Comunicado de prensa
El creciente desencanto e insatisfacción de los ciudadanos con la política, las nuevas tecnologías que cambian la forma de ejercer el poder, y la renovación y capacidad de adaptación de instituciones como los partidos políticos, son algunos de los temas clave que definirán el futuro de la democracia en América Latina, señalaron hoy los expresidentes de Chile Ricardo Lagos, Costa Rica, Laura Chinchilla y Uruguay, Luis Alberto Lacalle, durante una conferencia internacional en la sede de la CEPAL, en Santiago de Chile.
La conferencia “El Estado de la Democracia en América Latina: 40 años desde la Tercera Ola de la Democracia” fue inaugurada este lunes 26 de noviembre y se prolongará hasta el miércoles 28. Es organizada por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y el Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral (IDEA Internacional) e incluye la participación de autoridades de varios gobiernos y personalidades del mundo académico y político latinoamericano.
Durante tres días, los asistentes discutirán temas como las nuevas tendencias políticas regionales, la integridad electoral, el financiamiento político, el impacto de las redes sociales, entre otros, y buscarán promover un espacio de diálogo e intercambio sobre política, democracia y desarrollo de la región, considerando la coyuntura actual y las perspectivas para el futuro, así como proponer recomendaciones con el fin de superar las debilidades regionales e igualmente replicar las buenas prácticas e innovaciones institucionales.
La conferencia fue inaugurada por Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, y Daniel Zovatto, Director Regional para América Latina y el Caribe de IDEA Internacional. Además de los expresidentes Lagos, Chinchilla y Lacalle, participaron también en la sesión de apertura Gonzalo Blumel, Ministro Secretario General de la Presidencia de Chile, y Sergio Bitar, Miembro del Consejo de Asesores de IDEA Internacional.
En sus palabras de bienvenida, la Secretaria Ejecutiva de la CEPAL señaló que en estas cuatro décadas de democracia ha habido luces y sombras. Por un lado, se logró reducir la pobreza de 48,4% de la población en 1990 a un mínimo histórico cercano al 28% en 2012. En tanto, los avances en la reducción de la desigualdad que se observaron en la mayoría de los países desde 2002 se detuvieron a partir de 2015 y en algunos casos se revirtieron.
“No hay duda que la calidad de la democracia y los niveles de desigualdad están íntimamente vinculados. Ante mayor desigualdad, mayor es la percepción ciudadana de que algunas personas o grupos tienen mayor influencia sobre los intereses de la mayoría”, declaró Alicia Bárcena.
“Nosotros en la CEPAL hablamos de la ‘cultura del privilegio’, aquella que naturaliza la diferencia y la desigualdad. Creemos que comprender las razones de las desigualdades de larga data nos ayudará enormemente a entender también las razones profundas de la insatisfacción con la democracia”, indicó Bárcena.
Daniel Zovatto coincidió en que en el actual momento histórico hay razones para la esperanza y la frustración al analizar el estado de la democracia. “En estas cuatro décadas hemos logrado recuperar la democracia y hacerla sostenible. Esta resiliencia es uno de los logros más importantes de nuestra región que debemos valorar y mantener”, enfatizó.
Por su parte, Sergio Bitar expuso algunos indicadores que muestran el estado actual de la democracia y sus perspectivas para 2019, recalcando que si bien hay aspectos negativos, en los últimos 40 años (1978-2018) América Latina muestra los mayores avances en este campo comparada con las demás regiones del mundo.
Sin embargo, en los últimos años (2015-2018), recalcó Bitar, se ha verificado una disminución en la preferencia por la democracia (de 60% a 48%); los niveles de desigualdad y pobreza se mantienen inalterados o aumentan; la explosión migratoria ha colocado desafíos sin precedentes a varios países; la corrupción ha alcanzado niveles insospechados; y la violencia interna se mantiene alta. “Por eso debemos pensar cómo reforzar la resiliencia de la democracia con nuevas formas de participación y consulta, un buen manjeo macroeconómico y niveles más altos de cohesión social”, dijo.
En su exposición, el expresidente de Chile Ricardo Lagos remarcó que la irrupción de las nuevas tecnologías han cambiado totalmente la forma de entender y hacer política, ya que ha fomentado una relación más horizontal de la ciudadanía con el poder y las personas exigen que sus demandas sean tomadas en cuenta entre una elección y otra.
“Por ello es fundamental plantear políticas de Estado por encima de la coyuntura, con una mirada de largo plazo, y avanzar hacia la convergencia de los temas comunes entre los distintos sectores de la sociedad”, insistió Lagos.
En tanto, Laura Chinchilla enfatizó que la desafección de los ciudadanos con la política se debe a un agotamiento de las instituciones de la democracia representantiva, en especial del Parlamento y los partidos políticos. “Aquí hay un reto y un desafío enorme: debemos preocuparnos por las reformas al Estado y a la democracia para intentar poner fin a ese sentimiento permanente de tener ‘tareas inacabadas’ que permea nuestra región”, señaló.
El expresidente de Uruguay Luis Alberto Lacalle indicó por su parte que frente al desencanto con la democracia, es imprescindible mejorar la representación política, en vez de esquivarla. Y esto debe hacerse apelando a la legitimidad que entrega el voto ciudadano a instituciones como los partidos políticos, que son los únicos que pueden ayudarnos a enfrentar esta crisis. “Tenemos que defender a los partidos y preocuparnos de su calidad. No se ha inventado ninguna otra cadena de transmisión entre la sociedad y el poder”, remarcó.
Finalmente, el ministro Gonzalo Blumel rescató los valores positivos que ha entregado la democracia moderna e indicó que gracias a ella el mundo está hoy mucho mejor que hace 30 años atrás. Sobre los desafíos de este sistema de gobierno, Blumel dijo que los principales están en enfrentar el malestar de las clases medias por la contradicción que se produce entre lo que se aspira y los resultados que se obtienen, así como la necesidad de adaptarse a los nuevos actores políticos que, más allá de los partidos, desafían el poder tradicional, y a la revolución tecnológica, que está poniendo en tensión las principales instituciones democráticas.
“La democracia es una posta que se pasa de gobierno a gobierno, de generación en generación. Es una hoja de ruta a largo plazo. Aquí, preservar sus valores y, especialmente, la amistad cívica resulta fundamental”, declaró el ministro chileno.