Comunicado de prensa
Intervención de Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), con ocasión de la conferencia magistral “Neoestructuralismo y macroeconomía para crecer incluyendo”, dictada por Ricardo Ffrench-Davis en la XV Cátedra Raúl Prebisch
Santiago, 5 de septiembre de 2017
Sede de la CEPAL
Ricardo Ffrench-Davis, titular de la Cátedra Raúl Prebisch 2017,
Representantes del Gobierno de Chile,
Representantes del cuerpo diplomático y de las instituciones académicas,
Representantes del sistema de las Naciones Unidas en Chile,
Colegas de la CEPAL,
Muy estimados invitados,
Amigas y amigos,
Sean todas y todos muy bienvenidos a la CEPAL, la casa de las Naciones Unidas en América Latina y el Caribe.
Desde el año 2001, nos damos cita aquí para honrar la memoria de Raúl Prebisch a través de esta cátedra, que hoy celebra su 15ª sesión honrando a uno de los pensadores económicos más influyentes de nuestro continente, nuestro querido Ricardo Ffrench-Davis: un cepalino que hoy reconoce en nuestros pasillos los colores y rincones de la que siempre ha sido su casa.
Por ello, para la CEPAL es un honor y un orgullo que sea Ricardo quien dicte la XV Cátedra Raúl Prebisch, este acto tradicional de nuestra Comisión que constituye un homenaje a la vocación del fundador de esta casa, quien acogió el pensamiento crítico de hombres y mujeres latinoamericanos y caribeños y de otras latitudes del mundo que se atrevieron a desafiar los dogmatismos. En el marco de esta Cátedra hemos tenido ocasión de celebrar el pensamiento de Celso Furtado, Joseph Stiglitz, Fernando Henrique Cardoso, Rubens Ricupero, Dani Rodrik, Enrique V. Iglesias, Tulio Halperin, Fernando Savater, Aldo Ferrer, José Antonio Ocampo, Danilo Astori, Luiz Gonzaga de Mello Belluzzo, Rolando Cordera y Mariana Mazzucato.
Hoy nos acompaña Ricardo Ffrench-Davis, un hombre que, testigo presencial del proceso de formación de la hegemonía neoliberal en Chile y en la región, ha afrontado el desafío largo y arduo de construir una práctica económica que reconozca el imperativo ético y moral de la dignidad humana, en pos de un crecimiento con equidad: en los términos de las propuestas más recientes de la CEPAL de una práctica económica basada en un enfoque de derechos, de igualdad.
Ricardo fue y es un estudioso aventajado. Tras culminar sus estudios en la Escuela de Economía y Administración de la Pontificia Universidad Católica de Chile, se trasladó a orillas del Lago Michigan, a la Universidad de Chicago. Allí, entre las aulas de Arnold Harberger y Milton Friedman, inició el mismo trayecto académico de los Chicago boys, pero con un enfoque más heterodoxo y mucha más amplitud de miras.
Tras su retorno, Ricardo fue profesor de la Pontificia Universidad Católica y trabajó en su Centro de Investigaciones Económicas desde 1961 hasta 1964, cuando asumió la Subgerencia de Estudios del Banco Central de Chile. Posteriormente, participó en la fundación del Centro de Estudios de Planificación Nacional (CEPLAN) de la Universidad Católica, que en 1976 se reconvierte en la Corporación de Investigaciones Económicas para Latinoamérica (CIEPLAN), centro de crítica a las reformas que estaban siendo introducidas por la dictadura.
Desde su experiencia cercana, Ricardo ha asegurado que Chile, su país, vive hoy los efectos de haber sido un laboratorio del experimento neoliberal. Según afirma, el país fue pionero en aplicar ese modelo, y lo aplicó brutalmente con la dictadura. El resultado, en palabras de Ricardo, es “el individualismo” y “la reverencia a los mercados y al capital”[1].
