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A pesar de los importantes progresos registrados en la escolarización de los niños en algunas naciones como Guatemala, el décimo informe muestra que son pocos los países que van por buen camino para alcanzar la totalidad de los seis objetivos de la Educación para Todos (EPT) establecidos el año 2000, y algunos de ellos además están muy rezagados.
El décimo Informe de Seguimiento de la Educación para Todos en el Mundo examina a fondo uno de los objetivos de la EPT menos estudiados hasta la fecha: la adquisición de competencias de aprendizaje por parte de los jóvenes y su preparación para la vida activa. En el informe se muestra que, hoy en día, para encontrar trabajos decorosos los jóvenes necesitan poseer las competencias que se adquieren en la escuela primaria y el primer ciclo de la enseñanza secundaria.
En América Latina y el Caribe hay casi 2,7 millones de niños excluidos de la enseñanza primaria y 1,7 millones de adolescentes sin escolarizar en la enseñanza secundaria, que están perdiendo así la oportunidad de adquirir competencias esenciales para encontrar trabajo en el futuro. A esto viene a añadirse la crisis de la calidad del aprendizaje en todo el mundo: actualmente hay 250 millones de niños en edad de cursar primaria, escolarizados o sin escolarizar, que no saben leer o escribir. En Nicaragua, por ejemplo, se prevé que sólo un 46% de los niños de ese grupo de edad logrará alcanzar el nivel de aprendizaje más elemental.
“Estamos presenciando el surgimiento de una joven generación frustrada por el desajuste crónico que se da entre la adquisición de competencias y las exigencias del mercado de trabajo. La mejor respuesta a la crisis económica y el desempleo juvenil es garantizar que los jóvenes puedan adquirir la formación pertinente y las competencias básicas necesarias para ingresar en el mundo de trabajo con confianza en sí mismos”, ha dicho Irina Bokova, Directora General de la UNESCO.
“Es imprescindible ofrecer vías alternativas a la juventud en general, y en particular a las jóvenes, para que se eduquen y adquieran así las competencias que les permitan ganarse la vida, vivir con dignidad y aportar su contribución a las comunidades y sociedades a las que pertenecen”.
En los países más ricos, la falta de inversiones en la adquisición de competencias por parte de los jóvenes ha contribuido a que se disparen las estadísticas de desempleo. En Brasil, por ejemplo, aproximadamente un 20% de los jóvenes que buscan trabajo con afán no consigue encontrar empleo. Por otra parte, en los países más pobres los jóvenes acaban por verse inexorablemente obligados a desempeñar trabajos remunerados con salarios que los mantienen en el umbral de la miseria.
Los jóvenes de los grupos de población pobres, tanto urbanos como rurales, son los que más necesitan formarse para adquirir competencias. En Colombia, por ejemplo, la inmensa mayoría de los jóvenes de familias acomodadas acceden al primer ciclo de la enseñanza secundaria, pero sólo la mitad de los jóvenes de familias pobres tienen esa oportunidad. En América Latina, un 25% de la población de las zonas urbanas vive en asentamientos miserables y la proporción de jóvenes en esa población es mayor que nunca y sigue aumentando. Es cada vez más urgente enjugar el déficit de adquisición de competencias que se da en esas categorías de jóvenes. En 2009, el 25% de los jóvenes del Perú carecían de empleo, de formación profesional y de estudios.
Sin embargo, la inmensa mayoría de los jóvenes más pobres y con menos años de estudios viven en regiones rurales. En Brasil, los jóvenes de esas regiones tienen dos veces más probabilidades de ser pobres que los de las zonas urbanas y un 45% de ellos no han terminado el primer ciclo de la enseñanza secundaria. Muchos campesinos jóvenes que afrontan un problema tan serio como el cambio climático necesitan desesperadamente adquirir incluso las competencias más elementales para poder para cuidar su salud y mantenerse a flote económicamente. La población que no trabaja directamente en las faenas agrarias necesita adquirir una formación de tipo empresarial y comercial que le permita encontrar otras oportunidades de trabajo. Una formación de este tipo puede cambiar mucho la situación. En México, gracias al “Programa Joven Emprendedor Rural y Fondo de Tierras”, se ha impartido a los campesinos una formación para que adquieran competencias empresariales en el ámbito de la agricultura sostenible y rentable. Esto ha permitido que, en el plazo de un año, los participantes en dicho programa incrementen sus ingresos en un 20%.
