Columna de opinión
Palabras de Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, en la inauguración de la Tercera Reunión de la Conferencia Regional sobre Desarrollo Social de América Latina y el Caribe
Martes 1 de octubre, 2019
Ciudad de México
S.E. Andrés Manuel López Obrador, Presidente de los Estados Unidos Mexicanos,
María Luisa Albores, Secretaria de Bienestar de México,
Marcelo Ebrard, Secretario de Relaciones Exteriores,
Marina Arismendi, Ministra de Desarrollo Social del Uruguay,
Luis Felipe López-Calva, Director Regional para América Latina y el Caribe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD)
Ministras, Ministros y altas autoridades de Desarrollo Social de los países de América Latina y el Caribe,
Representantes del cuerpo diplomático, la academia y la sociedad civil,
Querido Antonio Molpeceres, Representante Residente del Sistema de Naciones Unidas
Colegas del Sistema de las Naciones Unidas y de la CEPAL,
Amigas y amigos,
Nos reunimos hoy en este edificio centenario que es pieza enorme de la historia de este país y de la patria común que compartimos.
Estas paredes monumentales han sido testigos de casi 500 años del trayecto a veces luminoso y tantas veces trágico de este pueblo generoso y cálido. Mi propio Pueblo.
Gracias presidente por abrirnos estas puertas a la historia viva de México.
Aquí, en este Palacio Nacional nos damos cita para compartir entre las 28 naciones aquí representadas y, para escuchar directamente de usted, la voluntad transformadora de este tiempo mexicano y la nueva relevancia que este México renovado le da a la política de bienestar con programas integrales que convierten a las personas en sujetos de derecho, que son participativos, integrales y progresivos y que alcanza a 23 millones de hogares.
Agradezco al Gobierno y pueblo de México por su invaluable hospitalidad y por todo el trabajo vertido por Maria Luisa Albores y su equipo de la Secretaría de Bienestar en la organización de esta Tercera Conferencia Regional sobre Desarrollo Social de América Latina y el Caribe que organizamos en conjunto con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.
México toma en estas jornadas la presidencia de manos del Gobierno del Uruguay representado hoy por la ministra Marina Arismendi quien desplegó a su servicio un gran liderazgo en estos dos años.
Quiero expresar nuestra gratitud a todas las delegaciones que se han hecho presentes en esta ocasión. Su participación es esencial para nosotros y deseamos escuchar su voz.
28 países latinoamericanos y caribeños han dicho hoy: presente. Una muestra emocionante de la pertinencia y voluntad colectiva por acelerar el paso hacia el logro del bienestar social, universal, igualitario. Y por la urgencia para sacar de la pobreza a más de 184 millones de latinoamericanos y caribeños y cerrar las brechas de la persistente desigualdad que siguen flagelando a nuestra región. Estamos, señor presidente, juntos, buscando como ustedes, una nueva generación de política sociales que sea más transversal, más universal y que se haga carne de un principio que compartimos y que le hemos escuchado otras veces: por el bien de todos, primero los pobres.
Amigas y amigos, México cambió y está cambiando. Con voluntad humanista, que empeña creatividad, búsquedas originales, que no se limita repetir, que se atreve a más porque entiende que pobreza y marginalidad no son asunto de aritmética. Es de la dignidad de personas concretas de lo que hablamos, es de realidades que demandan poner todas las capacidades en el esfuerzo de devolver a hombres y mujeres, siempre postergados, su carácter de ciudadanos, de sujetos de derechos, en definitiva y en el fondo, de nuestros hermanos y hermanas.
Porque por el bien de todos, primeros los pobres y reconozcamos nuestra dura realidad. Digamos fuerte, aunque duela. Que hoy en América Latina y el Caribe, la pobreza tiene cara de mujer, de joven, de niño y niña, de indígena y afrodescendiente. Por el bien de todos, primero ellos.
En un país multicultural como este, querido presidente como no poner alto, en la lista siempre abundante de las prioridades el reconocimiento a los pueblos indígenas y el reconocimiento del derecho a la autodeterminación y la preservación de sus territorios, de sus saberes, de su cultura y su biodiversidad.
Como no decir fuerte, que nuestros esfuerzos tienen que reconocer la importancia del ciclo de vida comenzando por los adultos mayores.
Como no subrayar que, con la misma intensidad, con la misma dedicación, con la misma urgencia, atender las necesidades de nuestros jóvenes, un impulso que ha sido hilo conductor de sus programas. Por ello felicito a Luisa María Alcalde por la implementación de Jóvenes Construyendo el Futuro.
Señor presidente, estamos convencidos, y su gobierno ha dado testimonios concretos de ello, que la igualdad es el fundamento y el horizonte estratégico del desarrollo.