Recuperada la democracia, Ricardo fue nombrado Director de Estudios del Banco Central de Chile entre 1990 y 1992, desde donde llega a la CEPAL como Asesor Regional. Aquí contribuyó con sus ideas a acrecentar el acervo de la Comisión, plasmándolas en buena parte de los planteamientos neoestructuralistas y de macroeconomía para el desarrollo que la CEPAL elaboraría durante las décadas de 1990 y 2000.
De forma paralela, ha sido Profesor e Investigador en las Universidades de Oxford y de Boston y en institutos de España, Francia, Italia y Suecia, y ha codirigido, junto a Joseph Stiglitz y a Deepak Nayyar, el Grupo de Macroeconomía de la Iniciativa para el Diálogo de Políticas Públicas (IPD).
Además, ha sido representante de los Presidentes Ricardo Lagos y Michelle Bachelet en el Grupo de Trabajo Técnico sobre Mecanismos Innovadores para Financiar la Lucha contra el Hambre y la Pobreza, formado por los mandatarios del Brasil, Chile, España y Francia.
En justo reconocimiento a su labor, recibió en 2005 el Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales de Chile.
Actualmente es Profesor titular en la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile y uno de los referentes económicos de la región, prestigio adquirido no solo por su rigor y disciplina, sino también por haber sabido plasmar su huella significativa con un hilo conductor: cómo lograr un crecimiento con equidad en los países en desarrollo o economías emergentes.
Ejemplos de ello son, entre otros, su participación en el establecimiento de una nueva política cambiaria por parte del Banco Central de Chile en 1965 ( que luego siguieron otros países, como el Brasil y Colombia); sus planteamientos en el campo de la deuda externa en los años setenta, antes de la crisis de 1982; sus estudios sobre la gestación de crisis financieras, su predicción y la manera de desalentarlas o evitarlas (trabajo desarrollado antes de la crisis de México de 1994); sus investigaciones sobre el manejo macroeconómico y las reformas en América Latina; sus estudios sobre la economía chilena del último medio siglo, y su participación en el establecimiento del encaje sobre los flujos de capitales de corto plazo en Chile en 1991.
Destaco de Ricardo el aporte que hizo a la economía latinoamericana y, de forma fundamental, al pensamiento de la CEPAL al sentar los cimientos del neoestructuralismo hace 30 años. En 1988, en un período de retroceso del desarrollo en nuestra región, Ricardo plantea en la Revista de la CEPAL la urgencia de encontrar una nueva estrategia de desarrollo, en su “Esbozo de un planteamiento neoestructuralista”[2], donde propone las siguientes bases para una economía política:
- un activo manejo de las variables macroeconómicas de corto plazo en coordinación con el largo plazo;
- la necesidad de políticas de regulación del comercio, de las empresas públicas y del sistema financiero con mecanismos para impulsar la inversión y la generación de empleo productivo;
- la importancia de la reflexión sobre políticas de mediano plazo que vinculen los objetivos nacionales de desarrollo y la planificación;
- la concertación entre los sectores público y privado;
- la construcción de estructuras productivas y de gestión que entrañen una mayor igualdad, y
- la aplicación de estrategias y políticas que posibiliten una mayor autonomía nacional.
Así diseñada, esta nueva estrategia requería de un Estado activo. Tan solo plantearlo podía resultar peligroso en la América Latina de 1988. Este proyecto se apoyó abiertamente sobre la concepción de la “heterogeneidad estructural”, estandarte de las ideas cepalinas, que concebía un Estado que velara por la eficiencia social y que concentrase sus esfuerzos en los sectores y políticas que mayores efectos macroeconómicos y sociales produjesen.
Este pensamiento y su desarrollo teórico se alimentaron de los datos empíricos de los países de la región y del mundo a lo largo del trabajo de Ricardo Ffrench-Davis en la CEPAL. En 2010 define el financierismo como la desconexión de los flujos financieros y la inversión productiva, donde los agentes financieros son ciegos al vínculo entre el corto y el largo plazo. Nos dice que este proceso de financierismo, en conjunto con la heterogeneidad estructural, refuerza las desigualdades, creando un círculo vicioso que condena a las unidades productivas de menor capital a la vulnerabilidad y a la dificultad para crecer, con el consiguiente aumento de las brechas de ingresos de los hogares.
