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De acuerdo con datos obtenidos de los registros fiscales de las administraciones tributarias de varios países, la concentración del ingreso en la región es relativamente alta y similar a los niveles que presenta Estados Unidos, según una reciente publicación de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
Según los ejemplos de algunos países presentados en la publicación, alrededor de 2009 el 1% más rico captaba el 20% del total del ingreso en Colombia y el 12,6% en Uruguay en los años 2010-2011, mientras que en Argentina ese porcentaje alcanzó 16,7% en 2004 (último año con cifras disponibles).
El libro Desigualdad, concentración del ingreso y tributación sobre las altas rentas en América Latina recoge diversos estudios presentados a lo largo de varias actividades realizadas con autoridades gubernamentales y tributarias, académicos y expertos fiscales, con el objetivo aportar insumos para el debate acerca de la relación entre la política fiscal, la desigualdad y la concentración del ingreso.
El documento presenta los distintos instrumentos que poseen los países de la región para gravar a las personas de más altos ingresos y profundiza en el análisis de la evolución de la desigualdad del ingreso, presentando las limitaciones de las mediciones tradicionales y nuevas estrategias alternativas para mejorar las estadísticas existentes sobre este tema.
Los autores de los estudios indican que la acción del Estado puede incidir de varias maneras en los niveles de desigualdad de ingresos imperantes en una economía. En los países de América Latina se observa que el coeficiente de Gini –usado para medir la distribución del ingreso- apenas desciende tres puntos porcentuales después de impuestos directos y transferencias públicas monetarias, mientras que en las naciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) este indicador cae 17 puntos después de la acción fiscal directa.
Agregan que, en promedio, 63% de esta reducción en la región proviene de las transferencias públicas en efectivo y el resto deriva del impuesto a la renta, lo que refleja la necesidad de fortalecer los gravámenes a la renta personal.
Además señalan que la efectividad en la reducción de la desigualdad varía de un país a otro: en Argentina, Brasil y Uruguay, el conjunto de instrumentos analizados reduce el índice de Gini en un promedio de siete puntos, destacándose el significativo impacto de las pensiones públicas. En Chile, Costa Rica y México también se observan reducciones superiores a la media, pero explicadas fundamentalmente por la acción de transferencias y subsidios directos. En Colombia, El Salvador, el Paraguay y la República Dominicana, el impacto del impuesto a la renta y las transferencias, en promedio, solo reduce un punto el índice de Gini.
Asimismo en varios países de América Latina se aprecia un proceso de paulatina reducción en los niveles de la tasa legal del impuesto a la renta de las personas físicas, que en varios casos se ubicó por debajo de los niveles internacionales. Por ejemplo, entre 1980 y 2000 la tasa legal de este impuesto cayó de 49,5% a 29,1% en el promedio de la región y siguió bajando después hasta alcanzar 27,7% en 2012.
Adicionalmente, si bien las tasas legales máximas del impuesto a la renta se sitúan entre el 25% y el 40%, la tasa efectiva sobre las más altas rentas (decil más rico) apenas alcanza un valor medio del 5,6% como consecuencia de los factores enumerados en la publicación, como exenciones, deducciones y tratamiento preferencial a las rentas de capital, con países donde el estrato de mayores ingresos paga solo entre 1% y 3% del ingreso y otros donde aporta algo más del 11%.
La publicación señala también a la evasión del impuesto a la renta como otro factor que debilita el impacto distributivo del sistema tributario en la región. Se calcula que esta evasión llega a 51,4% en promedio, cifra muy superior al 28,7% encontrada para un total de 11 países europeos.