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Nuevo estudio publicado por la CEPAL concluye que productividad de empresas de la economía social puede ser mayor a la de empresas convencionales

15 de diciembre de 2022|Nota informativa

El estudio utiliza estimaciones de funciones de producción con tecnología variable, incluyendo variables de control como territorio y actividad económica realizada por la empresa

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En el marco del proyecto “Desarrollo productivo y heterogeneidad espacial en América Latina: instituciones y desarrollo de capacidades en la programación e implementación de políticas productivas regionales”, apoyado y financiado por la Unión Europea, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) publicó este mes el documento “Productividad comparada de las empresas de la economía social en Chile”.

El estudio, que analiza la productividad de distintos tipos de empresas de la economía social en Chile (empresas sin fines de lucro, cooperativas y empresas certificadas), y los compara con los de empresas convencionales con fines de lucro, busca determinar si estas categorías poseen un nivel de productividad total de los factores mayor o menor al de las empresas tradicionales.

El estudio realiza una revisión histórica y conceptual, tanto de la economía social como solidaria, diferenciando estas definiciones en cuanto qué tipo de organizaciones forman parte de cada una. En Chile, en tanto, si bien no existe una definición legal del sector de economía social, este se diferencia, por ejemplo, de la economía comunitaria, debido a que la primera se enmarca en organizaciones y empresas cuya actividad principal es económica y se enfoca en actividades comerciales y en la venta de bienes y servicios.

En el documento se evalúa la productividad comparada, entre 2005 y 2020, de empresas sin fines de lucro (fundaciones y asociaciones de personas), cooperativas, y empresas certificadas (empresas B), es decir, aquellas donde la empresa se guía por valores de desarrollo humano.

Según datos del Servicio de Impuestos Internos (SII), en 2005 las empresas de la economía social representaban un 0,24% del número de empresas, mientras que en 2020 esta cifra ascendió a 0,8%, triplicando su participación en la masa empresarial nacional. Asimismo, en lo que respecta al empleo formal, la participación de este tipo de empresas aumentó del 0,8% en 2005 a un 2,4% en 2020.

De acuerdo a lo explicado en el estudio, un 82% de las empresas de la economía social son las sin fines de lucro y representan, además, un 85% del empleo en el sector de la economía social.

Al realizar la comparación, utilizando funciones de producción que permiten la consideración de las diferentes tecnologías que usan cada tipo de empresa, y teniendo en consideración variables de diversa índole que influyen en el nivel de producción como son el capital, el número de ocupados, el territorio donde se encuentran y el sector de la actividad económica, se encuentra que las empresas certificadas o empresas B son significativamente más productivas que las tradicionales, que las empresas sin fines de lucro tienen una productividad igual o mayor a la de una empresa convencional, y que las cooperativas se encuentran en un nivel de productividad más bajo en comparación a las empresas convencionales.

La menor productividad de las cooperativas está también documentada en la literatura especializada. Este hecho hace necesario que, en el entendido de que las cooperativas representan un modelo empresarial deseable no por la productividad, sino porque permiten una mayor estabilidad del empleo ante crisis económicas, fortalecen la agencia de los trabajadores, la capacidad de tomar decisiones estratégicas, de trabajar de forma colaborativa, permitiendo la creación de comunidades y el crecimiento del sentido de pertenencia, entonces la productividad se convierte en un factor a mejorar si lo que se busca es la estabilidad y crecimiento del sector.