Comunicado de prensa
Existe un continuum entre el derecho a la salud y el derecho al cuidado y la pandemia de COVID-19 puso en evidencia no sólo ese vínculo, sino cómo la mayor parte del trabajo de cuidados y del cuidado de la salud recae en las mujeres. Frente a este panorama, se requiere articular dos ejes: el principio de igualdad con un horizonte de sostenibilidad.
La vinculación entre la sociedad del cuidado y el derecho a la salud fue el tema de la exposición que Ana Güezmes, Directora de la División de Asuntos de Género de la CEPAL, realizó durante el webinario “Derechos Humanos: Desafíos para hacer realidad el derecho a la salud y el derecho al cuidado", organizado por el Organismo Andino de Salud-Convenio Hipólito Unanue (ORAS-CONHU). También integró el panel Armando De Negri, Asesor Especialista Internacional en Sistemas y Servicios de Salud de OPS/OMS México.
En ese marco, Güezmes se refirió al contexto regional y mundial, caracterizado por crisis en cascada que exacerban brechas históricas. “La región enfrenta múltiples crisis en cascada que afectan la vida de millones de personas en la región: crisis económica y social, crisis climática y sanitaria, crisis de seguridad alimentaria y crisis de los cuidados. Ante este panorama, tenemos obligación encontrar soluciones audaces e innovadoras que contribuyan a cerrar las brechas de desigualdad y género que afectan la autonomía y el ejercicio de los derechos de las mujeres”. Es que las mujeres están sosteniendo la crisis, agregó, y se ha profundizado la crisis de los cuidados. La valorización monetaria del trabajo no remunerado en la región muestra que juega un rol fundamental en el funcionamiento de las economías. Las tres cuartas partes del aporte de ese trabajo al PIB lo hacen las mujeres.
“Como hemos destacado en diferentes oportunidades, la crisis provocada por la pandemia de COVID-19 provocó un fuerte impacto en la profundización de los nudos estructurales de las desigualdades de género en la región y desde CEPAL hemos evidenciado la sobrerrepresentación de las mujeres en el desempleo, la informalidad, la pobreza, el trabajo doméstico y de cuidados. También hemos destacado cómo las mujeres han estado, paradójicamente, en la primera línea de respuesta desde el sector de la salud“, dijo Ana Güezmes.
Además de estos obstáculos, añadió, el aumento del empleo en sectores emergentes vinculados a la digitalización presenta retos, desafíos y oportunidades ante el aumento de la demanda de cuidados y la persistente brecha digital de género: 4 de cada 10 mujeres en la región no está conectada o no puede costear la conectividad. “Los nudos estructurales de la desigualdad de género se ven reflejados en la composición del trabajo en sectores vinculados al cuidado. Por eso insistimos en cuidar a quienes cuidan. Las mujeres son el 72,6% de las personas ocupadas en el sector salud, el 69,6% de las personas ocupadas en el sector educación y el 90,7% de las personas ocupadas en trabajo doméstico remunerado. A pesar de ello, están subrepresentadas en los cargos directivos y en la toma de decisiones”, graficó la Directora de la División de Asuntos de Género.
Sumado a esta distribución desigual, en los tres sectores existe una amplia brecha salarial que empeora desde una mirada interseccional: “Nos parece muy importante resaltar este enfoque: las mujeres afrodescendientes e indígenas son las que tienen peores salarios en los cuatro sectores estudiados. En el caso de la salud, por ejemplo, el salario promedio de los hombres no indígenas ni afrodescendientes es 3 veces el salario promedio de mujeres indígenas o afrodescendientes”.
En este sentido, explicó Ana Güezmes, “estamos en un punto de inflexión como países y como región y necesitamos actuar con sentido de urgencia, elevar el nivel de ambición y la escala en los esfuerzos de política. No es un momento para cambios graduales y tímidos, sino para políticas transformadoras y audaces que realmente muevan las agujas del desarrollo”. La sociedad del cuidado, dijo, es un cambio transformador y una noción propositiva. Ningún gobierno lo va a lograr solo, por eso se requiere un pacto multiescalar y multilateral para reorganizar el sistema de cuidados sobre la base de la ecodependencia con el planeta, la interdependencia entre las personas y la corresponsabilidad de género y social (entre el Estado, el mercado, los hogares y la comunidad).
Ana Güezmes expresó que para avanzar hacia un estilo de desarrollo con igualdad de género, que ponga la sostenibilidad de la vida en el centro, es preciso revalorizar el trabajo de cuidados, tanto en el ámbito de los hogares como cuando los provee el Estado o el mercado. Agregó que diseñar e implementar políticas de cuidados requiere acciones afirmativas en el ámbito de la fiscalidad, el empleo, las políticas productivas, económicas y sociales en el corto, mediano y largo plazo. “Tenemos que poner en el centro del debate cómo impulsar la inversión. Desde la CEPAL hemos conceptualizado a los cuidados más que como un gasto, como una inversión clave para una recuperación con igualdad”.
Por otro lado, para afrontar el aumento de la demanda de cuidados especializados (actual y futura) es necesario repensar el sector de la salud desde una perspectiva de género. Es necesario trabajar en sistemas de salud eficientes que puedan responder adecuadamente a los desafíos de la transición demográfica y epidemiológica, las pandemias y las crisis humanitarias derivadas de los desastres y las emergencias climáticas, entre otros factores con importantes efectos en el cuidado de la salud. Es necesario adoptar en mayor medida el enfoque de atención primaria de la salud y la promoción de la salud basada en la comunidad, teniendo en cuenta que los servicios médicos disponibles y las inversiones en infraestructura de salud pública tienen un impacto directo en el tiempo que los hogares dedican al cuidado.
En este enfoque, invertir en la infraestructura de los cuidados tiene efectos multiplicadores en la generación de empleo, en la participación laboral de las mujeres, en la redistribución de tiempos e ingresos y en la recaudación fiscal. “Existe un círculo virtuoso entre la inversión en infraestructura de cuidado y reactivación económica. Por un lado, la inversión dinamiza la demanda interna de consumo y, con ella, el nivel de actividad. Por otro, se amplían las posibilidades de crecimiento y de desarrollo en el mediano plazo en la medida en que se libera tiempo de las mujeres y se profesionaliza y regula la calidad del cuidado. Por tanto, la inversión en los cuidados como sector clave para la sostenibilidad de la vida es fundamental para articular la emergencia con la recuperación y transitar hacia una sociedad del cuidado: para el cuidado del planeta, de las personas y el autocuidado”, concluyó Ana Güezmes.
El webinario puede verse aquí.