Descripción
Durante la década de 1990 las corrientes mundiales de IED han experimentado un crecimiento notable, de un promedio anual de 142 000 millones de dólares entre 1985 y 1990 a más de 350 000 millones en 1996. Un aspecto clave de este proceso es la progresiva orientación del flujo internacional de IED hacia los países en desarrollo, cuya participación en el total anual a nivel mundial aumentó de 14.9% en 1990 a 37.8% en 1996. En los años noventa, las reformas y la estabilidad macroeconómica mejoraron significativamente la percepción que tenían los inversionistas extranjeros de América Latina y el Caribe. Esto se tradujo en una mayor participación del capital de largo plazo, especialmente de la IED en el ingreso regional, así como de una más adecuada capacidad de reacción ante los cambios externos. Estos logros quedaron en evidencia en la rápida reversión del panorama regional luego de la crisis financiera que afectara a México a finales de 1994. Entre principios de julio y mediados de octubre de 1997, varias de las principales economías del sudeste asiático se vieron enfrentadas a graves problemas económicos. En un primer momento, con la crisis del peso aún en la memoria, los efectos globales de las dificultades surgidas en Asia fueron bastante duros para América Latina. El impacto fue particularmente fuerte en Brasil, y algo más leve en Argentina, México y Perú. En general, pese a los efectos negativos de la crisis asiática, tanto comerciales como de financiamiento externo, hasta ahora las economías latinoamericanas han logrado responder por la región en 1997 (5.3% de crecimiento del PIB y una inflación inferior a 11%). En parte, esto ha sido posible gracias a la disminución de la vulnerabilidad financiera, resultado a su vez del cambio en la composición del ingreso de capital, en el que la IED ha adquirido una importancia creciente, y del mejor desempeño del sistema bancario en los últimos años. Los efectos de la crisis asiática aún no se han reflejado en las corrientes de IED hacia América Latina y el Caribe. La estabilización macroeconómica, la apertura comercial y financiera, los amplios programas de privatización, la liberalización de los marcos regulatorios aplicados a las inversiones privadas, y los procesos de integración regional han modificado sustancialmente el ambiente de negocios en América Latina y el Caribe, porque han estimulado invertir a empresas nacionales e internacionales que ya operaban en la región y a otras que recién comenzaban a hacerlo. Por lo tanto, a pesar de la gravedad de la crisis financiera de México y las perturbaciones que se originaron en Asia, el flujo de IED siguió registrando un sostenido crecimiento, hasta alcanzar en 1997 un récord histórico que se ha estimado en 50 000 millones de dólares. En el presente informe se intenta precisar las características que ha asumido esta nueva expansión de las corrientes de IED en la región, en la que destacan aspectos tales como la compra de empresas privadas, las nuevas políticas de privatización, el peso de los costos sumergidos ("hundidos") y las estrategias corporativas.""