Y es que, como lo ha venido haciendo su administración, situar la igualdad en el centro implica una ruptura con el paradigma económico que ha prevalecido en las últimas tres décadas. Este cambio guarda sincronía con una acumulación de demandas postergadas de la ciudadanía que han llevado a recomponer el mapa político y poner el ojo en políticas centradas en derechos, con vocación más universalista.
Seamos claros, hablar de igualdad implica difundir a lo ancho de la estructura productiva y el tejido social, el desarrollo de capacidades, el progreso técnico, plenas oportunidades laborales y el acceso universal a la protección social. El empleo con derechos es la llave maestra para superar la desigualdad y cerrar brechas con una mirada transversal especialmente en cuanto a igualdad de género.
Una nueva generación de políticas sociales requiere de la transversalización de la acción y por ello sus 12 programas trascienden fronteras institucionales y territoriales para alcanzar a todos.
La igualdad social y el dinamismo económico no están reñidos entre sí y el gran desafío es encontrar las sinergias entre ambos de la mano con la sostenibilidad ambiental tienen que ir de la mano.
Hemos dicho firme y claro que la desigualdad es ineficiente y la acción frente a este flagelo es imperativa y requiere de un profundo y sistemático compromiso de los países. Los altos niveles de desigualdad, ese rasgo endémico de nuestra región, traban el desarrollo y son una barrera a la erradicación de la pobreza, a la ampliación de la ciudadanía, al ejercicio de los derechos y a la gobernabilidad democrática.
La igualdad es una condición necesaria para la eficiencia dinámica, la sostenibilidad del sistema económico y para desmantelar privilegios, pues crea un ambiente institucional, de políticas y de esfuerzos favorable para la construcción de capacidades.
No obstante, tal como demostramos en el documento de posición que presentaremos a esta Conferencia, llamado “Nudos críticos del desarrollo social inclusivo en América Latina y el Caribe”, los indicadores recientes en diversos ámbitos del desarrollo social no son auspiciosos.
Si bien los países de la región fueron capaces de reducir la desigualdad en la distribución de los ingresos entre los años 2002 y 2017, el ritmo de esta reducción se ha enlentecido en los años recientes.
Duele y preocupa, tras 12 años de tendencias a la baja de la pobreza y la pobreza extrema en América Latina con políticas progresivas sociales y laborales, entre 2015 y 2017 se observan deterioros en estos dos indicadores.
En 2017, el 30,2% de la población se encontraba en situación de pobreza y 10,2% en situación de extrema pobreza. Esto equivale a 184 millones de personas viviendo en la pobreza, de las cuales 62 millones viven en la extrema pobreza.
A pesar de un aumento importante del gasto social en la región entre 2002 y 2016 persisten grandes desafíos de financiamiento de las políticas públicas y los niveles de gasto siguen siendo muy inferiores a los existentes en países desarrollados, con una gran heterogeneidad entre los países.
Amigos y amigas, el que ha caminado los pueblos conoce la huella social del modelo neoliberal en términos de vulneración de derechos, persistencia de la pobreza y la desigualdad. Por ello es tan importante acercar las acciones al territorio e invertir en las mujeres y los jóvenes sin abandonar a las personas con discapacidad ni a los adultos mayores.
Por otra parte, cada vez se tornan más evidentes que nuestros pueblos entienden muy bien los necesarios vínculos entre las políticas ambientales y sociales.
Y es que la la evidencia es contundente. Basta observar la mayor frecuencia en la ocurrencia de desastres y el cambio climático y sus impactos en múltiples dimensiones del bienestar social en la región, en especial en el Caribe, razón por la que en todos nuestros empeños hemos colocado a nuestros hermanos del Caribe en el primer lugar. Decimos con convicción, por el bien de todos, El Caribe primero.
Presidente, sé que esta dimensión ambiental y ecológica no le es ajena. Y valoramos que en ella se encuentre el impulso decidido que ha dado a programas como Sembrando vida: ese corredor forestal tan urgente en el trópico para proteger a las selvas y para regenerar esa fantástica diversidad del sureste mexicano y cuyos alcances han alcanzado también a Centroamérica.
Y por cierto, actuar sobre la huella social y ambiental del actual modelo de desarrollo en la región demanda también del fortalecimiento del multilateralismo, en momentos en que precisamente éste es sujeto de cuestionamientos. Nuestra región puesde se ejemplo de un multilateralismo efectivo como lo ha dicho el propio canciller Marcelo Ebrard en la ONU.
Fruto de esta comprensión de los desafíos compartidos, por ejemplo, es que hoy se avanza en la construcción del Plan de Desarrollo Integral para El Salvador, Guatemala, Honduras y México, bajo la convicción común de que la consolidación de sociedades más justas, igualitarias y sostenibles es un imperativo para que la migración sea una opción y no una obligación provocada por una realidad de pobreza, exclusión e inseguridad, y se pueda efectivamente apostar por el desarrollo sostenible concertado por los cuatro países.