En 2015, Ffrench-Davis afirma que el sesgo recesivo es también regresivo. La regulación contracíclica de la cuenta de capitales, eficaz y eficiente, permitiría transformar este sesgo recesivo en uno inclusivo, que contribuyese a reducir la heterogeneidad estructural entre los distintos sectores productivos y sociales.
Ffrench-Davis fue, además, uno de los primeros autores en subrayar que las reformas de libre mercado, si bien pudieron disminuir la volatilidad nominal, aumentaron la volatilidad real. Ricardo afirmaba que la volatilidad afecta de manera asimétrica a los sectores y productores de la actividad económica y tiende a endogenizar el PIB tendencial a su movimiento cíclico. Esto se resume en el concepto de brecha recesiva de Ffrench-Davis.
Su argumento era que, en un período de contracción del ciclo económico, el PIB efectivo puede estar muy por debajo del PIB tendencial compatible con el pleno empleo durante plazos prolongados, lo que afecta significativamente a su evolución futura, dados sus efectos depresivos sobre la inversión productiva, el empleo y la innovación. En cambio, en los períodos de auge, el PIB potencial (o la frontera productiva) establece un límite para la recuperación del PIB efectivo. El PIB efectivo solo puede situarse por encima del PIB potencial de manera temporal.
Ffrench-Davis se refiere a la brecha entre el producto potencial y el efectivo como “la brecha recesiva”. Se denomina de esta manera porque al situarse el PIB actual por debajo del potencial, existe una subutilización de capital y trabajo. La brecha recesiva impacta en la formación de capital y trabajo y, por lo tanto, puede transformar el PIB potencial en una variable endógena. Así, en los períodos en que la brecha recesiva es mayor y más prolongada, el PIB potencial es menor. De ahí la importancia de utilizar la política macroeconómica para evitar situaciones de brechas recesivas que puedan dañar la capacidad productiva de una economía, así como de elevar la formación de capital, el empleo sostenible, la innovación y, por ende, el PIB tendencial.
Este énfasis en la volatilidad de la economía real dialoga con parte de los cimientos de esta casa. Fue uno de los temas más destacados por Prebisch a la hora de caracterizar el funcionamiento de las economías de libre mercado. Como él mismo afirmó: "La actividad económica [...] se expande y contrae continuamente, es una sucesión ininterrumpida de fases de crecimiento en los ingresos, en la ocupación y en la producción, seguidas de fases de decrecimiento, con la consiguiente declinación de la producción y la ocupación. No hay punto de reposo: se asciende para descender y se desciende para ascender nuevamente […]. En ese movimiento, no hay punto de equilibrio; […] es una sucesión continua de desequilibrios[3]”.
En el año 2014, Ricardo Ffrench-Davis presentó en la CEPAL su libro Chile, entre el neoliberalismo y el crecimiento con equidad: cuarenta años de políticas económicas y sus lecciones para el futuro, en el que revisa las reformas económicas de su país desde 1973 y concluye examinando el desempeño del Gobierno del Presidente Sebastián Piñera hasta 2012.
Además, distingue las distintas versiones de economía de mercado, a partir de tres modelos aplicados en Chile, y examina las diferencias más sustantivas y sus implicancias en el crecimiento económico y la equidad.
Ricardo, amigas y amigos,
El crecimiento económico con igualdad y sostenibilidad es hoy el eje central del trabajo de la CEPAL y el único camino para avanzar con éxito hacia el cumplimiento de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Hemos insistido —lo seguiremos haciendo— y estamos convencidos de que es necesario crecer para igualar e igualar para crecer.
Esta premisa imperativa se torna hoy más importante aún; sin embargo, el contexto no es favorable: se caracteriza por la adopción de políticas unilaterales o bilaterales, con el consiguiente debilitamiento del multilateralismo, la irrupción del proteccionismo y los nacionalismos económicos.
