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La desigualdad de los ingresos laborales en Uruguay cayó de forma significativa entre 2007 y 2014 a pesar de que la desigualdad de la productividad continuó en ascenso, lo que probablemente estuvo favorecido por una serie de políticas laborales y tributarias implementadas en ese período, según concluye un nuevo libro publicado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
El libro Hacia un desarrollo inclusivo: el caso de Uruguay analiza la evolución de este país entre 2001 y 2014 en materia de crecimiento económico, dinámica del mercado laboral y protección social, los tres pilares fundamentales del desarrollo inclusivo. Este es entendido como el logro de una mayor inserción tanto productiva como social de las personas en la estructura y funcionamiento del sistema socioeconómico para asegurar una mejor distribución primaria del ingreso.
Según se recuerda en la publicación, en 1999 la economía uruguaya comenzó una fase de declive que culminó con la crisis de 2002 y a partir de entonces se encadenaron 11 años de crecimiento, con aumentos de la producción y mejoras en diversos indicadores económicos y sociales. Entre otros aspectos, el estudio indaga en qué medida ese crecimiento ha implicado transformaciones en la base productiva.
Para ello se empleó información sobre las ramas de actividad y el tamaño de las empresas con el fin de establecer una clasificación de cuatro estratos de productividad -baja, media baja, media alta y alta- y analizar así la heterogeneidad productiva de la economía uruguaya, es decir, de la desigualdad en términos productivos.
De este análisis se desprende que entre 2001 y 2014 la productividad media aumentó a una tasa anual de 1,7%. Por encima de este promedio se situó el crecimiento del estrato de productividad alta (3%), seguido por el de media baja (1,6%), mientras que el de media alta (con 0,3%) y el de baja (-1,8%) quedaron rezagados. Esto incrementó el diferencial de productividades y, con ello, el grado de heterogeneidad productiva.
Por otra parte, el estudio subraya que mientras la desigualdad de productividades aumentó entre 2001 y 2014, la desigualdad de ingresos laborales también se incrementó hasta 2007, pero a partir de ese momento disminuyó. En concreto, el índice de Gini de los ingresos salariales por hora pasó de un máximo de 0,48 en 2004 a 0,40 en 2013, con un incremento hasta 2007 y una marcada contracción a partir de ese año. En tanto, según el índice de Theil, la caída de la desigualdad del total de los ocupados fue de 32% entre 2007 y 2014.
A partir de estos datos, el informe concluye que el descenso de la desigualdad de ingresos laborales registrado a partir de 2007 no ha sido originado por cambios en la estructura productiva, sino que parece ser resultado de la batería de políticas públicas aplicadas en ese período, junto con el importante dinamismo del mercado laboral.
Entre los numerosos cambios institucionales ocurridos en este período, la publicación destaca la reinstauración de la negociación colectiva, el aumento del salario mínimo, las regulaciones específicas para el servicio doméstico, los cambios en el seguro de desempleo, los avances en licencias paternales y maternales, la formalización laboral y la modificación de la estructura tributaria.
Este libro es fruto de una iniciativa conjunta de la CEPAL y la OIT en la que se han realizado estudios similares sobre los casos de Argentina, Brasil, Chile y Perú.