Nota informativa
Palabras de Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, en la inauguración del seminario Información geoespacial para el desarrollo social, ambiental y económico de los países de las Américas y el Caribe
3 de abril de 2017
Santiago de Chile
Nivia Palma, Ministra de Bienes Nacionales,
Edgardo Riveros, Subsecretario de Relaciones Exteriores,
Jorge Maldonado, Subsecretario de Bienes Nacionales,
June Soomer, Secretaria General de la Asociación de Estadios del Caribe,
Rolando Ocampo, Co-Presidente del Comité de las Naciones Unidas para la Gestión Global de la Información Geoespacial (UN-GGIM),
Dra. Barbara Ryan, Secretaria de GEO y miembro del Earth Observations
Representantes de los Gobiernos de la región,
Representantes de las organizaciones públicas y privadas sobre información geoespacial,
Representantes de organismos internacionales,
Colegas del sistema de Naciones Unidas en Chile,
Amigas y amigos,
Me complace participar en este seminario sobre información geoespacial para el desarrollo social, ambiental y económico. Agradezco al gobierno de Chile por la invitación.
Saludo con afecto al Actuario Rolando Ocampo Vicpresidente de la Junta de Gobierno del INEGI y Co-Presidente de UN-GGIM y Presidente de UN-GGIM: Américas.
Nada más oportuno para nuestra región que avanzar en esta disciplina que se ocupa de la gestión de información geográfica mediante tecnologías de la información y la comunicación. Porque la humanidad hoy necesitará de todos los instrumentos disponibles para transformar nuestros estilos de desarrollo, de producción, consumo y convivencia para alcanzar un desarrollo sostenible tal como nos lo plantea la Agenda 2030 acordada por los 193 países en el seno de las Naciones Unidas.
Encaramos hoy una vertiginosa época de cambios, un verdadero cambio de época. Las tendencias mundiales dominantes en la economía y en la sociedad exacerban las contradicciones de un estilo de desarrollo que se ha vuelto insostenible. Vivimos cambios tectónicos. Los cambios geopolíticos, los mega-acuerdos comerciales, el cambio demográfico, la crisis ambiental y la revolución tecnológica están transformando la economía y la sociedad mundiales, redefiniendo la posición de los países y alterando el balance de poder entre los bloques, así como entre las economías desarrolladas y el mundo emergente.
Enfrentamos además un escenario económico mundial menos favorable con tasas de crecimiento menores que los promedios de las décadas anteriores. Este periodo se caracteriza por un estancamiento secular con una pérdida de dinamismo de sus motores: la inversión, la productividad y, más recientemente, el comercio. También por una creciente desigualdad global que afecta negativamente a la demanda agregada, que coincide con una concentración de riqueza en pocas manos (62 personas concentran la riqueza equivalente a 3500 millones de personas) con una abundante liquidez que no se invierte en el sector real sino que se deriva a activos financieros. Vivimos la agudización de la crisis ambiental con mayor incidencia de desastres naturales especialmente en el Caribe. En tanto irrumpe imparable una nueva revolución tecnológica que, al mismo tiempo que abre opciones para la sostenibilidad, genera tensiones en los mercados laborales por el temor al desplazamiento de trabajadores a medida que se expanden las nuevas tecnologías.
Estamos ante un mundo con mayor incertidumbre, volatilidad y desencanto ciudadano que han motivado la búsqueda de respuestas por parte de la comunidad internacional y que han resultado en la aprobación de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible con sus 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Se trata de una agenda universal, indivisible, con propuestas civilizatorias que reconocen la igualdad y la sostenibilidad como los principios rectores en los que se debe basar una nueva batería de estrategias y políticas colectivas tanto globales, como regionales y nacionales. Para la CEPAL, avanzar en la senda del desarrollo sostenible y lograr la materialización de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible requiere de un cambio de paradigma en la formulación, implementación y evaluación de las políticas públicas, sean económicas, industriales, sociales y ambientales, para alinearlas en pos de un cambio estructural progresivo. Implica superar las brechas estructurales que caracterizan América Latina y el Caribe en los ámbitos de fiscalidad, inversión, productividad, educación, innovación y tecnología, educación, así como ambientales poniendo a la igualdad con titularidad de derechos en el centro.
América Latina y el Caribe enfrenta hoy grandes desafíos. Los profundos desequilibrios económicos, sociales y ambientales imperantes llevaron a la región y, por qué no decirlo, al mundo, a transitar por una senda poco sostenible, de crecimiento insuficiente y con altos índices de desigualdad.
Si bien ha gozado de una década auspiciosa, nuestra región confronta hoy un escenario externo cada vez más problemático que complejiza el proceso hacia un cambio estructural progresivo, esencial para alcanzar el desarrollo sostenible con la igualdad en el centro.
