Constantemente en todo el mundo hay personas que abandonan sus países en busca de una vida más segura o mejor. A nivel mundial, hay más de 214 millones de personas en movimiento. Muchas de ellas huyen de condiciones de vida difíciles pero terminan enfrentándose a problemas aún mayores, como las violaciones de los derechos humanos, la pobreza y la discriminación. No obstante, estos migrantes albergan más que miedo e incertidumbre; poseen también esperanzas, valentía y la determinación de lograr una vida mejor. Con el apoyo adecuado, pueden contribuir al progreso de la sociedad.
La migración es una cuestión de alcance mundial que acapara cada vez más atención en todas partes y con razón. El año que viene, la Asamblea General de las Naciones Unidas celebrará su segundo Diálogo de alto nivel sobre la migración internacional y el desarrollo, que ofrecerá a los Estados Miembros y a sus asociados la oportunidad de debatir sobre medidas prácticas para facilitar la movilidad laboral, fomentar el desarrollo sostenible y proteger los derechos de los migrantes, en especial de las mujeres y los niños.
Prestar atención a los derechos de los migrantes es particularmente importante en este momento de graves dificultades económicas y financieras que atraviesa el mundo. Con las restricciones presupuestarias, observamos la aplicación de medidas de austeridad que discriminan a los trabajadores migrantes, una retórica xenófoba que alienta la violencia contra los migrantes en situación irregular y propuestas de leyes de inmigración que permiten a la policía elaborar perfiles de los migrantes con total impunidad. Durante las crisis económicas, vale la pena recordar que sectores enteros de la economía dependen de los trabajadores migrantes y que los empresarios migrantes contribuyen a la creación de empleo.
Cuando se formulan políticas en materia de migración sin atender a la vulnerabilidad, la marginación y la discriminación, millones de migrantes se convierten en mano de obra barata y prescindible, en los chivos expiatorios del fracaso de las políticas económicas y sociales, e incluso en víctimas de la mal definida guerra contra la "migración ilegal".
Con el aumento de la complejidad de la movilidad humana y la peligrosidad de los viajes que realizan muchos migrantes, resulta aún más apremiante idear políticas nacionales que se ocupen de la migración sobre la base de los principios de derechos humanos.
En el período previo al Diálogo de alto nivel, espero que los Estados Miembros aborden los derechos humanos como una cuestión esencial para la gobernanza de la migración; en el plano nacional, los aliento a que adopten medidas para despenalizar la migración irregular, establecer alternativas eficaces a la detención de los migrantes y garantizar que las funciones de los proveedores de servicios públicos, como enfermeras o profesores, se mantengan estrictamente separadas de las desempeñadas por las autoridades de inmigración. Asimismo, espero que los participantes examinen debidamente la cuestión de la migración en el contexto de la agenda mundial para el desarrollo después de 2015.
En este Día Internacional del Migrante, hago un llamamiento a los Estados para que ratifiquen y apliquen todos los instrumentos relacionados con esta cuestión. Por otra parte, aliento a todas las personas a que contribuyan a fomentar un debate fundamentado en principios, práctico y creativo sobre cómo podemos garantizar la protección de los derechos de todos los migrantes, dondequiera que se encuentren y sea cual sea su situación.
Ban Ki-moon
Secretario General
Naciones Unidas