Descripción
Resumen El objetivo de este documento es analizar la aplicación del Acuerdo sobre Agricultura de la Ronda Uruguay (AARU) del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT) a ocho años de su firma. Uno de sus principales efectos ha sido transformar las políticas agrícolas nacionales y someterlas a una normatividad internacional comúnmente aceptada. Se concluye que el AARU logró reducir los aranceles y las políticas que subsidian la producción y las exportaciones y distorsionan los mercados. Sin embargo, estos avances han sido insuficientes. Las barreras arancelarias siguen siendo muy altas para ciertos productos sensibles, y los países desarrollados han sustituido unas políticas por otras que distorsionan menos el mercado, pero no han reducido el monto total de los apoyos y subsidios. Si se considera que la política comercial no representa un fin en sí mismo, sino un instrumento de desarrollo, los resultados del AARU han sido poco significativos, en particular para los países en vías de desarrollo. Puede afirmarse que el AARU no ha sido un instrumento adecuado para reducir las asimetrías entre los países —existen razones para pensar que éstas podrían aumentar en el futuro— ni para avanzar hacia un desarrollo más equitativo. El trato especial y diferenciado para países en vías de desarrollo —la forma en que el AARU trató de enfrentar el problema de la asimetría— no resultó ser un mecanismo eficaz. Éste debería ser un tema central de futuras rondas de negociaciones e incluirse en nuevas y más completas evaluaciones de los efectos del tratado. Otro objetivo del documento es examinar las consecuencias de la apertura comercial sobre el comportamiento de la agricultura en Costa Rica y México, dos países que basaron sus estrategias económicas en el crecimiento de sus exportaciones. No cabe duda de que ambos han incrementado rápidamente sus exportaciones totales y agropecuarias, particularmente las no tradicionales. Sin embargo, el crecimiento futuro de las exportaciones agropecuarias podría verse comprometido debido a la existencia de mercados incompletos y a las insuficiencias de las políticas de apoyo y de fomento a la competitividad en este sector. En el frente interno existen problemas tales como la caída de la producción de alimentos básicos, el aumento de las importaciones y la dependencia alimentaria, los cuales podrían agravarse en caso de no tomarse las medidas necesarias para combatirlos. En particular, son preocupantes los efectos sociales negativos sobre los pequeños productores y sobre el posible estancamiento económico de regiones enteras con pocas ventajas comparativas.