Descripción
En 1995, como consecuencia de las dificultades que se presentaron en México para cumplir los compromisos adquiridos en instrumentos de deuda de corto plazo (algo menos de 30 mil millones de dólares), la posibilidad de que disminuyera la afluencia de capitales extranjeros privados hacia América Latina y el Caribe se tornó alta, no sólo para ese país, sino para otros de la región que podían ser percibidos como más propensos a llegar a una coyuntura similar. La acción oportuna de los organismos multilaterales en los primeros meses de 1995 impidió que esta situación se prolongara más allá de abril de ese año; así, al mes siguiente los países de la región iniciaron su retorno a los mercados internacionales de capital, lo que vino a disipar, en lo inmediato, el peligro de una nueva marginación. De hecho, durante 1995 los flujos de inversión directa mantuvieron una dinámica propia en los países de la región, la mayoría de los cuales no fueron afectados por la crisis de México, como lo demuestra la comparación con los ingresos netos obtenidos en 1994. Más específicamente , la afluencia de inversión directa sólo cayó abruptamente en México, tuvo una leve disminución en Chile, Ecuador, Uruguay y El Salvador, y un descenso algo más fuerte en Perú. En el resto de los países latinoamericanos la IED aumentó, lo cual permitió que se mantuviera en la trayectoria de crecimiento iniciada en 1991.