Descripción
El trabajo, entendido como un "conjunto de actividades humanas, remuneradas o no, que producen bienes o servicios en una economía, o que satisfacen las necesidades de una comunidad o proveen los medios de sustento necesarios para los individuos"1 constituyeademás, un eje estructurante de la vida de las personas y debería ser fuente de satisfacción y de autonomía para hombres y mujeres. Sin embargo, el que esto sea posible dependerá en gran parte de la calidad del trabajo que realicen.Este estudio analiza los patrones de inserción de las mujeres rurales en el mundolaboral -con sus especificidades respecto de aquellos de los hombres- y sus diferentescaracterísticas en los países de la región que fueron seleccionados.Según las cifras, desde los años 90 hasta el 2005 ha crecido la participación de las mujeres rurales en la población económicamente activa (PEA), la que ha tenido un incremento mayor que la de la población masculina rural ocupada la cual, por el contrario, ha decrecido.Tras esta positiva visión inicial, la investigación profundiza en las características que ha tenido esta inserción, con sus particularidades en los países seleccionados. ¿;Dónde trabajan más las mujeres rurales, en la agricultura o en actividades no agrícolas?; ¿;lo hacen más que los hombres en estas diferentes ramas de la actividad económica?; y en cada una de ellas, ¿;qué posición ocupan en la organización de la producción?.Las respuestas a estas preguntas son diferentes para los diversos países, pero tienen un común denominador: la desprotección.El presente estudio pone de relieve las trabas existentes para una mayor incorporaciónde las mujeres al mundo del trabajo: una estructura productiva que no crea suficientes empleos de buena calidad para ellas -y tampoco para los hombres- y una población femenina envejecida y con muy bajos niveles de calificación. Lo anterior, al interior de un sistema económico y social marcado por las inequidades sociales y de género, basadas estas últimas en una rígida asignación de roles que asigna a los varones la principal responsabilidad en la producción y a las mujeres las restringe a la reproducción, considerándolas como trabajadoras secundarias cuya función es, en última instancia, complementar los ingresos del hogar.Con una inserción en el trabajo marcada por estas características, la conclusión ala que se arriba es que la creciente incorporación de las mujeres rurales a la actividad laboral poco ha contribuido a superar la pobreza existente en las áreas rurales de América Latina ni tampoco es sinónimo de desarrollo.