Nota informativa
Palabras de Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, en la inauguración de la Reunión Conjunta de los Países Miembros de la CEA y Miembros del Comité Regional de las Naciones Unidas sobre la Gestión Global de Información Geoespacial para las Américas (UN-GGIM-Américas)
Miércoles 5 de abril
Santiago de Chile
CEPAL
Mario Palma, Vicepresidente del Instituto Nacional de Estadística y Geografía de México (INEGI) en su calidad de Presidente del Comité Ejecutivo de la Conferencia Estadística de las América de la CEPAL,
Rolando Ocampo, Presidente del Comité Regional de la Iniciativa de las Naciones Unidas sobre la Gestión Mundial de la Información Geoespacial para las Américas,
Representantes de los Gobiernos de la región,
Representantes de las organizaciones públicas y privadas sobre información geoespacial,
Representantes de organismos internacionales,
Colegas del sistema de Naciones Unidas en Chile y de la CEPAL,
Amigas y amigos,
Hace 475 años, el primer Virrey de la Nueva España, que sería después también Virrey del Perú, Antonio de Mendoza, enfrentaba con urgencia el desafío de construir un relato completo, detallado y útil del nuevo país a su monarca, el habsburgo Carlos V.
Mendoza encargó entonces a un grupo de escribas mexicas, dibujar la relación de los datos que permitiesen, al otro lado del Atlántico, hacerse una idea precisa de los usos y costumbres, las ciudades, la alimentación, los tributos, la historia y la arquitectura del imperio de Anáhuac, recién conquistado.
No era una idea peregrina, por siglos había sido la forma en la que los mandatarios aztecas habían registrado la información esencial de la marcha del gobierno, la base de datos de la que se servían para el diseño cotidiano de la política pública.
Concluida la tarea, el Códice Mendoza sumó setenta y ocho folios, cuidadas y coloridas infografías a las que una mano castiza incorporó leyendas explicativas en español.
La primera de sus páginas ilustra, con trazos delicados, el primer mapa conocido de la fundación de México Tenochtitlán. Le ponía rostro al territorio.
Y es que entonces como ahora, el lugar importa, todo ocurre en algún sitio y las actividades humanas y los fenómenos naturales van dejando huella en el territorio. Entonces como ahora, comprender la ubicación es un componente fundamental para la toma de decisiones.
Hoy somos todos quienes de alguna u otra forma alimentamos a los agregadores de información a través de las empresas dedicadas a los grandes datos y muchos más actores los que se sirven de esa información sobre lo que hacemos y donde lo hacemos, que va dejando huella a través de teléfonos portátiles y las redes sociales.
Ha cambiado la tecnología y la estructura de poder. La información y su dimensión geoespacial construyen nuevos mapas móviles. Una nueva dimensión de la infraestructura, vital para la toma de decisiones, desde la planificación a largo plazo hasta la respuesta en emergencias.
Este salto está en marcha, y frente a él, América Latina y el Caribe no se pueden permitir quedar atrás.
Hace casi un año atrás, en el marco de su trigésimo sexto Período de Sesiones, la CEPAL recomendó establecer un espacio de diálogo entre la Conferencia Estadística de las Américas y el Comité Regional de la Iniciativa de las Naciones Unidas sobre la Gestión Mundial de la Información Geoespacial para las Américas, con el fin de coordinar esfuerzos y definir una agenda conjunta para la integración de información estadística y geoespacial por medio de la colaboración entre ambas instancias.
Nada más oportuno para nuestra región que avanzar en esta disciplina que se ocupa de la gestión de información geográfica mediante tecnologías de la información y la comunicación. Porque la humanidad hoy necesitará de todos los instrumentos disponibles para transformar nuestros estilos de desarrollo, de producción, consumo y convivencia para alcanzar un desarrollo sostenible tal como nos lo plantea la Agenda 2030 acordada por los 193 países en el seno de las Naciones Unidas.
Esta agenda conjunta tiene como objetivo inmediato su aplicación en la medición, monitoreo y logros de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, ya que, para intervenir y mejorar la sostenibilidad del desarrollo, es importante focalizar las acciones en aquellos espacios donde se verifican los principales problemas de la región, tales como la marginación, el hambre y otras carencias críticas, la desigualdad y los deterioros ambientales. Vivimos la agudización de la crisis ambiental con mayor incidencia de desastres naturales especialmente en el Caribe. En tanto irrumpe imparable una nueva revolución tecnológica que, al mismo tiempo que abre opciones para la sostenibilidad, genera tensiones en los mercados laborales por el temor al desplazamiento de trabajadores a medida que se expanden las nuevas tecnologías.
De ahí la importancia de la convergencia de la referenciación estadística con su correlato geoespacial utilizando las tecnologías más avanzadas pero dentro del marco de la disciplina que ofrecen los Sistemas Nacionales de Estadística y Geografía.
La dimensión espacial y geográfica de los datos estadísticos es un atributo que refiere a la gran mayoría de los fenómenos sociales, económicos y ambientales que tienen impronta sobre el territorio. Es por ello que la expresión geográfica y la distribución espacial de los datos estadísticos agregan conocimiento al análisis y la interpretación de los fenómenos que queremos entender, dimensionar e intervenir mediante las políticas públicas.
Los datos estadísticos tradicionales, generados a partir de fuentes tales como encuestas o registros administrativos, pueden y deben ser georeferenciados y posteriormente utilizados para elaborar mapas temáticos, atlas o integrar Sistemas de Información Geográfica (SIGs). Tales productos le agregan valor a los datos al incorporar la dimensión espacial a los atributos cualitativos y cuantitativos y permiten una toma de decisiones más ajustada a la realidad.
