Comunicado de prensa
Este ha sido otro año turbulento para los refugiados y los migrantes. Hemos visto el devastador efecto que siguen teniendo en la población civil los conflictos armados, que provocan muertes, siembran la destrucción y causan el desplazamiento de personas. Hemos sido testigos de la inaceptable pérdida de las vidas de miles de personas en tránsito en el Mediterráneo y en otros lugares. Y, lo que agrava aún más la situación, hemos presenciado el avance de movimientos populistas que buscan alienar y expulsar a migrantes y refugiados, y culparlos de diversos males de la sociedad.
Sin embargo, dentro de esta turbulencia hay también visos de esperanza, con ciudadanos y comunidades que abren sus brazos y sus corazones. También hemos visto una prometedora respuesta internacional, que culminó con la Declaración de Nueva York aprobada en septiembre en la Cumbre de las Naciones Unidas sobre los Refugiados y los Migrantes. Ahora es fundamental que los gobiernos cumplan y profundicen sus compromisos para regular los grandes desplazamientos de refugiados y migrantes de una manera compasiva y centrada en las personas, que tenga en cuenta la perspectiva de género y esté basada en los derechos humanos fundamentales.
Cada migrante es una persona con derechos humanos. La protección y la defensa de los derechos humanos y las libertades fundamentales de todos los migrantes, cualquiera sea su situación, es un elemento fundacional de la Declaración de Nueva York. Para ello, necesitamos una mayor cooperación internacional entre los países de origen, tránsito y destino, que se rija por el derecho y las normas internacionales. Debemos rechazar la intolerancia, la discriminación y las políticas impulsadas por una retórica xenófoba y que busca convertir en chivos expiatorios a los migrantes. Quienes abusen de los migrantes e intenten causarles daño deben rendir cuentas de sus actos.
Una respuesta sostenible a la migración debe afrontar las causas de los movimientos de personas forzosos y precarios. Estos incluyen la pobreza, la inseguridad alimentaria, los conflictos armados, los desastres naturales, el cambio climático y la degradación ambiental, la mala gobernanza, la persistencia de las desigualdades y las violaciones de los derechos económicos, sociales, civiles, políticos o culturales. La buena gobernanza de la migración también exige la ampliación de los canales legales para la migración en condiciones de seguridad, en particular para la reunificación familiar, la movilidad de la mano de obra en todos los niveles de aptitud, y oportunidades de educación para los niños y los adultos, así como la despenalización de la migración irregular y la regularización de la situación de los migrantes irregulares.
La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible ofrece una oportunidad para asegurar que se asigne prioridad a las necesidades de los más marginados, incluidos los migrantes, a fin de que nadie se quede atrás. En este Día Internacional del Migrante, hago un llamamiento a la comunidad internacional para que adopte medidas en relación con el pacto mundial para una migración segura, regular y ordenada como contribución importante a la creación de un mundo de paz, prosperidad, dignidad y oportunidades para todos.