Descripción
Resumen En el presente estudio, se analizan las experiencias de las microfinanzas en tres países centroamericanos, Costa Rica, El Salvador y Guatemala, con el fin de obtener un mayor conocimiento de los factores que han contribuido al desarrollo de este sector, sus logros y desafíos. Se considera que estos tres países ofrecen algunas tendencias de interés. Costa Rica es el país más estable de la región tanto en términos económicos como políticos y, por ende, ofrece un contexto más sólido, aunque no necesariamente más favorable para el desarrollo de las microfinanzas. El Salvador, el país más poblado, registra el mayor avance en la regulación de las instituciones de microfinanzas. Guatemala presenta una situación de pobreza extrema entre su población indígena, la cual representa el 70% de la población. Estas diferencias hacen que el desarrollo de las microfinanzas deba ser contextualizado según la dinámica de los diferentes países y preservando el objetivo que les dio origen, es decir, otorgar un servicio financiero sostenible a una población de bajos recursos. Uno de los retos que enfrenta la región es el combate a la pobreza". A su vez en términos de políticas de desarrollo, el fortalecimiento de las microfinanzas, entendida como el aumentar el acceso a servicios financieros (ahorros, crédito, seguros, transferencias de recursos, entre otros) por parte de los sectores de bajos recursos, ha sido visualizado como una estrategia viable de combate a la pobreza. Gran parte de las inversiones de la cooperación internacional y de los gobiernos centroamericanos, en la última década se ha canalizado a apoyar programas de financiamiento al sector. Las MYPE, en Centroamérica siguen siendo consideradas una de las fuentes de empleo e ingresos más importantes. Se estima que alrededor del 30% de la población económicamente activa se encuentra en este sector, representando 2,3 millones de personas y 1,8 millones de unidades económicas (PROMICRO 2000 y, Arroyo y Nebelung 2002). El problema de acceso al crédito por parte de los sectores más pobres de la población y de las áreas rurales, continúa sin ser resuelto. El recurso financiero para las micro y pequeñas empresas representa costos superiores a los de la empresa formal. La banca formal en Centroamérica opera con costos que van desde un 3% hasta un 16%, expresados como porcentaje de la cartera. El sector microfinanciero, salvo algunas organizaciones exitosas, opera con costos en la mayoría de los casos superiores a un 25%. La sostenibilidad del servicio continúa siendo un reto para la mayoría de organizaciones que apoyan al sector, especialmente las organizaciones no gubernamentales (ONG). Son pocas las organizaciones que son autosostenibles desde el punto de vista financiero, entendiendo como tal que protegen los fondos del efecto inflacionario, cubren sus costos operativos y generan un excedente para la expansión. Por otra parte son también pocas las que pueden tener acceso a los recursos financieros en el mercado, lo cual evidencia las pocas posibilidades de sobrevivir sin el apoyo de la cooperación internacional. Las metodologías de financiamiento que dieron origen a las microfinanzas (bancos comunales, grupos solidarios, entre otros) parecen agotarse y se observa una marcada tendencia a la individualización del crédito y al uso de la garantía real como mecanismo de respaldo a las operaciones crediticias. Los mecanismos financieros, operativos y administrativos para ofrecer un servicio crediticio de menor costo para el usuario y que a su vez garantice la permanencia del servicio (autosotenibilidad), no parecen estar claros. Al analizar el sector de las microfinanzas en cada uno de los tres países, se encuentra que, en el caso de Costa Rica, el desarrollo de las microfinanzas ha sido limitado en comparación con los otros países centroamericanos. El incipiente desarrollo del sector microfinanciero se debe principalmente a la contracción del apoyo de la cooperación internacional y la presencia de la banca estatal con programas especiales de apoyo al sector. El Salvador, es el país en donde las microfinanzas han alcanzado el mayor nivel de dinamismo y desarrollo. La creación de dos redes de las organizaciones que trabajan en el sector microfinanciero, la presencia de centrales de riesgos, el papel activo de la banca privada en el sector, la creación de una ley para la regulación de las instituciones financieras no reguladas son algunas evidencias de este dinamismo. En El Salvador se observa cierto nivel de saturación en el mercado, resultando en un aumento de la competencia entre las instituciones microfinancieras. El sector microfinanciero en Guatemala ha recibido un importante impulso a raíz de la firma de los Acuerdos de Paz en 1996. Estos acuerdos resultaron en fondos frescos de la cooperación internacional para el sector MYPE, entre otros para los servicios financieros. Dentro de la oferta de los servicios microfinancieros a las MYPE en Guatemala se ubican una gran variedad de actores que involucran cooperativas de ahorro y crédito, bancos privados y organizaciones no gubernamentales. A través del análisis del sector microfinanciero en tres países diferentes se llega a la siguiente conclusión: el desarrollo del sector de las microfinanzas en Centroamérica es desigual. Se observa un cambio importante en cuanto al enfoque hacia el instrumento microcrédito en comparación con los años ochenta. En todos los países hay un enfoque donde la sostenibilidad financiera es un elemento clave para el desarrollo del sector. Sin embargo, en términos generales, la cobertura sigue siendo limitada. Gran parte de la población aún no tiene acceso a los servicios financieros. No obstante, la oferta crediticia, con la excepción de Costa Rica, tuvo un crecimiento importante en cuanto al número de oferentes; crecimiento que se explica por la ayuda recibida de la cooperación internacional. En los países centroamericanos se observa una tendencia hacia la comercialización de los servicios microfinancieros. Es decir, el papel de las entidades reguladas es cada vez más substancial en el ámbito de los servicios microfinancieros. Ejemplo de ello son entidades como CALPIA en El Salvador, Génesis Empresarial y Banrural en Guatemala y en un futuro próximo ADRI en Costa Rica. Esta comercialización trae como ventajas la profesionalización de los servicios ofrecidos y por ende la obtención de instituciones financieramente sostenibles. Si bien esta madurez genera instituciones fortalecidas, existe un riesgo de que dicha comercialización afecte la profundidad de las carteras crediticias manejadas por éstas. El desafío más importante para el sector, es la creación de un marco de regulación y supervisión adecuado que no afecte las metodologías innovadoras aplicadas por las IMF para entregar servicios financieros ajustados a la población de bajos recursos."