Nota informativa
Si bien la mayor parte de las remesas que reciben los hogares se destinan a cubrir necesidades inmediatas, como alimentación, salud y vivienda, existe la oportunidad de dirigir una parte de estos recursos a actividades productivas generadoras de ingresos, según un estudio realizado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) con los Gobiernos de El Salvador, Guatemala y la República Dominicana.
El documento titulado Fomento de la inversión de las remesas familiares en cadenas de valor: estudios de casos de El Salvador, Guatemala y la República Dominicana fue elaborado por Ramón Padilla Pérez, Federico Stezano y Francisco Villarreal.
El análisis de cadenas de valor en tres países y tres sectores distintos permitió identificar una mayor diversidad de factores que inciden en la relación entre inclusión financiera, inversión de remesas y desarrollo productivo, explica el texto.
Estas son las seis lecciones que resultan del diseño y la ejecución de los tres casos de estudio:
- Una primera lección aprendida alude a la necesidad de diseñar e implementar políticas públicas decididas, que fortalezcan las capacidades técnicas, gerenciales y financieras de los pequeños productores rurales, puesto que la inversión de las remesas en cadenas de valor no sucede de forma automática.
- Una segunda lección indica que los receptores de remesas tienen en promedio una mejor inclusión financiera y condiciones de inserción productiva que los no receptores, lo que muestra el potencial de un mayor uso de las remesas familiares para el escalamiento de cadenas de valor.
- La tercera lección plantea la relevancia de desarrollar modelos comercialmente sostenibles que permitan extender y adaptar los servicios financieros a las necesidades de los pequeños productores rurales, en particular, y de quienes tienen menores ingresos.
- La cuarta se relaciona con el hecho de que, aunque existen oportunidades para aumentar la cantidad de remesas que se dirigen a actividades generadoras de ingreso, las inversiones necesarias para mejorar las perspectivas de inserción productiva requieren recursos complementarios. Esto implica fomentar la asociatividad entre pequeños productores, así como facilitar el acceso a recursos financieros en condiciones adecuadas.
- La quinta lección parte del reconocimiento de que el uso de las remesas familiares es estrictamente personal. De esta manera, las políticas públicas deben orientarse a crear incentivos y proporcionar facilidades para que los receptores encuentren ventajas en la inversión de una porción en el fortalecimiento de cadenas de valor, en lugar de darles cualquier otro uso. Un incentivo clave que puede proveer el sector público es ofrecer recursos financieros como contraparte del monto de remesas invertidas, es decir, por cada peso o dólar invertido por parte de los receptores, el gobierno dona o financia a tasas preferenciales un monto proporcional.
- Una sexta lección se refiere a la metodología seguida. El enfoque de cadenas de valor permite identificar espacios específicos de inversión de una porción de las remesas para el escalamiento de las cadenas. Asimismo, permite diseñar estrategias de intervención públicas focalizadas para apoyar y promover el proceso.
“En los tres casos de estudio las características sociodemográficas están positivamente asociadas con una mayor inclusión financiera de los individuos. Entre ellas se incluyen la edad, la escolaridad y el ingreso del hogar”, señala el estudio. No obstante, el análisis de estas características evidenció un fuerte sesgo negativo a la inclusión financiera de las mujeres. Este aspecto ratifica la relevancia de diseñar productos y estrategias de acercamiento con perspectiva de género y orientados a atender grupos tradicionalmente excluidos, concluye el documento.