Un sistema multilateral abierto es fundamental para el desarrollo sostenible, pero se necesita cooperación internacional y mecanismos de gobernanza global para prevenir conflictos, reducir desigualdades y mantener el compromiso de los actores. Un sistema multilateral abierto, sumado a un nuevo y revigorizado papel de la integración regional, es esencial para alcanzar una mayor cohesión e inclusión social.
En nuestra región, tras dos años de contracción económica, se está reanudando el crecimiento, pero en niveles aún muy bajos, en torno al 1,1% para este año. Existe un ambiente de crecientes incertidumbres que llaman a la cautela, aunque en general el manejo macroeconómico ha sido prudente.
Sin embargo, se han producido caídas en la inversión, persisten las brechas estructurales, no se han logrado avances en productividad y hay un riesgo de deterioro social ante el crecimiento del desempleo y la reducción del gasto público. Se asoman retrocesos en el ámbito social: la pobreza está cambiando de tendencia y ha crecido un punto porcentual en el último año.
Las desigualdades generadas por el sistema económico de ingreso y de riqueza se entrecruzan y potencian con otros ejes estructurantes, tales como las desigualdades de género, la pertenencia étnico-racial, la edad, el territorio y el estrato socioeconómico de origen.
La CEPAL ha situado a la igualdad en el centro de la agenda pública. Sabemos que esto implica una ruptura con el paradigma económico que ha prevalecido en la región durante al menos tres décadas.
No es un camino sencillo, pero lo creemos impostergable. Procurar la igualdad requiere un cambio estructural orientado a cerrar brechas sociales y productivas críticas, donde no estén reñidos entre sí lo económico, lo productivo, lo social y lo ambientalmente sostenible.
Nuestra convicción sostiene que la igualdad debe ser el principio ético normativo primordial y el objetivo último del desarrollo. Y es que no podemos, ni nosotros ni nadie, evadir la lamentable certeza que distingue a nuestra región como la más desigual del orbe.
Nos anima el profundo convencimiento de que la igualdad es el horizonte, el cambio estructural es el camino y la política es el instrumento. Esta senda requiere una nueva ecuación entre Estado, mercado y sociedad. Se trata de ampliar la caja de herramientas para alcanzar un abanico más amplio de objetivos.
Adicionalmente, la región debe terminar con la cultura de los privilegios, que constituye el gran problema de América Latina y el Caribe. Empezando por la evasión y elusión fiscal, que ascienden a 6,7 puntos porcentuales del PIB, la corrupción y, sobre todo, la impunidad.
Salir del momento duro que vivimos y lograr alinear nuestra trayectoria de desarrollo con aspiraciones centradas en la igualdad, como las contenidas en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y los Objetivos de Desarrollo Sostenible, implica implementar de manera integrada políticas económicas, industriales, sociales y ambientales alineadas con el cambio estructural progresivo.
Además, en el camino hacia el cambio estructural progresivo la inclusión social y el dinamismo económico no deben estar reñidos, y es necesario repensar la política en conjunto con el cambio tecnológico y el desarrollo sostenible.
En este camino, Ricardo Ffrench-Davis nos ha acompañado con propuestas e ideas con las que esperamos seguir contando.
Querido Ricardo, es con enorme gusto que te reitero nuestra gratitud y te invito a hacer uso de la palabra como titular de la XV Cátedra Raúl Prebisch de la CEPAL.
[1] Véase Caras, “Protagonistas: Ricardo Ffrench-Davis y el panorama económico”, 12 de octubre de 2016 [en línea] ://www.caras.cl/politica/ricardo-ffrench-davis-y-el-panorama-economico-esta....
[2] R. Ffrench-Davis, “Esbozo de un planteamiento neoestructuralista”, Revista de la CEPAL, Nº 34, 1988 [en línea] ://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/11688/034037044_es.pdf.
[3] R. Prebisch, Obras 1919-1948, vols. 1 a 3, Buenos Aires, Fundación Raúl Prebisch.