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Revolución de los datos para el desarrollo inclusivo y sostenible

27 de abril de 2015|Columna de opinión

Columna de opinión de Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la CEPAL (abril 2015).

 

 

La revolución digital, uno de los mayores cambios de paradigma a nivel global, impacta fuerte y transversalmente en todas las actividades de nuestras sociedades. Esto ha generado un  crecimiento exponencial del volumen y del tipo de datos existentes, que son producidos a gran velocidad y en forma continua por personas, máquinas y sensores, por transacciones electrónicas y por el uso de internet, entre otras fuentes. En paralelo, existe hoy una mayor demanda por información cada vez más desagregada, actualizada y oportuna.

A las fuentes tradicionales de datos e indicadores –como los censos y las encuestas de los sistemas nacionales de estadísticas oficiales–, se han añadido otras, potenciadas por las tecnologías de la información y de las comunicaciones (TIC), el uso masivo de dispositivos móviles, el internet de las cosas y la economía digital. Todo ello ha dado lugar a los denominados grandes datos (Big Data).

Big Data va más allá de los sistemas informáticos de acumulación de grandes volúmenes y nuevos tipos de datos. Es parte de un nuevo ecosistema digital. Su uso, mediante herramientas analíticas de datos estructurados y no estructurados, permite mejorar la toma de decisiones en áreas críticas del desarrollo, como atención de la salud, empleo, productividad, combate a la delincuencia,  seguridad y manejo de los desastres naturales.

Debido a las crecientes demandas ciudadanas por mayor transparencia, acceso a la información y mecanismos efectivos de rendición de cuentas, se han desarrollado además múltiples iniciativas orientadas a la apertura de datos (open data).

Estos fenómenos constituyen la llamada revolución de los datos, que es ya una realidad, no una alternativa. El desafío de nuestras sociedades es comprender este proceso: debemos crear conciencia sobre sus potencialidades, riesgos y desafíos, así como definir prioridades.

Este nuevo paradigma replantea los equilibrios de poder por el surgimiento de nuevos actores que hacen un uso estratégico de los datos, y cuestiona las formas en que los actores públicos, el sector privado y la sociedad civil actúan, como señalamos en el informe Un mundo que cuenta, del Grupo de Expertos convocados por el Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Este año, la ONU adoptará una nueva agenda de desarrollo para después de 2015, donde se integrarán las dimensiones económica, social y ambiental, y se definirán los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). ¿Cómo lograr que la revolución de los datos sea un vector de esta nueva agenda de desarrollo?

Primero, es imprescindible que sea un instrumento para cerrar las brechas tanto socioeconómicas como de accesibilidad a los recursos digitales. Segundo, debe hacerse eco de las voces y las poblaciones más desfavorecidas y marginadas, así como de sus necesidades por servicios y acciones públicos.

A su vez, la revolución de los datos conlleva riesgos importantes, en particular en términos de privacidad y de asegurar el anonimato de los datos en una forma agregada, por lo que es necesario contar con estándares y marcos normativos.

Hasta ahora el sector privado ha liderado la revolución de los datos gracias a su inversión en infraestructura y, especialmente, por su habilidad para innovar y generar, almacenar y procesar gran cantidad de nuevos datos. A nivel social, urge dar más espacio a la ciudadanía empoderada -que demanda información confiable y abierta en tiempo real-, para que siga contribuyendo a la generación de soluciones innovadoras a problemas sociales.

Los gobiernos, instituciones públicas y los sistemas nacionales de estadísticas oficiales no deben quedarse al margen, adecuando sus capacidades de forma urgente. Se trata de una oportunidad para disponer de nuevas herramientas que faciliten la toma de decisiones y orienten una agenda de desarrollo sostenible e inclusiva.

El principal desafío de nuestras sociedades es convertir la revolución de los datos en un potente catalizador de una nueva ecuación entre Estado, mercado y sociedad, con nuevas alianzas entre los gobiernos, el sector privado, la academia y las organizaciones de la sociedad civil. Es asimismo fundamental fomentar iniciativas innovadoras en el marco del nuevo ecosistema digital y de la agenda de desarrollo sostenible para el bien común.