De manera particular, los datos generados a partir de la percepción remota como son aquellos sobre la extensión de los bosques, contienen la dimensión espacial en su ADN, lo que posibilita su integración con datos provenientes de otras fuentes tradicionales como censos, encuestas y registros administrativos.
La tecnología espacial y la informática, tanto en materia de sensores con mayor grado de resolución espacial y frecuencia de observación como de hardware y software, aplicaciones en cartografía y sistemas de información geográfica es creciente. Esto favorece su incorporación y su plena utilización en el trabajo estadístico ya sea para la organización y seguimiento de los operativos de levantamiento de datos en campo, como para la representación, análisis y diseminación de los resultados.
Por ello resulta clave y necesaria la coordinación y articulación de las actividades de las Oficinas Nacionales de Estadísticas (ONEs) con los Institutos Geográficos Nacionales (IGN) para estandarizar y elaborar protocolos sobre modelos de infraestructura de datos espaciales, adaptados al nivel de desarrollo tecnológico alcanzado por los países; y conjuntamente generar lo que se conoce como Infraestructura de Datos Espaciales Básicos que son, como su denominación lo indica, la base para continuar construyendo y acumulando datos estadísticos geoespacialmente referenciados, para su análisis y difusión.
La región requiere construir capacidades para lograr transitar rápidamente hacia el ecosistema digital y mejorar la conectividad intrarregional, y generar capital humano para lograr la convergencia estratégica de disciplinas técnicas y analíticas como son la Estadística y la Geografía.
Desde nuestra perspectiva regional consideramos deseable e imprescindible la convergencia de las comunidades de estadísticos y de especialistas en geoespacialidad para que, compartiendo conocimientos y tecnologías, contribuyan a lograr que la información cuantitativa y georeferenciada pueda dar un salto cualitativo que potencia mejores decisiones basadas en evidencia para robustecer las políticas públicas.
Los datos geoespaciales serán un insumo necesario para la construcción de un importante número de indicadores para el monitoreo de la mayoría de los ODS asociados al territorio como son los económicos referentes a la infraestructura, a la industria, a la migración y los asentamientos humanos, a la seguridad alimentaria y la agricultura, a cobertura boscosa, cambios en el uso de la tierra, degradación de suelos, pérdida de biodiversidad, a la protección de los océanos y la vulnerabilidad de las costas. Aplicaciones específicas incluyen la prevención, una parte sustantiva de la Gestión Integral del Riesgos, que cobra cada día una mayor relevancia estratégica en el esfuerzo para disminuir el creciente impacto social y económico que provocan las emergencias y los desastres, incidiendo en algunas regiones y países desfavorablemente en la sustentabilidad de su desarrollo y de sus procesos productivos.
Pero esto que suena tan deseable y simple, no es en lo más mínimo automático ni sencillo. Ni dentro de nuestros países ni en la región y el mundo. Tenemos que abonar el terreno interdisciplinario para que se inicie y se sostenga el diálogo, la fertilización cruzada y florezcan las iniciativas y trabajos conjuntos para lograr estos fines. De ahí que hoy estemos realizando esta reunión conjunta entre la comunidad estadística y la comunidad geoespacial en nuestra casa de América Latina y el Caribe, como un eslabón más de los esfuerzos conjuntos que iniciamos en el marco del Comité Ejecutivo de la Conferencia Estadística de las Américas del año pasado, cuando se reunieron por primera vez aquí ambos Comités Ejecutivos.
Ya estamos dando algunos pasos en este sentido. Hemos potenciado el diálogo entre los líderes estadísticos nacionales y los que desarrollan datos geoespaciales reuniendo a los países miembros de la CEA con los que componen el UN GGIM de las Américas para que inicien la coordinación y puedan proyectar los siguientes pasos en forma estratégica con el fin de ir nutriendo bases de información estadística y geográfica en los países de la región, siguiendo el liderazgo que tanto el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE) como el Instituto Nacional de Estadística y Geografía de México (INEGI) ofrecen en nuestra querida América Latina.
Antes de finalizar quisiera detenerme en nuestra mirada respecto a los ámbitos específicos en que la espacialización de las estadísticas potencia y robustece la información, y las consecuentes decisiones y políticas públicas.
Más puntualmente, quisiera enumerar las oportunidades para la integración de la información estadística y geoespacial:
- Como fuente de datos mediante percepción remota, sobre todo para el pilar ambiental del Desarrollo Sostenible (cobertura boscosa, uso del suelo, impacto de eventos extremos y desastres)
- Como forma de registro de los datos (Censal, Encuesta), por ejemplo demográficos, que habilita su representación y análisis espacial bajo una plataforma geográfica integradora
- Para representar la información estadística de los tres pilares del Desarrollo Sostenible (Económico, social y ecológico) en forma cartográfica, utilizando mapas que representan variables sobre los territorios
- Y desde luego, esta convergencia hace posible la integración de estadísticas sociales, económicas y ambientales de acuerdo a las coordenadas geográficas y su visualización en mapas usando la plataforma común de la base cartográfica digital del país y de la región.
Confiamos en que este camino conjunto que comenzamos a recorrer,
nos conducirá a ser una región más preparada para los desafíos que el
desarrollo sostenible nos plantea en el ámbito de las políticas públicas
basadas en evidencia y con un enfoque territorial.
Los invito a trabajar conjuntamente y demostrar que el territorio importa.
Es necesario, es importante, es urgente.
Muchas gracias.