Comunicado de prensa
Intervención de Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), con ocasión de la ceremonia “Un minuto de silencio por el pueblo de Siria”
15 de marzo de 2017
CEPAL
Amigas y amigos,
Hace seis años se inició en Siria la peor catástrofe humanitaria que se registre desde la Segunda Guerra Mundial.
Un grupo de niños de la ciudad sureña de Daraa pintó consignas contra el Gobierno en el muro de una escuela. Fueron arrestados y brutalmente torturados.
Se registraría allí la hora cero de una guerra civil sin precedentes en el siglo XXI que convertiría a Siria en lo que el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Zeid Ra'ad Al Hussein, ha calificado como “una cámara de torturas: un lugar de horror y de una injusticia absoluta”.
Hasta abril de 2016 la crisis de Siria había provocado la muerte de 400.000 personas, según cifras del Enviado Especial de las Naciones Unidas para Siria, Staffan de Mistura, mientras más de un millón de sirias y sirios se cuentan entre los heridos.
El año pasado fue el peor para los niños de Siria desde el inicio de la guerra: al menos 652 niños, niñas y adolescentes murieron, 255 de ellos en ataques dentro o cerca de escuelas. Además, relata el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), más de 850 niños, niñas y adolescentes fueron reclutados para luchar en el conflicto, el doble que en 2015.
La expectativa de vida en Siria se redujo 20 años. La guerra, escenario cruel del duelo entre intereses geopolíticos que exceden a Siria y a la región, ha destruido el tejido social y económico del país y erosionado los avances forjados por las generaciones precedentes. Según la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), el 80% de los sirios vive en la pobreza y casi 9 millones pasan hambre.
En total, unos 13 millones y medio de personas necesitan atención urgente y protección.
A marzo de 2016 el conflicto en Siria había desplazado de sus hogares a millones de personas. Hasta entonces había 4.815.868 refugiados sirios en los países vecinos. Además, hay más de 6,6 millones de personas desplazadas internamente en Siria.
Los cientos de miles de muertos que ha dejado esta horrible guerra, los millones de refugiados que han debido iniciar una nueva vida con futuro incierto, y otros tantos que viven a diario la incertidumbre de su destino, son hoy y serán mañana el foco máximo de nuestra preocupación.
En Siria aún viven niños y niñas, mujeres y hombres, que siguen bajo el fuego de las bombas, en medio de una crisis humanitaria de magnitudes catastróficas, con comprensible desesperanza.
Las niñas y niños sirios que van a cumplir 7 años no han conocido más que sufrimiento en sus vidas. No saben lo que es vivir sin la amenaza constante de las bombas y la violencia que no cesa.
Por todos ellos hacemos hoy un minuto de silencio; en cada una, en cada uno, concentramos nuestra energía y nuestro trabajo; por cada mujer, hombre, niña y niño pregonamos la urgencia de poner fin a esta guerra que nos afecta a todas y todos y debe movilizarnos sin descanso.