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Inauguración del curso de capacitación "Educación para el Desarrollo Sustentable: el Territorio como un espacio educativo"

13 de Enero de 2014|Discurso

Intervención de Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la CEPAL.

 

 

Intervención de Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, en la inauguración del Curso de capacitación "Educación para el Desarrollo Sustentable: el Territorio como un espacio educativo"

Sala Celso Furtado, CEPAL

13 de enero de 2014

 

María Ignacia Benítez Pereira, Ministra de Medio Ambiente, Gobierno de Chile

Gisela Godinez Sazo, Embajadora de Guatemala en Chile

María Del Carmen Nasser de Ramos Embajadora de Honduras en Chile

Takashi Ito, Representante Residente de la Agencia de Cooperación Internacional del Japón (JICA)

Pablo García Aguirre, Jefe del Departamento de Formación y Becas de la Agencia de Cooperación Internacional, Gobierno de Chile

Señores representantes de los países miembros

Colegas del sistema de las Naciones Unidas

Colegas de la CEPAL

Señoras y Señores

 

Sean todos ustedes muy bienvenidos a la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la casa grande de las Naciones Unidas en nuestra región. Un saludo especial a Maria Ignacia Benitez, Ministra de Medio Ambiente y a las queridos embajadoras de Guatemala y Honduras. Saludo también a los representantes de la cooperación de Japón y de Chile.

Quisiera iniciar estas palabras convocando entre nosotros la inteligencia clara de un bahiano universal, el maestro Milton Santos. En una de sus obras fundamentales, El Retorno del Territorio, Santos nos provocaba y decía: “Vivimos con una noción de territorio heredada de la modernidad incompleta y de su legado de conceptos puros, muchas veces prácticamente intangibles atravesando los siglos. Es el uso del territorio, y no el territorio en sí mismo, lo que lo hace objeto de análisis social. Se trata de una forma impura, un híbrido, una noción que, por ello, requiere constante revisión histórica. Lo que tiene de permanente es ser nuestro cuadro de vida. Su entendimiento es, pues, fundamental para alejar el riesgo de alienación, el riesgo de pérdida del sentido de la existencia individual o colectiva, el riesgo de renuncia al futuro.”

Como Santos, nos rebelamos, desde este espacio de convergencia del pensamiento latinoamericano y caribeño, desde estas paredes consagradas a construir una mirada propia, nuestra, sobre los desafíos peculiares de nuestro desarrollo, no renunciamos al futuro, nos empeñamos en cambio a calzarle cimientos firmes, a teñirlo de colores fuertes: igualdad, justicia, sustentabilidad.

La CEPAL tiene como misión hoy la consolidación de un enfoque integrado para el diseño e implementación de política pública considerando las dimensiones económicas, sociales y ambientales, dando origen a una visión y un mandato en favor de la sostenibilidad regional del desarrollo.

Particularmente importante resulta para CEPAL y la División de Desarrollo Sostenible y Asentamientos Humanos la colaboración con los gobiernos en el cumplimiento de las metas de la declaración del milenio.

El diagnóstico muestra que la inversión en mejorar la institucionalidad y la legislación ambiental no es suficiente y que, como en otras regiones del mundo, el mayor desafío es lograr que las instituciones dedicadas a cada uno de los tres pilares del desarrollo actúen de manera integrada y coherente hacia la sostenibilidad.

De particular importancia es que el sistema económico funcione a favor de la sostenibilidad y no en su contra.

El examen de los principales indicadores revela que América Latina y el Caribe logró avances importantes hacia el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, particularmente en las metas de reducción de la pobreza extrema, el hambre y la desnutrición, la mortalidad infantil y el acceso al agua.

Estos progresos, sin embargo, no son suficientes para cerrar las brechas y superar los rezagos que han caracterizado a la región. El desarrollo de las dos últimas décadas pone claramente de manifiesto sus deficiencias estructurales.

Digámoslo con claridad: No basta con el crecimiento económico si este no incorpora beneficios sociales ni la relación intrínseca que tiene con el medio ambiente y su protección, y el desacople en el uso de energías contaminantes;

No basta con reducir la pobreza y el hambre si al mismo tiempo perduran las desigualdades estructurales sobre la base del género, la etnia y el territorio, que hacen de América Latina y el Caribe la región más desigual del mundo;

No basta con lograr mayor productividad si no se traduce en una mayor creación de empleo decente, de alto valor agregado y con pleno acceso a los derechos laborales básicos;

No basta proveer educación si no es de calidad y no permite la inserción laboral, una mayor conciencia cívica, una participación política informada y una mejor integración en la sociedad;

