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La inversión extranjera directa en América Latina y el Caribe aumentó 13,2% en 2018, revirtiendo la tendencia decreciente del último lustro

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14 de agosto de 2019|Comunicado de prensa

En un contexto internacional de reducción de estos flujos y de fuerte competencia, las políticas nacionales deberían atraer IED que contribuya a crear capacidades locales y fomentar el desarrollo sostenible, dice la CEPAL en su informe anual.

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Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, durante la presentación del informe
Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, durante la presentación del informe sobre la inversión extranjera directa en América Latina y el Caribe.
Foto: Jesús Inostroza/CEPAL

En contraste con la tendencia mundial, los flujos de inversión extranjera directa (IED) hacia América Latina y el Caribe aumentaron 13,2% en 2018 con respecto a 2017, sumando 184.287 millones de dólares, con lo que se revierten cinco años de caídas, aunque la cifra alcanzada el año pasado está aún por debajo de los valores registrados durante el ciclo de auge del precio de las materias primas, informó hoy en Santiago de Chile la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).

“Al analizar los diferentes componentes de la IED, se observa que la recuperación del dinamismo en 2018 no se fundamentó en el ingreso de aportes de capital, que sería la fuente más representativa del renovado interés de las empresas por instalarse en los países de la región, sino en el crecimiento de la reinversión de utilidades y de los préstamos entre compañías”, señala el documento La Inversión Extranjera Directa en América Latina y el Caribe 2019 lanzado este miércoles en conferencia de prensa por la Secretaria Ejecutiva del organismo regional de las Naciones Unidas, Alicia Bárcena.

El estudio muestra gran heterogeneidad en los resultados nacionales: En 16 países hay un aumento de las entradas con respecto a 2017 y en 15 países hay una disminución. La mayor parte del crecimiento de la IED en 2018 se explica por las mayores inversiones en Brasil (88.319 millones de dólares, 48% del total regional) y México (36.871 millones de dólares, 20% del total).

Le siguen, en términos de monto recibido, Argentina (11.873 millones de dólares, aumento de 3,1% con respecto a 2017), Colombia (11.352 millones de dólares, caída de 18%), Panamá (6.578 millones de dólares, aumento de 36,3%) y Perú (6.488 millones de dólares, caída de 5,4%). Las entradas a Chile (6.082 millones de dólares) crecieron levemente (3,9%), pero, al igual que en 2017, los flujos de capital hacia el país se situaron claramente por debajo del promedio de la última década.

“En un contexto internacional de reducción de los flujos de IED y de fuerte competencia por las inversiones, las políticas nacionales no deberían orientarse a recuperar los montos registrados a inicios de la década, sino a atraer cada vez más IED que contribuya a formar capital de conocimiento y avanzar hacia patrones de producción, energía y consumo sostenibles”, planteó Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la CEPAL.

“La creciente incorporación de un enfoque de desarrollo sostenible en las decisiones estratégicas de las principales transnacionales del mundo constituye una oportunidad para diseñar políticas que acompañen este cambio de paradigma”, remarcó la alta funcionaria. Las perspectivas para 2019 no son alentadoras por el contexto internacional. Se espera una caída de hasta un 5% en las entradas de IED, según el informe.

En 2018, la IED en Centroamérica creció 9,4% con respecto a 2017 por el impulso de Panamá. En el Caribe, las entradas se redujeron 11,4% debido a menores inversiones en la República Dominicana (2.535 millones de dólares, -29%), principal receptor en esta subregión.

El 47% de las entradas de IED en 2018 correspondieron a la industria manufacturera, un 35% a servicios y un 17% a recursos naturales. Por otra parte, las megaoperaciones de fusión y adquisición transfronterizas se concentraron en Chile y Brasil, en los sectores de minería, hidrocarburos y servicios básicos (electricidad y agua).

Con respecto al comportamiento de las empresas transnacionales latinoamericanas, conocidas como translatinas, el documento de la CEPAL informa que la salida de IED desde los países de América Latina disminuyó en 2018 por cuarto año consecutivo y llegó a 37.870 millones de dólares. El 83% de la inversión directa en el exterior procedente de América Latina tuvo su origen en Brasil, Chile, Colombia y México.

La mayor parte del capital que ingresó a la región provino de Europa (que tiene una mayor presencia en el Cono Sur) y de Estados Unidos (principal inversor en México y en Centroamérica). China, en tanto, perdió participación en las fusiones y adquisiciones en América Latina y el Caribe, apunta el informe La Inversión Extranjera Directa en América Latina y el Caribe 2019.

El documento también analiza el aporte de las transnacionales de la República de Corea a la transformación productiva de la región, así como las ventajas que podría tener una IED de calidad en la cadena agroalimentaria.  

América Latina y el Caribe ha sido el destino de alrededor del 5% del total de las inversiones coreanas en el período 2007-2018. El país asiático, que utiliza principalmente la modalidad de nuevos proyectos de inversión (greenfield), ha apoyado el desarrollo de manufacturas de alto valor agregado en la región, especialmente en la industria automotriz de México y Brasil. La instalación de empresas coreanas en la región constituye una oportunidad para favorecer un tejido productivo más sofisticado, siempre que las políticas de captación y mantenimiento de IED estén integradas a un proyecto de desarrollo nacional, indica la CEPAL.

Finalmente, el informe señala que 7,9% de la IED recibida por América Latina entre 2012 y 2016 se dirigió a la cadena agroalimentaria, especialmente al sector agroindustrial, porcentaje que sube a 15,5% en el caso de Uruguay, 14,5% en Paraguay, 14,4% en México y 11,9% en Argentina. “La IED puede contribuir a que en las cadenas agroalimentarias regionales se produzca el cambio necesario para enfrentar los desafíos ambientales y sociales de las próximas décadas”, concluye la CEPAL.