Las mujeres de las regiones rurales y las zonas urbanas son las personas más necesitadas. En las zonas urbanas de Bolivia, por ejemplo, las mujeres tienen dos veces más probabilidades que los hombres de emplearse en el sector informal de la economía, en el que reciben remuneraciones muy insuficientes, sin beneficiarse además de un reconocimiento jurídico ni de reglamentaciones o condiciones de trabajo normalizadas. En la aglomeración del Gran Buenos Aires, las mujeres que trabajan en empresas informales ganan un 20% menos que los hombres.
Una medida inteligente que pueden adoptar los países que tratan de impulsar su desarrollo económico es invertir en la adquisición de competencias por parte de los jóvenes. En el Informe de Seguimiento de la Educación para Todos en el Mundo se estima que cada dólar gastado en la educación de una persona rinde entre 10 y 15 dólares, en términos de crecimiento económico, a lo largo de toda la vida laboral de dicha persona.
La directora del informe, Pauline Rose, ha dicho: “Para que las personas y los países puedan prosperar, es necesario que la educación prepare a los jóvenes para la vida laboral. América Latina nos ofrece un buen ejemplo de cómo puede llevarse a cabo esta tarea. La aplicación de programas que han dado buenos resultados, combinando la formación en las aulas con una experiencia laboral, puede preparar eficazmente para la transición de la escuela al mundo del trabajo. El único freno para aplicar esos programas es que resultan costosos. La respuesta que se impone ahora es que los gobiernos y los países y organismos donantes de ayuda encuentren más fondos para intensificar esos programas, de tal manera que sean muchos más los que puedan beneficiarse de su apoyo”.
Es desesperadamente necesario no sólo incrementar la financiación de la educación para enjugar el déficit en el ámbito de la adquisición de competencias, sino también aumentar radicalmente el número de programas que ofrecen vías alternativas para adquirir una formación. En el Informe de Seguimiento de la Educación para Todos en el Mundo del presente año se estima que, además de los 16.000 millones requeridos cada año para conseguir la universalización de la enseñanza primaria en 2015 en los países pobres, se necesitarían otros 8.000 millones de dólares anuales para lograr la escolarización universal en el primer ciclo de la enseñanza secundaria de esos países. La redistribución de la ayuda internacional a la educación puede contribuir a enjugar el déficit de financiación existente. Los 3.100 millones de dólares asignados a la enseñanza superior nunca llegan a beneficiar a los sistemas educativos de los países en desarrollo, porque se destinan esencialmente a financiar la escolaridad de los estudiantes extranjeros en los países donantes de ayuda. Esos fondos se podrían gastar con mejor provecho para tratar de resolver la crisis en materia de adquisición de competencias y beneficiar así a la juventud desfavorecida de los países pobres.
Los nuevos países donantes de economía emergente, como Brasil, pueden contribuir más al fomento de la adquisición de competencias por parte de los jóvenes en los países en desarrollo del mundo entero, pero deben centrarse en dar prioridad a la satisfacción de las necesidades de las capas sociales más desfavorecidas. Basándose en los éxitos de su propia experiencia en el sector de la formación profesional, Brasil ha ayudado a algunos países africanos, como Mozambique, a fomentar la adquisición de competencias. Sin embargo, actualmente sólo contribuye con algo más de dos millones de dólares anuales al apoyo de este sector educativo, aun cuando sus recursos le dan la posibilidad de prestar ayuda a muchos más países pobres.
Fuente: Servicio de Prensa de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
Para leer el comunicado de prensa completo, descargar el informe y obtener más información, ingrese al sitio de UNESCO.