Nota informativa
La tasa de informalidad en Uruguay cayó 17 puntos en la última década, de 40,7% en 2004 a 23,5% en 2014, según destaca un nuevo estudio de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), que señala que este descenso coincidió con un período de crecimiento y estabilidad económica y con la aplicación de diversas políticas que podrían haber influido, directa o indirectamente, en el proceso de formalización.
El documento El proceso de formalización en el mercado laboral uruguayo, publicado por la Oficina de la CEPAL en Montevideo, se basa en datos de la Encuesta Continua de Hogares (ECH), que desde 2001 indaga si los trabajadores realizan aportes a la seguridad social. Estas contribuciones son obligatorias para todos, ya sean asalariados o independientes.
En 2001, la informalidad, entendida como el no registro de los trabajadores en la seguridad social, afectó a 36,0% del total, en 2004 alcanzó su nivel máximo (40,7%) y luego inició su descenso de forma sostenida hasta situarse en 23,5% en 2014. Según el estudio, la caída en la informalidad obedeció principalmente al descenso en la tasa de informalidad de los asalariados privados y a la menor importancia del trabajo por cuenta propia sin local (trabajadores que realizan sus actividades sin contar con un lugar físico de trabajo o inversión en maquinarias y equipo).
En un período de aumento sostenido de la ocupación a partir de 2004, esta caída en la tasa de informalidad implicó un crecimiento del número de trabajadores formales. Así, en las zonas urbanas pasaron de ser alrededor de 645.000 en 2003 a 1,1 millones en 2014. Por su parte, el número de trabajadores informales se redujo de 458.000 en 2004 a 340.000 en 2014. De esta forma, la creación de empleo en la última década se centró en el sector formal de la economía.
Según el estudio, la caída de la informalidad fue similar entre hombres y mujeres y se dio en todos los sectores, con excepción del de gas, electricidad y agua, y en empresas tanto pequeñas como medianas y grandes, aunque el mayor descenso ocurrió en aquellas compañías de 5 a 9 empleados.
El documento destaca que la reducción de la informalidad se produjo en un contexto favorable, con once años ininterrumpidos de crecimiento económico y caídas en la tasa de desempleo, que pasó de 15,3% en 2001, a 13,1% en 2004 y 6,9% en 2014. Junto a ello, en ese período se aplicaron políticas que podrían haber influido, directa o indirectamente, en el proceso de formalización.
Entre ellas se citan la reinstalación de la negociación colectiva tripartita en 2005, que había sido abandonada en los años noventa; el fortalecimiento del salario mínimo, que creció 180% entre 2005 y 2012; la reforma tributaria de 2007, que incluyó incentivos a la inversión productiva para fomentar la creación de empleo formal, y la reforma de la salud de 2008, que extendió la cobertura en salud a la familia del trabajador que efectúa el aporte a la seguridad social.
También se introdujeron cambios en el seguro de desempleo, en el esquema jubilatorio, en el de licencias por maternidad y paternidad, y en la ley de monotributo (un sistema simplificado de aportes únicos, que incluye contribuciones a la seguridad social e impuestos). Asimismo, se implementaron medidas específicas para el servicio doméstico, como su incorporación a la negociación colectiva y la promulgación de una ley de regulación de las condiciones de trabajo.