Descripción
Resumen Los impresionantes avances tecnológicos que trae consigo la globalización significan beneficios incuestionables para el aumento de la productividad, pero al mismo tiempo entrañan efectos sociales y ambientales. Este documento se centra en los primeros —los aspectos sociales— y se circunscribe al Istmo Centroamericano, una región caracterizada por su gran heterogeneidad de desarrollo productivo y de mercados laborales y, en consecuencia, por grandes inequidades sociales. Las innovaciones tecnológicas y organizativas plantean dudas en cuanto a la demanda de empleo en países que, como los centroamericanos, presentan una peculiar abundancia de mano de obra. En forma heterogénea, los procesos particularizados que han incorporado innovaciones sustituyeron fuerza de trabajo simple por recursos más tecnificados y personal más calificado. Pero, más aún, una gran proporción de la población laboral se encuentra imposibilitada para acceder al progreso técnico, no sólo por la falta de medios para incorporarlo en sus procesos productivos, sino también —para vastos grupos— por deficiencias graves en su desarrollo humano y formación laboral. Con las excepciones de Costa Rica y Panamá, se trata de países con una población mayoritariamente pobre, sometida a carencias nutricionales y educativas que limitan su desarrollo en la vida laboral moderna. Existe una institucionalidad tecnológica y de capacitación significativa en el Istmo Centroamericano, desarrollada en la anterior etapa de industrialización, pero que está marcada por un sesgo sumamente inequitativo en su orientación sectorial y social, entre otras cosas porque forma parte de una estructura productiva heterogénea y segmentada. Así, se suele favorecer a sectores productivos modernos con tecnología reciente, en detrimento de los tradicionales, a la vez que se percibe una discriminación de género —en detrimento de las mujeres— y cultural, en la tendencia a marginar minorías indígenas. La introducción y difusión de innovaciones tecnológicas ha sido esgrimida por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) como uno de los tres ejes de la propuesta de Transformación productiva con equidad, que lanzó a principios de los noventa para la región latinoamericana y caribeña. Pero por sí solas estas acciones no garantizan que la fuerza de trabajo logre escapar de condiciones de pobreza, incluso en sectores modernos. Se requieren políticas específicas para combatir estas inequidades. Resulta estratégico el apoyo a sectores de menor o más reciente proyección económica, como los microempresarios, los pequeños productores agrícolas y en general el sector informal. Igualmente importante resulta respaldar de forma decidida el desarrollo moderno de la educación y el conocimiento, como parte de la inversión en capital humano en la que tanto se ha insistido por su trascendencia y que tanta pertinencia cobra en los países del Istmo Centroamericano.