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Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez

15 de junio de 2020|Nota informativa

La pandemia del COVID-19 está causando temor y sufrimiento indescriptibles a las personas de edad en todo el mundo. Más allá de su impacto inmediato en la salud, la pandemia las coloca en una situación de mayor riesgo de pobreza, discriminación y aislamiento. Es probable que tenga un efecto particularmente devastador para las personas de edad de los países en desarrollo (Secretario General de la ONU, António Guterres).

Este año la conmemoración del Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez adquiere un significado aún más fuerte, ya que en todo el mundo las personas mayores tienen un riesgo mayor de mortalidad y enfermedades graves asociadas al COVID-19, así como la mayor probabilidad de morir a partir de los 80 y más años pues un alto porcentaje de ellas tienen al menos una afección subyacente, lo que las coloca en un mayor riesgo de impacto severo por el COVID-19.    

En la región, la pandemia se ha ido intensificando con el pasar de los meses y todos los países con mayor o menor intensidad han sido golpeados por ella, si bien hasta ahora los más afectados son Brasil, Perú, Chile y México.

Las personas mayores de América Latina y el Caribe bordean los 85 millones y representan el 13% de la población total, ellas ya presentaban desigualdades en acceso a seguridad social, pensiones, salud y diversos tipos de discriminación previo a la pandemia, las cuales se han agudizado en estos meses.

La Convención Interamericana sobre la Protección de los derechos de humanos de las personas mayores define como maltrato, la acción u omisión, única o repetida, contra una persona mayor que produce daño a su integridad física, psíquica y moral y que vulnera el goce o ejercicio de sus derechos humanos y libertades fundamentales, independientemente de que ocurra en una relación de confianza. Asimismo, el Articulo 29 de dicha convención trata de las Situaciones de riesgo y emergencias humanitarias, en donde se indica que los Estados Parte deben tomar todas las medidas específicas que sean necesarias para garantizar la integridad y los derechos de la persona mayor en situaciones de riesgo, incluidas emergencias humanitarias y desastres, de conformidad con las normas de derecho internacional, en particular del derecho internacional de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario. Además, los Estados Parte deben adoptar medidas de atención específicas a las necesidades de la persona mayor en la preparación, prevención, reconstrucción y recuperación en situaciones de emergencias. Por cierto, en este contexto también toman relevancia los artículos de esta convención que están asociados a la Igualdad y no discriminación por razones de edad, el Derecho a la vida y a la dignidad en la vejez, el derecho a la salud y los Derechos de la persona mayor que recibe servicios de cuidado a largo plazo.

Recogiendo lo que se indica en la Convención, instrumento vinculante a nivel internacional, así como indicaciones de la Experta Independiente de Naciones Unidas sobre el disfrute de todos los derechos humanos por las personas de edad y de diferentes llamados desde la sociedad civil de personas mayores, los Estados deben procurar que toda persona mayor infectada con Covid-19 tenga derecho a acceder a unidades de cuidados intensivos, sistemas de ventilación mecánica y otros apoyos para salvar su vida, en igualdad de condiciones con las demás. De esta forma, la denegación u omisión que afecta el derecho a la vida de las personas mayores podrá calificarse como trato cruel e inhumano, y por lo tanto una violación de derechos humanos. Asimismo, se deberá dar siempre derecho al trato digno, a su autonomía en la toma de decisiones, el respeto a su voluntad, preferencias, el consentimiento libre e informado y a la privacidad de sus datos personales. Es muy importante también que tengan derecho a recibir toda la información pública sobre el Covid-19 de manera oportuna y accesible.

En el mismo sentido, la Carta de San José sobre los derechos de las personas mayores de América Latina y el Caribe de 2012, adoptada por los gobiernos de la región en la tercera Conferencia regional intergubernamental sobre envejecimiento en América Latina y el Caribe en 2012, el Consenso de Montevideo sobre Población y Desarrollo de América Latina y el Caribe, aprobado en la primera reunión de la Conferencia Regional sobre Población y Desarrollo celebrada en 2013, y la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2015, llaman a erradicar las múltiples formas de discriminación que afectan a las personas mayores, incluyendo todas las formas de violencia contra ellas, teniendo en cuenta las obligaciones de los Estados con respecto a un envejecimiento con dignidad y derechos.

Junto con estas recomendaciones, es urgente que los Estados tomen medidas para apoyar a las personas mayores en lo referente a su salud mental durante esta crisis sanitaria y luego que esta termine, pues la distancia social y física que han debido tomar para protegerse del contagio ha mermado sus vínculos afectivos, debilitado sus redes de apoyo y los ha dejado en soledad y con altos niveles de depresión, ansiedad y angustia. Urge crear instancias de apoyo psicológico, instancia de escucha para compartir sus experiencias durante la pandemia. Y es ahí donde los apoyos intergeneracionales, aunque sean a distancia, recobran fuerza.

Los países de la región han comenzado a tomar acciones para ir en apoyo de las personas mayores en esta situación de catástrofe humanitaria; sin embargo, es necesario redoblar esfuerzos para proteger la vida y la integridad de las personas mayores en un contexto de interdependencia y solidaridad, siendo relevante garantizar sus derechos humanos para que ninguno de ellos se quede atrás.

Más información en el sitio: https://www.un.org/es/observances/elder-abuse-awareness-day