No basta con extender la atención médica si no está al alcance de todos, no se mejora la calidad de la dieta y no se otorga protección frente a los riesgos del entorno;

No basta con la incorporación de las mujeres al mercado laboral si no se enfrenta la discriminación basada en el género y se asegura su autonomía física y empoderamiento y se respetan sus derechos reproductivos;

No basta con un Estado que logra finanzas públicas ordenadas y una macroeconomía que mantiene bajo control la inflación si no cumple cabalmente su rol de orientador del desarrollo sostenible en el largo plazo, para lo que se requiere cambiar la estructura impositiva y elevar la recaudación;

No basta con una política social asistencial focalizada si no va acompañada de una política pública de protección social de carácter universal para reducir la vulnerabilidad de la población e interrumpir los mecanismos de transmisión de la exclusión social y la desigualdad.

Estas no son condenas ineludibles. Hay caminos distintos.

Por eso, desde la CEPAL, proponemos crecer con menos heterogeneidad estructural y más desarrollo productivo, e igualar potenciando capacidades humanas y movilizando energías desde el Estado.

Proponemos remediar las tremendas disparidades espaciales mediante sociedades más integradas en torno a dinámicas productivas, con sinergias sociales y territoriales positivas.

Proponemos fortalecer la protección de las personas mejorando tanto los mercados laborales como las transferencias y la gestión públicas.

Proponemos proteger el medio ambiente, solidarizando con las generaciones venideras, que vivirán en un escenario más incierto, fruto del cambio climático y con mayor escasez de recursos naturales.

Amigas y amigos, hay que crecer para igualar e igualar para crecer. En el horizonte estratégico del largo plazo, la igualdad, el crecimiento económico y la sostenibilidad ambiental tienen que ir de la mano.

En esta perspectiva, estomos persuadidos de que la educación para el desarrollo sostenible guarda relación con todos los problemas de sostenibilidad y todos los agentes de la sociedad, y no sólo con los interesados del sector de la educación.

Hace 20 años, se incluyó el “Fomento de la educación, la capacitación y la toma de conciencia” entre los 40 capítulos de la Agenda 21, que es el documento oficial de la Cumbre de la Tierra, celebrada en 1992 en Río de Janeiro. Como entonces, la educación para el desarrollo sostenible cobra pertinencia día a día, ya que todavía queda mucho por hacer para invertir las tendencias negativas (por ejemplo, la degradación de los ecosistemas y el aumento de las desigualdades sociales y económicas)

Esta urgencia alumbró conciencias en la dimensión multilateral. En diciembre de 2002, las Naciones Unidas asumieron una tarea ambiciosa al proclamar el Decenio de las Naciones Unidas de la Educación para el Desarrollo Sostenible (2005-2014) y designar a la UNESCO como organismo principal de su celebración. La tarea explícita era clara: promover un mundo más sostenible a través de diferentes formas de educación, formación y actividades de concienciación pública. Una oportunidad para revisar a fondo nuestras formas de afrontar los retos mundiales.

El Decenio de las Naciones Unidas de la Educación para el Desarrollo Sostenible promueve un ideal de comunidad mundial más sostenible y justo mediante diferentes actividades de educación, concienciación pública y formación, y sirve para poner de relieve la contribución esencial de los programas de educación y formación para la vida activa, que permiten a las comunidades concebir soluciones locales sostenibles para los problemas asociados con la pobreza y la vulnerabilidad.

Se pretende que el Decenio tenga un amplio alcance y repercusiones de gran calado. El Decenio ofrece a los gobiernos nacionales la ocasión de reorientar la educación, la formación e incluso la gestión, para lograr que cada ciudadano se preocupe por la sostenibilidad del mundo.

El documento final de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible realizada en Rio de Janeiro, Brasil en junio de 2012 (Rio+20) titulado “El futuro que queremos” destaca la importancia destaca el papel que tendrán la educación para el desarrollo sostenible en la agenda de desarrollo post 2015.

Allí, los países signatarios destacan que las organizaciones regionales y subregionales, incluidas las comisiones regionales de las Naciones Unidas y sus oficinas subregionales, pueden contribuir decisivamente a promover la integración equilibrada de las dimensiones económica, social y ambiental del desarrollo sostenible en sus respectivas regiones.

 

A esto suman una serie de resoluciones sustantivas:

Promover la educación para el desarrollo sostenible e integrar el desarrollo sostenible de manera más activa en la educación más allá del Decenio de las Naciones Unidas de la Educación para el Desarrollo Sostenible.

