con lo anterior, como se resalta en el Informe de avance cuatrienal sobre el progreso y los desafíos regionales de la Agenda 2030

para el Desarrollo Sostenible en América Latina y el Caribe -que presentaremos en unos minutos-, a casi cuatro años de que se aprobaran

la Agenda 2030 y los ODS gran parte de la información estadística necesaria para evaluar el avance hacia sus metas aún no ha sido producida. La demanda de información de una agenda de desarrollo

amplia y ambiciosa como la Agenda 2030 presiona a los sistemas de información estadística a producir datos en áreas que antes no habían sido consideradas, al mismo tiempo que obliga a visibilizar las desigualdades entre grupos sociales mediante la generación de datos desagregados y a centrar el análisis en los más vulnerables.

Antes de continuar, permítanme hacer un paréntesis para destacar el valioso trabajo que hemos llevado a cabo para la elaboración de este informe, un esfuerzo interagencial que constituye una contribución que pone en valor la dimensión regional de los esfuerzos que pueden hacer las Naciones Unidas para acompañar y apoyar a los Gobiernos en la implementación de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.

El informe señala que, si bien la región avanzó de forma significativa en materia de indicadores sociales, como la reducción de la pobreza y la desigualdad, esos avances se enlentecieron o estancaron en el último quinquenio. Otros indicadores han seguido una tendencia menos favorable, entre ellos los referentes a la violencia, cuyos efectos transversales erosionan la confianza en la democracia y las bases de la convivencia social. En particular, más allá de la mejora de los indicadores promedio, persisten grandes desigualdades que se observan al desagregar dichos indicadores según quintiles de ingreso, sexo o raza. Las enormes brechas presentes en las sociedades de la región, asociadas a la cultura del privilegio, son una manifestación de la desigualdad que permea el tejido social latinoamericano y caribeño. Por ello, el compromiso de no dejar a nadie atrás es especialmente desafiante para la región y debe ser un objetivo central de las políticas de desarrollo sostenible e inclusivo.

Amigas y amigos,

Este Foro permite a la región hablar con voz propia en el debate global sobre la implementación de la agenda de transformación civilizatoria que el mundo se ha fijado para 2030. Y esa voz, la voz de cada una y cada uno de ustedes, de sus países, de sus pueblos y de su historia, expresa voluntades e inquietudes comunes, sin negar la heterogeneidad regional, y es capaz de sumar distintas miradas.

Es este encuentro la prueba viva de la voluntad integradora de nuestra América Latina y el Caribe, aquella voluntad de cooperación que nos unirá para alcanzar el desarrollo sostenible, que permitirá a nuestros pueblos vivir en un mundo más digno y más igualitario, en el que nadie se quede atrás.

Antes de cerrar estas palabra quisiera recordar a nuestro colombiano universal Gabriel García Márquez quien en su discurso de aceptación del Premio Nobel de Literatural, el 21 de octubre de 1982, afirmaba:

Un día como hoy, mi maestro William Faullkner dijo en este lugar: "Me niego a admitir el fin del hombre". No me sentiría digno de ocupar este sitio que fue suyo si no tuviera la conciencia plena de que por primera vez desde los orígenes de la humanidad, el desastre colosal que él se negaba a admitir hace 32 años (el estallido de la Segunda Guerra Mundial) es ahora nada más que una simple posibilidad científica. Ante esta realidad sobrecogedora que a través de todo el tiempo humano debió de parecer una utopía, los inventores de fábulas que todo lo creemos, nos sentimos con el derecho de creer que todavía no es demasiado tarde para emprender la creación de la utopía contraria. Una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad, y donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra.

Muchas gracias.