Nota informativa
Palabras de Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, en la apertura de la reunión virtual informativa entre ministras y altas autoridades de los mecanismos para el adelanto de las mujeres
Miércoles 8 de abril, 2020
Carolina Cuevas, Ministra de la Mujer y la Equidad de Género del Gobierno de Chile, en su calidad de Presidenta de la Mesa Directiva de la Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe,
María-Noel Vaeza, Directora Regional para las Américas y el Caribe de ONU-Mujeres.
Queridas ministras y colegas de los ministerios de la mujer y mecanismos para la igualdad de género,
Les doy la más cordial bienvenida a esta reunión que tiene por objetivo ver cómo enfrentamos de forma conjunta esta crisis mundial que nos toca atravesar, que desencadena discriminaciones y que hace más evidente aún las profundas brechas y desigualdades estructurales que flagelan a los pueblos de nuestra América Latina y el Caribe. Hoy me resulta fundamental dialogar con ustedes sobre cómo enfrentar esta terrible pandemia sin que en nuestros países se agudicen las desigualdades y la violencia de género, y se torne aún más injusta la vida cotidiana de las mujeres.
Tal como lo establece la Estrategia de Montevideo para la implementación de la Agenda Regional de Género en el marco del Desarrollo Sostenible hacia 2030 en su eje de implementación número 8, los países de América Latina y el Caribe están llamados a promover la cooperación regional, la cooperación Sur-Sur y la cooperación triangular para apoyar los esfuerzos encaminados a alcanzar la igualdad de género y garantizar los derechos de las mujeres. En particular, la medida 8.b insta a los gobiernos a impulsar iniciativas de cooperación regional y subregional en materia técnica, financiera y de estándares laborales y de derechos de las mujeres en especial frente a situaciones críticas (CEPAL, 2016).
La pandemia de la enfermedad por coronavirus (COVID-19) ha puesto de relieve las desigualdades entre hombres y mujeres, pero también ha cristalizado la importancia de los cuidados para la sostenibilidad de la vida. Es clave hoy reflexionar y actuar sobre la poca visibilidad que tienen los cuidados y las diversas actividades de las mujeres en las economías de la región en las que se sigue considerando una externalidad y no un componente fundamental para el desarrollo. La crisis sanitara en curso pone en evidencia la injusta organización social de los cuidados en América Latina y el Caribe. Urge pensar las respuestas a las necesidades de la población desde un enfoque de género, ya que, como ha demostrado la CEPAL en reiteradas ocasiones, son las mujeres quienes, de forma remunerada o no remunerada, realizan la mayor cantidad de tareas de cuidados.
Al 30 de marzo de 2020, según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), 37 países y territorios de la región habían cerrado sus escuelas a nivel nacional (UNESCO, 2020). Ello implica que al menos 113 millones de niñas, niños y adolescentes se encuentran en sus casas para prevenir la expansión del virus. Los cierres de estos centros de enseñanza suponen que deben brindarse 24 horas diarias de atención a esta población, lo que sin duda sobrecarga el tiempo de las familias; en particular, el de las mujeres, que en la región dedican diariamente al trabajo doméstico y de cuidados no remunerados el triple del tiempo que dedican los hombres a las mismas tareas. Con anterioridad a la crisis sanitaria del COVID-19, en los países de la región sobre los que se dispone de datos, las mujeres destinaban a las actividades de trabajo doméstico y de cuidados entre 22 y 42 horas semanales. Las desigualdades de género se acentúan en los hogares de menores ingresos, en los que la demanda de cuidados es mayor dado que cuentan con un número más elevado de personas dependientes.
En la actual crisis sanitaria, y en el marco de las medidas de aislamiento social y cuarentena por el COVID-19, también nos hemos visto enfrentados a una agudización de la violencia de género en nuestros países.
En Colombia, por ejemplo, el Gobierno informó que las llamadas a la línea para acompañar a las víctimas de violencia de género sumaron 1.221 entre el pasado 22 de marzo y el 5 de abril, lo que supuso un crecimiento del 103% con respecto al mismo periodo anterior.
En Chile, las cifras también apuntan a un importante incremento en la violencia hacia las mujeres durante las últimas semanas. Según datos del Ministerio de la Mujer y Equidad de Género, dadas a conocer el lunes por la Presidenta de esta Conferencia, la Ministra Carolina Cuevas, el fin de semana del viernes 27 al domingo 29 de marzo se realizaron un 70% más de llamadas al Fono 1455 de Orientación en Violencia contra La Mujer, en comparación con el período anterior (viernes 20 a domingo 22 de marzo).
En Argentina, los llamados a la línea nacional de ayuda 144 crecieron un 40% en la cuarentena. Y las denuncias ingresadas al Ministerio Público Fiscal (MPF) de la Ciudad de Buenos Aires se incrementaron un 25%.
No podemos permitir que la violencia de género prevalezca. No podemos retroceder en el camino avanzado. Dijimos “no a la violencia contra la mujer”, dijimos “ni una menos”, y hoy más que nunca debemos reafirmar esa convicción.
Amigas y amigos,
Junto con pensar en asuntos como los cuidados, la violencia en el marco de la pandemia y las medidas más inmediatas vinculadas directamente a las mujeres, las invito a pensar cómo el resto de las medidas que se están tomando en los Estados de la región afectan los nudos estructurales de la desigualdad. Esto es, cómo lo que se planifique e implemente en este escenario no agudice aquellos fenómenos de desigualdad e injusticia que durante tanto tiempo trabajamos para revertir. Hemos avanzado muchísimo en acuerdos y compromisos que conforman nuestra Agenda Regional de Género y hace un par de meses los gobiernos adoptaron el Compromiso de Santiago, dando un importante paso más hacia el logro de la igualdad de género.
Hoy, cuando las economías se ven golpeadas por una crisis de salud sin precedentes, es esencial alertar sobre el hecho de que las medidas económicas y sociales que se consideren para paliar los efectos de esta situación no deben suponer recortes fiscales que afecten los avances hacia la igualdad de género ni deterioren la autonomía de las mujeres. En particular, es importante que el tiempo de las mujeres no se convierta, como ha sucedido a lo largo de la historia, en un factor de ajuste del que los Estados disponen para afrontar la crisis y los nuevos escenarios económicos.
Por ello, las estrategias que se adopten para enfrentar la crisis deben implementarse fortaleciendo el trabajo coordinado con los mecanismos para el adelanto de las mujeres, y contando con la participación de las organizaciones y los movimientos de mujeres y feministas, de mujeres indígenas, afrodescendientes, rurales y de las comunidades de base, a fin de que contribuyan al diseño de estas estrategias adaptándolas a sus realidades.
Muchas gracias.