Reconocer “que las generaciones más jóvenes son custodios del futuro, así como la necesidad de una mejor calidad y acceso a la educación después del nivel primario. Por tanto, deciden mejorar la capacidad de nuestros sistemas educativos a fin de preparar a las personas para que puedan lograr el desarrollo sostenible¨.

Ponen de relieve “la necesidad de crear una mayor capacidad para el desarrollo sostenible y, en este sentido, solicitan el fortalecimiento de la cooperación técnica y científica, incluidas la cooperación Norte-Sur y Sur-Sur y la cooperación triangular”.

Reiteran “la importancia de desarrollar los recursos humanos, incluidos la formación, el intercambio de experiencias y conocimientos, la transferencia de conocimientos y la asistencia técnica para la creación de capacidad, lo que implica fortalecer la capacidad institucional, incluidas las capacidades de planificación, gestión y supervisión”.

Alientan “la participación y la representación de hombres y mujeres científicos e investigadores de países desarrollados y en desarrollo en los procesos relacionados con la evaluación y el seguimiento mundiales del medio ambiente y el desarrollo sostenible, con el propósito de fortalecer las capacidades nacionales y la calidad de la investigación para los procesos de toma de decisiones y formulación de políticas.

Es en el espíritu de ese mandato que se inscribe el curso que hoy inauguramos.

Una de las características más sobresalientes del desarrollo en el siglo pasado fue el cambio en los patrones de producción distribución y consumo asociados al mundo rural y agrícola por otro vinculado con el desarrollo industrial y de los servicios.

En América Latina, actualmente cerca del 80 por ciento de la población reside en centros urbanos, lo cual la convierte en la región más urbanizada del mundo, y se estima que esta proporción aumentará a 85 por ciento en 2030.

Esto demanda un mejoramiento constante de la infraestructura y equipamiento urbanos para la producción de bienes y servicios a las personas en cantidad y calidad cada vez mayores.

En cuanto al acceso a bienes y servicios, la región ha avanzado significativamente en materia de expansión de los servicios de agua potable y saneamiento. Ha habido un ligero aumento en la proporción de la población urbana que utiliza fuentes mejoradas de abastecimiento de agua potable (del 95% en 1990 al 97% en 2008) y un incremento más significativo en las áreas rurales (del 63% al 80%). En cuanto a saneamiento, la proporción de la población urbana que utiliza instalaciones de saneamiento mejoradas ha aumentado del 81% en 1990 al 86% en 2008, mientras que en las áreas rurales ha pasado del 39% en 1990 al 55% en 2008.

La gran mayoría de los países de América Latina y el Caribe cuenta con cobertura eléctrica superior al 80% y, en algunos casos, cercana al 100%.

En los últimos 20 años ha bajado significativamente la proporción de personas que viven en tugurios en América Latina y el Caribe, pasando del 34% en 1990 al 24% en 2010.

Las desigualdades territoriales y sociales se entrelazan en una relación dialéctica.

En los países de la región, las diferencias entre territorios en cuanto a sus niveles de ingresos, pobreza, productividad, acceso al bienestar y dotación de recursos naturales contribuyen a los contrastes agregados que esos indicadores muestran en el ámbito nacional.

Para lograr una mayor igualdad es indispensable reducir las brechas entre los territorios. De ahí la importancia de políticas que contemplen no solo la convergencia productiva, sino también la convergencia espacial.

Reconociendo la importancia de los asentamientos humanos en la agenda de desarrollo sostenible, y reafirmando nuestra convicción de que “el territorio sí importa” a la hora de cerrar brechas y alcanzar la igualdad en los países de la Región, la CEPAL ha establecido la Unidad de Asentamientos Humanos, dentro de la División de Desarrollo Sostenible y Asentamientos Humanos.

La nueva Unidad estará encargada de examinar y generar recomendaciones conducentes a un desarrollo sostenible en el ámbito urbano y territorial con sentido inclusivo, sostenible y de calidad. Se abocará al análisis de temas como la planificación urbana y territorial, la edificación, la producción y consumo de espacios y servicios públicos, la cobertura y calidad de la infraestructura urbana y su adecuada provisión, la movilidad urbana, y la mitigación de los impactos sobre la salud y el ambiente, entre otros temas de especial relevancia para el desarrollo sostenible.

Entendemos este momento como una partida. La CEPAL seguirá colaborando y apoyando la consolidación de formas de gestión urbano-territorial que sirvan de base para el desarrollo económico, social y ambiental de los países de la región. Para nosotros es un compromiso de trabajo conjunto en favor del desarrollo humano en el contexto de los actuales desafíos a nivel global.

Muchas gracias