Descripción
Con posterioridad a la crisis financiera internacional de 2008-2009, la economía mundial se ha caracterizado por un conjunto de desarrollos que, según el grado de integración de varios países de la región a los mercados financieros internacionales, ha impactado significativamente el diseño de su política macroeconómica. Se destacan cinco de estos desarrollos:
Políticas monetaria y fiscal en EEUU muy expansivas.
Crisis fiscales y bancarias en algunos países de la Eurozona.
Mejoramiento de los términos de intercambio en la mayor parte de Latinoamérica.
Desacoplamiento del dinamismo del crecimiento de varios países emergentes respecto del lento avance de los países desarrollados.
Varios países latinoamericanos deberán continuar moderando el crecimiento de la demanda interna, debido a que están cerrando sus brechas de capacidad y las presiones inflacionarias se están incrementando.
Estos cinco desarrollos conllevan significativos desafíos para la política macroeconómica en la región.
En el plazo inmediato es preciso enfrentar los dilemas respecto de cómo lidiar con el sobrecalentamiento de algunas economías, los déficits en cuenta corriente, las significativas entradas de capitales financieros, presiones inflacionarias, burbujas de precios de activos y desalineamientos cambiarios.
De otro lado, con el término de las políticas de estímulo monetarios en EEUU y considerando su difícil situación fiscal tanto en términos de stock como de flujos, es muy probable que sus tasas de interés de largo plazo experimenten un alza. Ello modificaría drásticamente el contexto externo, teniendo la región muy probablemente que enfrentar una salida de capitales. Ello dificultaría un "aterrizaje suave", es decir, una desaceleración económica ordenada y eficiente.
En vistas de ello, la creciente integración financiera de varios países de la región requiere ser considerada. En efecto, ella es hoy en día una realidad que ofrece beneficios pero también impone restricciones.
Adicionalmente, en cada caso nacional se debe hacer una rigurosa evaluación sobre dos aspectos fundamentales, que condicionan el tipo de políticas a utilizar.