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(7 de septiembre, 2011) Autoridades y representantes de 28 países de América Latina y el Caribe, expertos internacionales y miembros de la sociedad civil, comenzaron hoy en la sede de la CEPAL en Santiago, Chile, los debates para acordar un posición común de cara a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible (Río+20), que se realizará en Río de Janeiro, Brasil, en junio de 2012.
La Reunión Regional Preparatoria para América Latina y el Caribe de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible, Río+20, que se extenderá hasta el viernes 9 de septiembre, fue inaugurada por Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, junto a autoridades de los gobiernos de Brasil, sede de la conferencia global, y Chile, sede de este encuentro regional, y funcionarios de alto nivel de organismos del sistema de las Naciones Unidas que trabajan temas de desarrollo y medio ambiente, en presencia de altos representantes de todos los países de América Latina y el Caribe.
Participaron en la apertura representantes de grupos principales de la región, entre ellos mujeres, trabajadores, campesinos, indígenas, empresarios, jóvenes y otras ONG, cada uno con propuestas concretas.
En sus debates, los delegados asistentes examinarán los avances alcanzados y las brechas que persisten en la región en materia de cumplimiento de los diversos compromisos de desarrollo sostenible suscritos a nivel mundial y formularán propuestas de cara a la cumbre global.
"Esta reunión nos ofrece la posibilidad de plantear una agenda de desarrollo desde el Sur, que tenga su base conceptual en la sostenibilidad, y que coloque en el centro a la igualdad social. Una agenda más equilibrada, que incluya los intereses de los países desarrollados, pero sobre todo de los países en desarrollo", dijo Alicia Bárcena. "Esta agenda debe respetar este multilateralismo real y efectivo para garantizar los bienes públicos globales como la paz, la estabilidad financiera, la protección frente a las pandemias y la seguridad climática, en el marco del principio de las responsabilidades comunes pero diferenciadas", añadió.
Agregó que la conjunción de la crisis financiera con la alimentaria y climática, con graves efectos para los más vulnerables, plantea además dilemas éticos y hacen pensar que sus efectos serán de carácter estructural. "De manera inequívoca podemos afirmar que esta no es una época de cambios, sino un cambio de época. Vivimos momentos de enorme incertidumbre y confusión", recalcó.
Fernando Schmidt, Subsecretario Subrogante de Relaciones Exteriores de Chile, indicó que "en la actual coyuntura internacional, esta es la ocasión para que la región reafirme su compromiso con el multilateralismo y afiance su papel como puente entre el mundo en desarrollo y el mundo desarrollado".
Por su parte, Luiz Alberto Figueiredo, Subsecretario General de Medio Ambiente, Energía, Ciencia y Tecnología del Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil, declaró que la Conferencia Río+20 no sólo analizará el progreso realizado desde 1992, sino que también pondrá su mirada en los años posteriores a 2012. "En Río tendremos una ocasión única para mirar el futuro y definir cuál es la visión colectiva que queremos como región para el desarrollo de nuestros pueblos", señaló.
En la primera jornada de la reunión se presentó el documento interagencial La sostenibilidad del desarrollo a 20 años de la Cumbre para la Tierra: Avances, brechas y lineamientos estratégicos para América Latina y el Caribe, elaborado con aportes de 19 organismos, agencias y programas de las Naciones Unidas, y coordinado por la CEPAL.
Los organismos, fondos y programas de las Naciones Unidas que participaron en el documento son: Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Programa de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos (ONU-Hábitat), Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), Entidad de las Naciones Unidas para la Igualdad entre los Géneros y el Empoderamiento de las Mujeres (ONU-Mujeres), Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH), Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/SIDA (ONUSIDA), Centro de las Naciones Unidas para el Desarrollo Regional (UNCRD), Programa Mundial de Alimentos (PMA), Organización Panamericana de la Salud (OPS), Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos (UNOPS), Organización Internacional del Trabajo (OIT), Organización Mundial del Turismo (OMT), Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), Programa de ONU-Agua para la Promoción y la Comunicación en el marco del Decenio y Mecanismo Mundial de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación.
Este informe hace un diagnóstico de la situación regional y propone lineamientos estratégicos para que los países latinoamericanos y caribeños puedan transitar hacia el desarrollo sostenible.
El estudio señala que si bien se han alcanzado grandes progresos desde la Cumbre para la Tierra de 1992, aún no se logra un cambio en el modelo que permita avanzar simultáneamente en las dimensiones social, económica y ambiental del desarrollo.
En los últimos 20 años se constata en los países de la región una reducción de las personas en situación de pobreza y una disminución de la desigualdad en la distribución del ingreso, así como un aumento del índice de desarrollo humano (IDH), de la superficie de áreas protegidas y el éxito en la eliminación del consumo de sustancias que agotan la capa de ozono.
Sin embargo, muchas de las mejoras son tímidas o relativas: los niveles de pobreza e indigencia de la región se mantienen elevados (180 millones de personas en 2010) y no se ha cerrado la brecha con los países desarrollados. Aún hay más de 100 millones de habitantes que viven en tugurios y muchos siguen careciendo de acceso a servicios básicos y a una adecuada atención de salud.
Entre 1990 y 2006 se registró una reducción del número de personas que sufren hambre, pero ésta se detuvo con la crisis alimentaria de 2007-2008 y la crisis económica de 2008-2009, y hasta ahora no se ha recuperado.
Por otro lado, en América Latina y el Caribe la intensidad energética ha bajado muy lentamente en relación con otras regiones y si bien entre 1990 y 2009 la proporción de áreas marinas y terrestres protegidas en la región se duplicó -lo que denota un compromiso creciente con la conservación de la biodiversidad- ésta sigue seriamente amenazada por las actividades humanas en todos los niveles.
El estudio agrega que el cambio climático representa un nuevo reto al desarrollo de la región. Excluidas las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) provenientes del cambio de uso de suelo, la región aporta solamente 8% de las emisiones globales. Sin embargo, los impactos esperados a partir de 2050 son significativos sobre la agricultura, como efectos asociados a eventos meteorológicos extremos, con fuertes repercusiones socioeconómicas, especialmente en Centroamérica y el Caribe.
Entre los lineamientos estratégicos, el documento señala la necesidad de alinear las políticas de protección social, de disminución de riesgos a la seguridad humana y de aumento de la calidad de vida con actividades económicas de menor impacto ambiental; hacer más visibles los costos ambientales y sociales de las decisiones económicas; desarrollar políticas sobre la base de un proceso más participativo y mejor informado; y fortalecer la educación, la ciencia y la tecnología a fin de construir capital humano para la sostenibilidad.
Finalmente indica que la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible (Río+20) representa una oportunidad de reflexión para que los países de la región tomen medidas y logren acuerdos para avanzar hacia un modelo de desarrollo que asegure las necesidades del presente sin comprometer los recursos y posibilidades de las futuras generaciones.
Asimismo, insta a los países desarrollados y en desarrollo a fomentar el trabajo mancomunado, en el marco de una efectiva alianza global, por definirse en Río en 2012, con miras a lograr avances sustantivos hacia la sostenibilidad del desarrollo.
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