Luego de dos años de contracción económica, América latina y el Caribe retomará en 2017 tasas de crecimiento positivas pero aún bajas. Las proyecciones hablan de un crecimiento de 1,3% para la región este año, aunque con diferencias subregionales: América Central y México crecerán en torno al 2,3% mientras que América del Sur lo hará en torno a 0,9%.
Esta mejora en el desempeño del crecimiento se da en un contexto global complejo en términos económicos y políticos. Vemos un lento crecimiento del comercio mundial que se suma a la incertidumbre generada por las políticas proteccionistas (BREXIT), la revisión de los tratados (TLCAN) y de los mega acuerdos de libre comercio (TPP). Además somos testigos de políticas migratorias y sus impactos, por ejemplo, en las remesas.
Además de las incertidumbres globales, la región sigue enfrentado problemas estructurales relativos a la caída en la inversión pública y privada y la productividad sigue estancada. Persiste la desigualdad: 8 individuos concentran la riqueza equivalente a la mitad de la población mundial. La pobreza aún afecta a 175 millones de personas en Latinoamérica y el Caribe. Aunado a un creciente movimiento de más de 30 millones de personas fuera de su país de origen.
Nos vemos entonces en la urgencia de cambiar nuestro estilo de desarrollo y encaminar todos nuestros esfuerzos a dar cumplimiento a la agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, aquella ambiciosa hoja de ruta que la comunidad internacional aprobó en septiembre de 2015 en el seno de Naciones Unidas en Nueva York.
Para intervenir y mejorar la sostenibilidad del desarrollo es importante focalizar las acciones en aquellos espacios donde se verifican los principales problemas de la región, tales como la marginación, el hambre y otras carencias críticas, la desigualdad y los deterioros ambientales. De ahí la importancia de la convergencia de la referenciación estadística con su correlato geoespacial. La región requiere construir capacidades para lograr transitar rápidamente hacia el ecosistema digital y mejorar la conectividad intrarregional, y generar capital humano para lograr la convergencia estratégica de disciplinas técnicas y analíticas como son la Estadística y la Geografía.
En este contexto como lo diría Michel Paradis, creador del término geomática, la necesidad de contar con información goegráfica tomarán una amplitud sin precedente en la historia.
La importancia mundial de la información geoespacial ha sido destacada por Naciones Unidas desde la creación del Comité de Expertos de las Naciones Unidas sobre la Gestión Mundial de la Información Geoespacial (UN-GGIM). Hoy es la principal entidad global en la gestión de la información geoespacial con expertos de más de 100 países y organizaciones internacionales, y ha sido fortalecida en su alcance y capacidades por el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas el año recién pasado.
Se ha convertido en una dimensión fundamental de apoyo a la implementación de la Agenda 2030 y de los 17 objetivos de desarrollo sostenible la información geoespacial ha pasado de ser una herramienta para hacer un mapa a una componente fundamental en la solución de los retos a los que se enfrenta la sociedad, como el desarrollo sostenible o la mitigación del cambio climático «por su «capacidad de integrar y analizar información y datos geoespaciales, estadísticos y de otro tipo a diversas escalas y en múltiples sectores que permite obtener un panorama operativo común».
Esto hace necesario cambios hacía un «nuevo enfoque de colaboración y un cambio de carácter transformativo para vincular datos diferentes: demográficos, estadísticos, de observaciones de la tierra, ambientales y otros datos geoespaciales de pertinencia social con el elemento que tienen en común: la ubicación geográfica».
Aproximadamente el 70% de la información manejada por cualquier organización, tiene algún correlato espacial con su posición y su ubicación geográfica.
Aplicaciones específicas incluyen la prevención, una parte sustantiva de la Gestión Integral del Riesgos, cobra cada día una mayor relevancia estratégica en el esfuerzo para disminuir el creciente impacto social y económico que provocan las emergencias y los desastres, incidiendo en algunas regiones y países desfavorablemente en la sustentabilidad de su desarrollo y de sus procesos productivos. Nuestra solidaridad con Chile Colombia, Perú y Argentina países recientemente golpeados por desastres naturales de enorme costo humano. Sin duda El Caribe sigue siendo la subregión más vulnerable y en ese sentido felicitamos la iniciativa de México con la Asociación de Estados del Caribe.
Es fundamental reconocer que, para disminuir los desastres, es indispensable evaluar y luego disminuir la condición de riesgo que los provoca. Es allí precisamente en donde las nuevas tecnologías asociadas a la integración de información geoespacial cobran una gran importancia. Definitivamente no se puede pensar en una efectiva gestión del riesgo sin utilizar estas herramientas y bases de información hoy a nuestro alcance.
