Ayer fue el Día de las Naciones Unidas. Hay muchas razones para celebrar todo lo que se ha logrado desde su creación, pero también para hacer hincapié en los retos de hoy para la comunidad internacional. En este día honramos a una persona excepcional, Dag Hammarskjöld, relevante hombre público sueco, secretario general de las Naciones Unidas desde 1953 a 1961. El mundo aún recuerda sus esfuerzos a favor de la paz y el desarrollo de los pueblos y lo considera un prominente funcionario internacional de todos los tiempos. Este año se cumplen 50 años de su fallecimiento en un accidente aéreo, el 17 septiembre de 1961. Hammarskjöld adquirió renombre por la seriedad de su trabajo en Suecia como ministro, con responsabilidades de política exterior. Fue designado secretario general de las Naciones Unidas por la Asamblea General el 10 de abril 1953. Era un período muy difícil para la principal organización internacional. La Guerra Fría estaba en su apogeo y la tarea del secretario general se tornaba extremadamente complicada. Durante su mandato debió enfrentar numerosas crisis, en el Medio Oriente, Suez, Líbano, el golpe militar en Guatemala, entre otras. Hammarskjöld fue un defensor a ultranza de las Naciones Unidas como un organismo mundial de paz, así como del mecanismo que permite a los Estados miembros resolver colectivamente los problemas globales, en especial la protección de los países pequeños y pobres. Él creía que los valores personales jugaban un papel clave en el logro de los solemnes principios y valores de las Naciones Unidas. “Nuestro trabajo por la paz debe comenzar en el mundo privado de cada uno de nosotros”, dijo en una oportunidad. Naturalmente, Suecia está orgullosa de Dag, uno de sus más ilustres ciudadanos, quien recibiera póstumamente el Premio Nobel de la Paz en 1961. Su mensaje aún resuena con fuerza en América Latina, la región más desigual del mundo. Emerge hoy con fuerza una nueva generación, la de los “indignados”, atravesada por frustraciones ante expectativas incumplidas en términos de empleo, bienestar, progreso social, calidad de vida, respeto a la naturaleza, a la diversidad cultural, la democracia. Aún no conocemos la profundidad de su descontento. Pero creemos que hay que seguir la huella de Dag Hammarskjöld, escuchar a la gente, entender los nuevos retos y ejercer las responsabilidades de nuestra generación, porque la generación que nos sigue ha tomado la delantera.
Alicia Bárcena
Secretaria Ejecutiva
Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL)
Eva Zetterberg
Embajadora de Suecia en Chile y Perú
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