Descripción
Como ya es bien conocido, se espera que el cambio climático tenga impactos negativos en la agricultura, sobre todo en regiones tropicales y sub-tropicales. Y aún cuando un aumento moderado de la temperatura y la fertilización por CO2 traigan aumentos de rendimientos de algunos cultivos —sobre todo en regiones templadas—, tales efectos disminuirían si el aumento de la temperatura sobrepasa los 3 grados Centígrados. Se prevé que con el cambio climático cambie la aptitud productiva de los agro-ecosistemas, que aumente la incidencia de plagas y enfermedades y que cambie la frecuencia e intensidad de los fenómenos climáticos extremos (CEPAL, 2009). Sin embargo, incluso si los niveles de GEI en la atmósfera se estabilizaran o comenzaran a disminuir, la persistencia del stock acumulado sería suficiente para que continúe el aumento de temperatura por un período de tiempo significativo. De allí la urgencia de adaptarse. Si bien la actividad agropecuaria y el cambio de uso del suelo son responsables de un tercio de las emisiones de GEI a escala mundial, también es cierto que la agricultura tiene un importante potencial de mitigación. Eso puede lograrse a través del ajuste y cambio de prácticas productivas y de la adopción de sistemas que protejan el suelo, en lo cual el rescate de prácticas ancestrales o tradicionales puede cumplir un rol significativo. La adaptación de la agricultura al cambio climático y la contribución del sector a su mitigación plantea, en esencia, la necesidad de introducir cambios en la forma en que el sector se relaciona con el medio ambiente, ya sea como demandante de recursos naturales (e.g. agua, suelo, nutrientes) y servicios agro-ecosistémicos (e.g. polinización; reservorio de germoplasma in situ; refugio de organismos reguladores de plagas malezas y patógenos), o como usuario de servicios de procesamiento de los desechos que se generan en el proceso productivo. Las trasformaciones que se requieren para una agricultura mejora adaptada al cambio climático y sus impactos y en condiciones de contribuir a la mitigación del mismo pueden ir desde modificaciones simples en las fechas de siembra y cosecha, hasta cambios estructurales significativos, como podría ser el desarrollo de nuevas formas de hacer agricultura, por ejemplo, en ambientes controlados. Tales transformaciones requieren de apoyos desde "La Política" y Las Instituciones que generan políticas para el sector. Y también desde el ámbito de la ciencia y la tecnología. El tercer seminario abordó el tema desde este último ámbito.