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América Latina y el Caribe se quedan atrás en relación a otras regiones en desarrollo, particularmente Asia. Esto pese a las reformas económicas y a la mejora en el crecimiento. ¿Cómo lograron otros países sustentar su crecimiento y acortar la brecha con las naciones más ricas del mundo?
En su documento La transformación productiva 20 años después. Viejos problemas, nuevas oportunidades, la CEPALexaminó los casos de diez países con economías pequeñas o medianas que son exitosos: Australia, España, Finlandia, Irlanda, Malasia, Nueva Zelandia, República de Corea, República Checa, Singapur y Suecia.
Pese a sus diferencias, la mayoría de estos países comparten una estrategia de mediano o largo plazo de transformación productiva cuyo motor es una visión que trasciende el mantenimiento de los equilibrios macroeconómicos. Han centrado sus esfuerzos en consensuar una visión proyectada al futuro, con metas apoyadas en incentivos que promueven en forma directa una inserción internacional dinámica para propiciar la transformación productiva y el crecimiento.
A partir del análisis de estas experiencias e intentando descifrar el "cómo" de la implementación de sus políticas, el documento de la CEPAL desarrolla doce "primeros principios", genéricos en su naturaleza. Estos principios destacan la alianza público-privada y la construcción de consensos y entendimientos sociales, como los pilares para instrumentar estrategias que superen los ciclos políticos, así como modalidades eficaces de organización interna del aparato público.
El primer principio es que, en una era de globalización e intensa competencia internacional, el desarrollo de políticas públicas en el contexto de estrategias proactivas de mediano y largo plazo es una herramienta efectiva para lograr altas y sostenidas tasas de crecimiento. Las políticas públicas deben tener una mirada a futuro y orientarse hacia metas, que apoyen los cambios estructurales. Esto a su vez conlleva realizar esfuerzos para anticipar e identificar oportunidades que permitan expandir y mejorar el valor de las exportaciones. También requiere diseñar programas públicos e incentivos apropiados, y tener flexibilidad para enmendar el camino si surgen problemas.
Un segundo principio sostiene que, en una era de economías de mercado y globalización, es mejor diseñar estrategias dentro de un marco de alianzas público-privadas que puedan maximizar los flujos de información y construir los consensos necesarios para que las estrategias perseveren más allá de los ciclos políticos.
El sector privado como el público tienen capacidades distintas que pueden complementarse: si bien el primero está más cercano al mercado y al conocimiento científico, tiene una visión parcial debido a ciertas fallas en las áreas de información, acceso a tecnología y coordinación. El sector público puede ofrecer liderazgo y recursos para desarrollar una estrategia, una visión de país y consensos para superar los obstáculos que se presenten, especialmente en cuanto a innovación y producción de bienes con mayor valor intensivos en conocimiento.
Según el análisis de la CEPAL, los países exitosos que lograron consolidar alianzas público-privadas debieron hacer arreglos institucionales a la medida, pasar por procesos de prueba y error, y contar con evidencia de éxito de las estrategias mismas. Si se revisa la situación de América Latina se observa que estas alianzas público-privadas son inexistentes, fragmentadas, carecen de continuidad, son captadas por intereses especiales, o se paralizan por problemas de gobernabilidad y financiamiento.
Otros diez principios
El resto de los principios mencionados en el documento y que se inspiran de la experiencia de estos países extrarregionales estudiados, tienen relación con la gobernabilidad de los procesos institucionales. Entre ellos está que las estrategias deben ser dirigidas por ministerios u organismos públicos con competencia sobre el sector real de la economía, que gocen del apoyo político al más alto nivel y que tengan recursos financieros adecuados para poder desarrollar y avanzar en sus planes.
Un ejemplo es la tendencia en estos países exitosos a "rebautizar" a sus organismos públicos especializados para acomodarlos a las nuevas prioridades estratégicas emergentes.
Si se observa la situación de América Latina se aprecian debilidades en el marco institucional, que muestra problemas de coordinación y se mantiene relativamente estático. Esto resulta, entre otras cosas, en una dispersión de los recursos disponibles para programas públicos de apoyo -de por sí limitados-, duplicaciones, vacíos de cobertura para actividades estratégicas del sector privado y falta de continuidad en el financiamiento de actividades de larga gestación, como la innovación.
En este sentido, la CEPAL recalca que para desarrollar estrategias con credibilidad frente al sector privado, los ministerios de los países deben contar con un cuerpo despolitizado estable de personal técnico y gerencial altamente competente, que tenga la capacidad de articularse efectivamente con experiencias internacionales.
Otros principios apuntan a la necesidad de un riguroso y constante monitoreo y evaluación del impacto de los incentivos públicos y la de transparencia: ambas cosas facilitan la eficacia y previenen el riesgo de que intereses especiales "capten" al Estado.
De acuerdo con el estudio, no es posible establecer una relación de causalidad entre las alianzas público-privadas y el crecimiento de los países extrarregionales analizados. Aunque sus experiencias han sido exitosas, el análisis sólo pretende informar sobre las dimensiones institucionales y generar una reflexión sobre el valor de las estrategias de mediano y largo plazo, las alianzas y la construcción de consensos. Los países latinoamericanos deben decidir por sí mismos si diseñan versiones autóctonas de estas estrategias y cómo hacerlo.