El mundo y la región se enfrentan a un conjunto de desafíos de insospechada magnitud. Estos desafíos conjugan la desaceleración de la economía mundial, así como la presencia de tensiones comerciales y problemas geopolíticos. Esta dinámica aterriza en una región que requiere crear empleo para combatir el enojo, el desencanto y la vulnerabilidad de los jóvenes ante la seducción del delito, la ilegalidad y la migración. Por ello es tan urgente actuar en las causas de la migración y conectar a los jóvenes con el empleo, con un horizonte productivo y sostenible combinando las tecnologías más avanzadas con un cambio de paradigma en el desarrollo que sea más justo, y más comunitario.
Necesitamos cambiar la conversación y formar una nueva ecuación entre el Estado, el mercado y la sociedad que incluya pactos fiscales y sociales, que doten de legitimidad y recursos a este proceso.
Esto requiere de un mejor Estado, se trata de traer a la política de vuelta que responda a los desafíos de lograr continuidad y ruptura en democracia.
De allí la importancia de recolocar el desarrollo de otra manera con amplitud de miras, a paso y medida que se reconstruye el orden económico internacional con una profunda identidad latinoamericana y caribeña, que nos debe inducir a abordar la agenda del desarrollo desde la perspectiva de los países que forman nuestra región, desde la periferia con rebelión contra el pensamiento céntrico.
Señor presidente, queridos amigos. El esfuerzo por construir bienestar, por apuntalar el desarrollo social no es ejercicio teorico, son esfuerzos que refieren a rostros concretos.
Desatan cuando hacen bien su tarea, el potencial creador de muchas y muchos condenados por el modelo imperante a escamotear sus proyectos de vida.
Y la historia nos demuestra tantas veces, de manera tan categorica la tremenda diferencia que supone abrir oportunidades, reconocer la potencia transformadora de aquellos siempre condenados al olvido y la marginación. De poner rostros concretos al cambio.
Permitanmme ilustrar esto con una breve historia.
Hace 166 años, un hombre sencillo, con marcados rasgos indígenas, tributo de su estirpe zapoteca, desembarcaba penosamente de un buque mercante que atracaba en el puerto de Acapulco.
Su estado era penoso, durante las últimas semanas de su periplo había sobrevivido apenas gracias a la generosidad de los marinos, conmovidos por la dignidad de tan pobre pasajero.
Al llegar al fin a Acapulco, nuestro viajero logró dar pronto con el cuartel general de la rebelión que intentaba terminar con el gobierno vergonzante de Santa Anna, el que a esas alturas había perdido ya la mitad del territorio original del México independiente.
Sucio y casi en harapos, se presentó ante el coronel Diego Álvarez, con las palabras siguientes: “Sabiendo que aquí se pelea por la libertad, he venido a ver en qué puedo ser útil”.
Diego Álvarez lo presentó a su padre, el cacique de Guerrero, como un recluta casual que al escuchar que ese indio de mediana edad sabía leer y escribir, lo utilizó en la secretaría del movimiento, hasta que varios días después llegó una carta dirigida al “licenciado Benito Juárez”.
—Aquí hay un pliego con su nombre –le dijo Diego Álvarez al secretario vestido de calzón de manta. ¿Es usted licenciado? — Sí, señor.
—¿No fue acaso usted usted el gobernador de Oaxaca? —Sí, señor.—¿Por qué no me lo había dicho? –exclamó Álvarez, sofocado de vergüenza.
—¿Para qué? ¿Qué tiene de particular? –respondió con total transparencia aquel hombre excepcional.
El mismo, que aprendió el castellano ya en su adolescencia, el que se convirtió en el primer abogado titulado en su estado, y luego en su gobernador.
El mismo que en la lejana fecha de 1858 se convertiría en el primer presidente indígena de América Latina, y en el mejor mandatario que registre la historia de esta patria.
Modestia, austeridad, coherencia, convicción y voluntad son los atributos de Juárez que imprimió al carácter de la república que ayudo a parir.
Esta casa, la que hoy generosamente nos ha abierto el presidente López Obrador, fue también, la casa de ese coloso de nuestra historia.
En estas salas y pasillos, hombres y mujeres de esa estatura, imaginaron y construyeron caminos a una sociedad de progreso, democrática e inclusiva también con dolorosos desvíos.
Pero ahí esta Juárez, para recordarnos que, en nuestro origen, en nuestra semilla no esta inscrito el destino de la miseria y la desigualdad.
Como lo imagino Juárez, y como se empeña cada día usted, señor presidente López Obrador, el momento para actuar es ahora, para impulsar y acelerar la implementación de la dimensión social de la Agenda 2030 y combatir la huella social del actual modelo de desarrollo en la región. Nuestro futuro se está jugando hoy. No tenemos tiempo que perder para avanzar en lo posible y en lo imposible por el bienestar presente y la posibilidad de seguir pensando en un futuro de oportunidades, sueños, derechos y justicia para todas y todos.
Muchas Gracias