Descripción
La economía mexicana ha transitado por significativos cambios estructurales al menos desde finales de los ochenta. Destaca que la atracción de inversión extranjera directa (IED); ha sido funcional a la estrategia seguida y se ha convertido en uno de sus pilares macroeconómicos para solventar el déficit en cuenta corriente. Esta estrategia se concretiza en múltiples acuerdos bilaterales y multilaterales. Desde una perspectiva de estrategia empresarial, la creciente IED refleja la importancia de un segmento de la economía mexicana como parte de las estrategias globales de empresas extranjeras.
En el documento se examina con cierto detalle los cambios legislativos en torno a la IED desde los ochenta, los cuales son fundamentales para comprender las opciones de ingreso de la IED a México y sus crecientes flujos desde entonces. Con pocas excepciones, desde finales de los noventa la mayor parte de los sectores de la economía mexicana se encuentran abiertos al ingreso de la IED.
La mayor parte del documento se concentra en las nuevas estrategias empresariales y la organización industrial que se ha gestado con sus inversiones en México. Durante la década de los noventa se aprecian tendencias que explican la relativa estabilidad y el incremento de la IED. Por un lado, se estima que un creciente flujo de IED ingresa a México para aumentar la capacidad productiva a través de la adquisición de activos fijos privados o la generación de nuevos activos, a diferencia de períodos anteriores a 1994-1995 en donde predominó la compra de activos públicos existentes a través de procesos de privatización. Por otro lado, el documento hace énfasis en las nuevas estrategias empresariales para conformar una organización industrial norteamericana, y particularmente con Estados Unidos. Estas actividades, en busca de eficiencia global por parte de las empresas transnacionales, reflejan un alto dinamismo como en el caso del sector automotriz y la electrónica, y también han sido fundamentales para comprender el relativo éxito de estas actividades estadounidenses en su positivo desempeño global con respecto a la competencia japonesa durante los noventa. Destaca bajo este rubro que un creciente número de empresas ingresa a México en búsqueda de participación en el mercado nacional. Estas actividades, incluyendo tiendas de autoservicio, telefonía de larga distancia y local, materias primas y energía, y particularmente el sector financiero- han logrado aumentar sensiblemente su peso en los flujos de la IED en México.
El documento concluye señalando que es de esperarse a mediano plazo que estas tendencias positivas de la IED continúen en forma relativamente estable ante la conformación de estructuras industriales norteamericanas y particularmente con Estados Unidos. De igual forma, este tipo de actividades incrementarán las exportaciones mexicanas a mediano plazo, así como su participación en el PIB, la formación bruta de capital fijo y el empleo.
Este proceso, sin embargo, también conlleva a una serie de cuestionamientos y planteamientos estratégicos de mediano y largo plazo. En general destaca que estas actividades, por el momento, no han podido generar encadenamientos en forma significativa con el resto de la economía, proceso que tampoco se ha favorecido con políticas de competitividad y orientadas a estas actividades de carácter neutral u horizontal. Por otro lado, y con pocas excepciones, los noventa se caracterizan por un proceso de masiva adquisición de empresas mexicanas en prácticamente todos los rubros, con la excepción de aquellos donde lo prohibe la ley. La asimetría entre las empresas mexicanas y extranjeras, pero particularmente las diferencias en las condiciones nacionales y extranjeras -tanto de la demanda interna como de financiamiento y de apoyo que estas empresas reciben- cuestionan la estrategia de desarrollo nacional a largo plazo y las prioridades de la misma. Por último, este tipo de industrialización, liderada por empresas transnacionales estadounidenses, también genera nuevos retos y riesgos, siendo que difícilmente son influenciables por políticas e incentivos públicos o privados.Desde esta perspectiva, la contribución de la IED a la economía ha sido compleja y ambigua. Por un lado, ha sido un factor importante para permitir una relativa estabilidad de algunas variables macroeconómicas y financiar la estrategia iniciada en 1988. De igual forma, ha permitido una importante modernización de empresas extranjeras y de un segmento de empresas nacionales que ha realizado diferentes tipos de fusiones y asociaciones con empresas extranjeras. Por otro lado, las actividades de la IED, en general, no han podido resolver los principales retos de la economía mexicana: encadenamientos e integración productiva y regional, empleo, financiamiento y sustentabilidad económica a mediano y largo plazo.