En el documento de posición del período de sesiones “Construir un nuevo futuro: una recuperación transformadora con igualdad y sostenibilidad”, la CEPAL ha llamado la atención al hecho de que solamente algunos sectores tienen la capacidad de reconciliar las tasas de crecimiento necesarias para alcanzar de forma simultánea los tres pilares del desarrollo sostenible. Existe una gran preocupación de que la pandemia, aunada a la reducción de las emisiones en el corto plazo y a la urgencia de lograr la recuperación económica a cualquier costo, lleve a que se reduzca el gasto ambiental y se invierta menos en soluciones sostenibles. La drástica caída del PIB conllevó una reducción importante de las emisiones mundiales. El 7 de abril de 2020, las emisiones fueron un 17% menores que en cualquier otro día de los primeros meses del mismo año (Storrow, 2020). Esa reducción tan importante solo se logró porque había condiciones muy excepcionales que no pueden sostenerse por mucho tiempo, a saber, el confinamiento y la contracción drástica de los viajes internacionales y nacionales. Si los confinamientos se extendieran al segundo semestre de 2020, las emisiones deberían caer un 7% este año.
No obstante, esa reducción es inferior al 7,6%, que es la tasa anual de caída de las emisiones que las Naciones Unidas estiman que debe haber en la próxima década para que el aumento de la temperatura terrestre se mantenga por debajo de 1,5 ºC. Si no se cambian los patrones energéticos, el impacto que el retorno al crecimiento económico tendrá sobre las emisiones contrarrestará rápidamente la caída causada por la recesión. Desde el punto de vista de las emisiones, la pandemia significó una reducción transitoria e insuficiente.
Más aún, como lo indica el mismo documento, la pandemia debe verse como una señal de la creciente presencia e invasión del hombre en los ecosistemas del planeta. Las enfermedades zoonóticas emergentes, como parece ser el COVID-19, muestran las posibles consecuencias negativas de la creciente presión humana sobre la naturaleza (PNUMA/ILRI, 2020). La frecuencia con que los microorganismos patógenos saltan de animales a humanos ha aumentado con el aprovechamiento forestal y agropecuario (Vale y otros, 2019), y la urbanización (Shapiro y otros, 2013). Además, el aumento de la temperatura causado por el cambio climático favorece el desarrollo de ciertas infecciones (Zhou y otros, 2008) y amplia el alcance y las temporadas de alta transmisión de varias zoonosis, sobre todo las transmitidas por vectores (Huber y otros, 2020; Wells y Clark, 2019). Tampoco se puede despreciar el efecto debilitador de la contaminación ambiental sobre el sistema inmunitario humano, sobre todo a largo plazo.
Es necesario apostar por transformacionessectoriales profundas, escapando de la tentación de considerar la pandemia como un accidente o un paréntesis y no como la expresión de una situación límite que demanda un viraje, ante lo que cada vez más se considera como una encrucijada transformadora, es preciso avanzar en el cambio estructural progresivo en el marco del gran impulso para la sostenibilidad.
La recuperación no puede darse entonces siguiendo el sendero anterior, se debe buscar un patrón de desarrollo resiliente al clima y un crecimiento con bajas emisiones, ajustando en gran escala las fuentes de energía y los patrones de producción y consumo, de modo de lograr que el crecimiento se desacople de las emisiones.
La modificación de los patrones de consumo y producción requiere también la reducción de las brechas tecnológicas, educación, acceso a capacidades, oportunidades y recursos. Igualmente, será necesario modificar la dirección de la inversión público y privada para evitar que se acentúe el cambio climático, la destrucción de los bienes comunes mundiales y la pérdida de biodiversidad.
Nuestra región debería apostar en expandir sectores y las cadenas productivas que son dinámicas en la economía mundial, asociados a procesos verdes, biomateriales, edificios inteligentes, energías renovables, electromovilidad, así como los agroalimentos basados en procesos productivos trazables, circuitos cortos y sistemas productivos locales.
En línea con el proyecto de la Cuenta para el Desarrollo de la CEPAL "Coordinación, Coherencia y Eficacia para la Implementación de la Dimensión Ambiental de la Agenda 2030 en América Latina y el Caribe", esta actividad tiene como objetivo perseguir una recuperación y reactivación económica centrada en los sectores económicos bajos en carbono que puedan generar, al mismo tiempo, empleo y resiliencia ambiental, fortaleciendo la capacidad humana de crear prosperidad, basado en evidencia.