Comunicado de prensa
“La Inteligencia artificial, como toda tecnología, es socialmente construida: el potencial está, pero depende de nosotros cómo lo utilicemos”. Con estas palabras el reconocido experto Martin Hilbert sintetizó el eje central del seminario “IA desatada: el Bueno, el Feo, y el Malo Esperanzado”, en el que se discutió sobre el impacto de la Inteligencia Artificial (IA) y la necesidad de implementar un marco regulatorio local y protecciones robustas para su implementación.
Coorganizado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), y la Comisión de Transporte y Telecomunicaciones del Senado de Chile, el evento formó parte de la Estrategia de Transformación Digital Chile 2035, una iniciativa que busca enfrentar los desafíos del cambio tecnológico y digitalizar el país de una manera inclusiva y sostenible.
La jornada inició con una intervención institucional encabezada por Ximena Órdenes, Presidenta de la Comisión de Transportes y Telecomunicaciones del Senado de Chile, que anticipó el carácter visionario de Chile Digital 2035: “esta estrategia ha sido virtuosa, nos ha dotado de una visión a largo plazo que ha logrado integrar instituciones, empresas privadas, organismos internacionales y la academia”, señaló.
A sus palabras de optimismo se sumaron las de Claudio Araya, subsecretario de Telecomunicaciones de Chile, que resaltó que Chile lleva ya más de tres décadas con una agenda digital robusta: “el desafío ahora está en mejorar la productividad del país a través de la digitalización de procesos, garantizando que las tecnologías no solo impulsen la economía, sino también la calidad de vida de las personas”.
Por su parte, Claudia Gintersdorfer, embajadora de la Unión Europea en Chile, resaltó la necesidad de crear un marco regulatorio sólido que garantice que la inteligencia artificial sea confiable y respetuosa con los derechos humanos. Finalmente, Marco Llinás Director de la División de Desarrollo Productivo y Empresarial de la CEPAL, concluyó que “es hora de pasar del diálogo a la acción”, comprometiéndose a seguir acompañando a Chile en la mejora de sus métricas digitales y en la implementación de proyectos concretos que impulsen la adopción de tecnologías en toda la región.
Los aportes positivos de la IA
Bajo este marco, el profesor Martin Hilbert, académico de la Universidad de California en Davis, ofreció una visión multidisciplinaria sobre el impacto y las posibilidades de la IA. Según Hilbert, las herramientas como los modelos de lenguaje avanzados (por ejemplo, ChatGP), han experimentado un crecimiento sin precedentes en los últimos años. Estos avances sugieren un antes y un después en todos los procesos: políticos, económicos, sociales, educacionales, entre otros.
Ante esta realidad y pese a reconocer que nadie entiende la inteligencia artificial, Hilbert desgranó algunos de los posibles aportes positivos de la nueva tecnología. Entre los beneficios está el de democratizar el conocimiento, especialmente en la educación. ”Estas herramientas, muchas de ellas de acceso abierto, pueden compensar la falta de profesores, proporcionando recursos de aprendizaje personalizados y accesibles para todos”.
En el ámbito científico y tecnológico, la IA está revolucionando la manera en que se genera conocimiento a través de simulaciones computacionales avanzadas, mientras que en la industria, tiene la capacidad de optimizar procesos, aumentar la productividad y mejorar la calidad de los productos.
En el terreno de las políticas públicas, la IA puede procesar grandes volúmenes de datos y generar simulaciones que permitan tomar decisiones más precisas, proporcionando a los gobiernos herramientas para abordar problemas complejos con mayor eficiencia.
Desafíos éticos y sociales
Sin embargo, detrás de todas estas promesas se esconden también desafíos éticos y sociales que los gobiernos y las instituciones deben afrontar. Es por ello, que Hilbert hizo un llamado a alinear la IA con los valores humanos y los principios éticos: “detrás de cada tecnología debe haber un humano que defina una meta”, afirmó, destacando que la tecnología no es neutral y refleja los sesgos de los datos con los que se entrena. “Si cargamos la IA con datos racistas, la tecnología también lo será”.
Para cerrar su presentación hizo un llamado a las instituciones para que trabajen en soluciones locales, entrenando a los agentes tecnológicos para proteger y entender el funcionamiento interno de estas herramientas. “Lo primero que debemos hacer es admitir que ya vamos tarde. Por eso, es crucial construir las protecciones necesarias para garantizar que esta tecnología beneficie a toda la sociedad de manera ética y responsable” concluyó.