Comunicado de prensa
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) manifestó hoy sus condolencias ante el sensible fallecimiento del destacado diplomático peruano Javier Pérez de Cuéllar, Secretario General de las Naciones Unidas entre 1982 y 1991, quien murió el miércoles a los 100 años de edad.
A través de una carta firmada por la Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, Alicia Bárcena, el organismo regional expresó que Javier Pérez de Cuéllar “imprimió su huella profunda en las Naciones Unidas”, y destacó que “su permanente compromiso y carácter de estadista consumado, su disciplina y rigurosidad en la aventura de nuevas y mejores rutas para alcanzar la paz mundial y un desarrollo justo e igualitario, son parte de su legado que imprimió rasgos definitivos de la identidad de nuestra organización”.
“Compartimos con él la idea de que existen pocos problemas de importancia que los Estados puedan resolver unilateralmente y que, en particular, la paz, el desarrollo sostenible y la igualdad precisan de un compromiso multilateral activo”, subrayó.
A continuación el texto íntegro de la carta de Alicia Bárcena:
Con dolor y honrando su memoria de promotor de la paz mundial, el multilateralismo y el desarrollo justo e igualitario, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) rinde su testimonio de reconocimiento y afecto a la familia, amigos y colaboradores de Javier Pérez de Cuéllar, Secretario General de las Naciones Unidas entre 1982 y 1991, quien ha fallecido en horas de ayer miércoles en Lima.
Su muerte es una triste noticia que enluta no solo a sus familiares y amigos, a Perú y su pueblo, sino también al resto de los países de nuestra América Latina y el Caribe.
Abogado y diplomático de carrera, Javier Pérez de Cuéllar imprimió su huella profunda en las Naciones Unidas a las que guio en la desafiante tarea del reacomodo mundial tras la caída del muro de Berlín. Durante su gestión logró un histórico acuerdo de paz en El Salvador y trabajó para un consenso similar en Colombia. También contribuyó a la independencia de Namibia, el último enclave colonial en África; el fin de la guerra Irán-Irak y la liberación de los rehenes estadounidenses en Líbano. También manejaba a las fuerzas de paz de la ONU cuando ganaron el Premio Nobel de la Paz.
En Perú ejerció como Presidente del Consejo de Ministros y Ministro de Relaciones Exteriores, y fue candidato a la presidencia en 1995.
Nuestra deuda con Javier es enorme, y la portamos con orgullo. Su permanente compromiso y carácter de estadista consumado, su disciplina y rigurosidad en la aventura de nuevas y mejores rutas para alcanzar la paz mundial y un desarrollo justo e igualitario, son parte de su legado que imprimió rasgos definitivos de la identidad de nuestra organización.
Compartimos con él la idea de que existen pocos problemas de importancia que los Estados puedan resolver unilateralmente y que, en particular, la paz, el desarrollo sostenible y la igualdad precisan de un compromiso multilateral activo.
En esta hora triste expresamos nuestra solidaridad, cariño y apoyo a sus familiares y amigos.
Confío en que el tiempo y los recuerdos actuarán como consuelo reparador ante el profundo dolor de vuestra pérdida.
Alicia Bárcena
Secretaria Ejecutiva
Comisión Económica para América Latina y el Caribe