La dimensión espacial de los datos estadísticos es un atributo que refiere a la gran mayoría de los fenómenos sociales, económicos y ambientales que tienen impronta sobre el territorio. Es por ello que la distribución espacial de los datos estadísticos agrega conocimiento al análisis y la interpretación de los fenómenos que queremos entender, dimensionar e intervenir mediante las políticas públicas.
Los datos estadísticos tradicionales, generados a partir de fuentes tales como encuestas o registros administrativos, pueden ser georeferenciados y posteriormente utilizados para elaborar mapas temáticos o integrar Sistemas de Información Geográfica (SIGs). Tales representaciones espaciales le agregan valor a los datos al incorporar la dimensión espacial a los atributos tanto cualitativos como cuantitativos.
De manera particular, los datos generados a partir de la percepción remota como son aquellos sobre la extensión de los bosques, contienen la dimensión espacial en su ADN, lo cual posibilita su integración con datos provenientes de otras fuentes tradicionales como censos, encuestas y registros administrativos.
La tecnología espacial y la informática, tanto en materia de sensores con mayor grado de resolución espacial y frecuencia de observación como de hardware y software, aplicaciones en cartografía y sistemas de información geográfica es creciente, lo cual favorece su incorporación y su plena utilización en el trabajo estadístico. Sea para la organización y seguimiento de los operativos de levantamiento de datos en campo, como para la representación, análisis y diseminación de los resultados.
Por ello resulta clave y necesaria la coordinación y articulación de las actividades de las Organismos Nacionales de Estadísticas (ONEs) con los Institutos Geográficos Nacionales (IGN) para estandarizar y elaborar protocolos sobre modelos de infraestructura de datos espaciales, adaptados al nivel de desarrollo tecnológico alcanzado por los países; y conjuntamente generar lo que se conoce como Infraestructura de Datos Espaciales Básicos, que son como su denominación lo indica, la base para continuar construyendo y acumulando datos estadísticos geoespacialmente referenciados, para su análisis y difusión.
Desde nuestra perspectiva regional, en la CEPAL consideramos deseable e imprescindible la convergencia de la comunidad de estadísticos y la comunidad de especialistas en geospacialidad para que, compartiendo conocimientos y tecnologías, contribuyan a lograr que la información cuantitativa y georeferenciada pueda dar un salto cualitativo que potencia mejores decisiones basadas en evidencia para robustecer las políticas públicas.
Sin embargo, sabemos que esto que suena tan deseable y simple no es en lo más mínimo automático ni sencillo. Ni dentro de nuestros países ni en la región y el mundo. Tenemos que abonar el terreno interdisciplinario para que se inicie y se sostenga el diálogo, la fertilización cruzada y florezcan las iniciativas y trabajos conjuntos para lograr estos fines que todos queremos. De ahí la importancia de este seminario y de instancias como la Reunión conjunta entre el Comité de las Naciones Unidas para la Gestión Global de la Información Geoespacial (UN-GGIM) y la Conferencia Estadística de las Américas que celebraremos el miércoles en la CEPAL, y que constituye un eslabón más de los esfuerzos conjuntos que iniciamos en el marco del Comité Ejecutivo de la Conferencia Estadística de las Américas (CEA) del año pasado, cuando se reunieron por primera vez ambos Comités Ejecutivos, una iniciativa que se finca en el mandato que dictaron los países miembros de la CEPAL en nuestro último Periodo de Sesiones.
Los datos geoespaciales serán un insumo necesario para la construcción de un importante número de indicadores para el monitoreo de los Objetivos de Desarrollo Sostenible asociados al territorio como a cobertura boscosa, cambios en el uso de la tierra, degradación de suelos, pérdida de diversidad, calidad de mares, asentamientos humanos.
Ya estamos dando algunos pasos en este sentido potenciando el diálogo entre los líderes estadísticos nacionales y los que desarrollan datos geospaciales reuniendo a los países miembros de la CEA con los que componen el UN GGIM de las Américas para que inicien la coordinación y puedan proyectar los siguientes pasos en forma estratégica con el fin de ir nutriendo bases de información estadística y geográfica en los países de la región.
Confiamos en que este camino conjunto que comenzamos a recorrer, nos conducirá a ser una región más preparada para los desafíos que el desarrollo sostenible nos plantea en el ámbito de las políticas públicas basadas en evidencia y con un enfoque territorial.
Les deseo jornadas exitosas y un diálogo fructífero.
Los invito a trabajar conjuntamente y demostrar que el territorio importa.
Es necesario, es importante, es urgente.
Muchas gracias.