Descripción
Resumen
Existen métodos directos e indirectos para evaluar los resultados censales. Los primeros se refieren a encuestas postempadronamiento, y los segundos a la aplicación de técnicas que permiten el análisis demográfico de la información recolectada.
Bajo los programas COTA 1950, 1960, 1970 y 1980, algunos países utilizaron métodos directos para evaluar sus resultados; otro tanto ocurrió con los censos de las décadas 1990 y 2000. Aunque las respectivas muestras pudieron haber sido diseñadas en forma adecuada -desde el punto de vista estadístico y práctico-, no han resuelto el problema de evaluación de los censos en cuanto a cobertura y calidad de la información.
Salvo pocas excepciones, comparativamente con los censos levantados en las tres décadas anteriores, los realizados en los años ochenta en América Latina y otras regiones muestran un deterioro sustancial tanto en lo que se refiere a la cobertura como a la calidad de los datos. Las temáticas incluidas y la metodología aplicada para el levantamiento, procesamiento, evaluación y difusión de resultados, si bien tuvieron algunos aspectos coincidentes, no fueron uniformes en los diferentes países. Se tendió a flexibilizar las recomendaciones para dar cabida a la investigación de algunas características sociales específicas de cada país. La evaluación de los resultados se basó, principalmente, en métodos analíticos normalmente implícitos en las estimaciones y proyecciones de población realizadas por los encargados de los respectivos países, con la colaboración del CELADE.
En la ronda de censos realizados desde la mitad del siglo XX se han alternado grandes éxitos como también grandes fracasos. La rápida evolución de la tecnología, la globalización de la economía, la conformación de mercados comunes (caso Mercosur);, las metas sociales expresadas en diferentes conferencias mundiales, entre otros factores, de una u otra manera han influido en el pensamiento, comportamiento y cambios observados en las sociedades de los países de la región. Esto conlleva a que la situación actual sea claramente diferente a la de décadas pasadas.
Las políticas y programas centralizados fueron dando paso a la descentralización y modernización de los servicios, en especial a los del área social (salud, educación, vivienda); y surgió la necesidad de dar satisfacción a temas específicos de interés social como origen étnico, discapacidad, migración internacional, adultos mayores, medio ambiente, información para estudios de género, entre otros.
El usuario de la información se ha vuelto cada vez más exigente y esto significa un desafío para las instituciones de estadísticas, quienes si bien han ido avanzando en varias áreas de producción, especialmente en impulsar un mejor aprovechamiento de los datos censales, poniéndolos a disposición de los usuarios en forma más rápida y en medios más eficientes, les quedan cumplir con nuevas demandas de información necesarias para el desarrollo social y económico de los países. Esto supone una completa revalorización del rol de los censos y la necesidad de realizarlos con calidad, eficiencia y con una buena relación costo - beneficio.
Tal como ocurrió en las décadas de 1980 y 1990, la preparación de los censos del nuevo siglo se ha visto afectada por la situación económica de los países de la región que, en los últimos años, han sufrido una fuerte restricción en el gasto fiscal, lo que ha ocasionado repercusiones importantes en los levantamientos censales.
Por primera vez en la historia censal, varios países han realizado sus censos con la asistencia financiera obtenida mediante préstamos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID);, lo cual ha originado que los directores de estadística deban esforzarse en convencer a las autoridades encargadas de la toma de decisiones, en materia de préstamos, acerca de la importancia del censo, ya que aún mediante préstamos, el costo del censo es una carga fiscal.
Los datos referentes a la edad y el sexo resultan indispensables para evaluar la cabalidad y exactitud de los resultados numéricos de los censos. Asimismo, constituyen la base para la gran mayoría de los planes y políticas tanto públicas como privadas, como las requeridas por aquellas instituciones destinadas a la comunidad, en especial los servicios de salud, de la mujer, de la juventud, del adulto mayor, municipalidades, entre otros y, por los privados en sus planes de instalación de industrias y ventas. Los resultados censales referidos a las variables edad y sexo deben ser evaluadas con el propósito de conocer, por una parte, las limitaciones y, por otra, las alternativas de superación de los errores, labor que adquiere mayor relevancia al momento de realizar las estimaciones y proyecciones de la población por edad y sexo.
Este trabajo se centra, principalmente, en los esfuerzos hechos por los países de América Latina desde 1950 a 2000 por medir, de manera directa o indirecta, la omisión censal, presentando los resultados disponibles. Además, se efectúan algunas reflexiones sobre la evaluación de contenido, en especial las referentes al sexo y a la declaración de la edad de las personas.