Descripción
El transporte urbano en las mayores urbes consume alrededor de un 3½% del PIB regional, una fracción inflada por la incidencia de la congestión de tránsito. Al costo de la congestión en términos de pérdida de eficiencia económica, hay que sumarle sus consecuencias negativas para la coherencia social, puesto que el fenómeno, causado por los relativamente adinerados automovilistas, aumenta los tiempos de viajes y, quizás de mayor consideración, hacen subir el valor de los pasajes que tienen que pagar los usuarios del transporte colectivo. Poseer un auto es uno de los frutos del progreso humano; ocuparlo en condiciones de congestión o contaminación aguda es un mal social.