Descripción
Al iniciar una nueva década, el debate sobre política económica se concentra en las consecuencias de las reformas implementadas en América Latina y el Caribe en los dos últimos decenios. La apertura comercial, la liberalización financiera y las privatizaciones han alterado radicalmente las reglas del juego que rigen el trabajo y los negocios. Los cambios de política macroeconómica que acompañaron o precedieron a las reformas en ocasiones reforzaron los objetivos específicos de las reformas estructurales —sobre todo el crecimiento de las exportaciones—, pero en otras tuvieron efectos contrarios. Gracias a esa combinación de factores surgieron nuevas estructuras de mercado y transformaciones en el desempeño macroeconómico.La evaluación de los efectos de las reformas sobre el crecimiento económico, el empleo y la distribución del ingreso trasciende los intereses de la academia. Los gobiernos, partidos políticos y actores sociales exigen evaluar más a fondo los resultados, con el fin de formular o proponer políticas que complementen las reformas o corrijan sus efectos no deseados. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL); participa activamente en este proceso. El presente libro forma parte de un proyecto llevado a cabo por la CEPAL, junto con investigadores de nueve países, para estudiar el impacto de las reformas. Con la dirección de la doctora Barbara Stallings, el proyecto produjo unos 14 libros y 70 documentos de trabajo. La síntesis se presenta en el primer volumen, titulado Crecimiento, empleo y equidad: el impacto de las reformas económicas en América Latina y el Caribe, y se complementa con cuatro volúmenes temáticos, donde se analizan la inversión, el cambio tecnológico, el empleo y la equidad. Además, en otros nueve volúmenes nacionales se examinan las características particulares de las reformas en Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Jamaica, México y Perú. Los documentos de trabajo están disponibles en el sitio web de la CEPAL (www.cepal.cl);.El presente libro de Samuel Morley, actualmente investigador visitante del Instituto Internacional de Investigaciones sobre Políticas Alimentarias (IFPRI); y ex consultor de la CEPAL, aborda un tema que preocupa cada vez más a los países de América Latina y el Caribe: la distribución del ingreso. La distribución del ingreso en la región es la más desigual de todo el mundo, situación que se ha mantenido desde que comenzaron a llevarse estadísticas. Desde 1980, la desigualdad ha aumentado. No cabe duda que parte de ella obedece a las recesiones de los años ochenta, pero según estudios recientes las economías de la región registraron un mejoramiento muy escaso en los años noventa, al recuperarse de sus recesiones previas. El consenso es que la distribución ha permanecido más o menos igual o que incluso ha empeorado ligeramente desde 1990. Morley identifica tres factores que contribuyen a explicar el alto nivel de desigualdad de América Latina. En primer lugar, la región registra una distribución muy desigual de la educación y la brecha salarial entre mano de obra calificada y no-calificada más alta del mundo para los graduados universitarios. Segundo, la combinación de una distribución de la tierra altamente sesgada y el incremento de la tasa de crecimiento de la fuerza laboral en las últimas décadas ha reducido el salario relativo de la mano de obra no calificada. Tercero, los ricos de América Latina son mucho más ricos en relación con el resto de la población de lo que son en otras partes del mundo. Lamentablemente, no parece de que el crecimiento vaya a mejorar mucho la distribución. Una razón es que actualmente el crecimiento es más intensivo en conocimiento de lo que solía ser. Esto puede ser simplemente un fenómeno latinoamericano, pero es probable que refleje cambios tecnológicos que se están dejando sentir en todo el mundo. El crecimiento intensivo en conocimientos ha favorecido a los graduados universitarios. Hasta el momento, este grupo contribuye menos que los ricos a la desigualdad global, dado que muchos de los que integran ese grupo no son ricos. No obstante, a diferencia de los ricos, Morley demuestra que la contribución de este grupo a la desigualdad aumentó notoriamente en el período posterior a las reformas. En la muestra de nueve países examinada en el libro, la desigualdad se habría reducido en todos los casos, a no ser porque incrementaron los ingresos relativos y el tamaño del grupo universitario. Las pruebas del impacto de las reformas estructurales sobre la distribución del ingreso son de distinto signo, porque es difícil separar el efecto de las reformas de todos los demás cambios que ocurrían al mismo tiempo. A nivel agregado, las reformas parecen haber tenido un efecto regresivo sobre la distribución, pero este es pequeño y sólo marginalmente significativo. Esto se debe a que las reformas en diferentes ámbitos tienen efectos contrapuestos sobre la equidad. Las reformas tributarias y comerciales son inequívocamente regresivas, aunque no muy significativas, pero la apertura de la cuenta de capital es inequívocamente progresiva. Los resultados de otras reformas no fueron lo suficientemente consistentes como para dar respuestas claras. La CEPAL no podría haber realizado un proyecto de esta magnitud sin la cooperación de muchos particulares e instituciones. Queremos agradecer a los investigadores que participaron en cada uno de los nueve países, así como a los coordinadores responsables de los libros temáticos y nacionales. Asimismo, estamos en deuda con los miembros de la Comisión Asesora Externa del proyecto: Nancy Birdsall, Directora de Programas Económicos de la Carnegie Endowment for International Peace; René Cortázar, Director Ejecutivo de la Televisión Nacional de Chile; Norman Hicks, economista principal del Banco Mundial; Juan Antonio Morales, Presidente del Banco Central de Bolivia; Pitou van Dijck, Profesor de Economía de la Universidad de Amsterdam, y Dorothea Werneck, Gerente de la Agencia Brasileña de Promoción de Exportaciones. El financiamiento externo provino de diversos donantes internacionales. En primer lugar, quisiéramos reconocer el papel fundamental que cumplió el Ministerio de Cooperación para el Desarrollo de los Países Bajos, que proporcionó la donación básica del proyecto. El Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo ( CIID );de Canadá. también aportó una considerable contribución, que permitió ampliar notablemente el alcance del proyecto. Estas dos fuentes se complementaron con fondos de la Fundación Ford y de la Agencia de Cooperación Internacional Sueca para el Desarrollo (ASDI);. Agradecemos profundamente a todos los donantes, sin cuyo apoyo no se podría haber emprendido el proyecto. José Antonio Ocampo, Secretario Ejecutivo, Comisión Económica para América Latina y el Caribe.