Nota informativa
El evento tuvo la finalidad de fomentar una discusión sobre cómo promover Estados de Bienestar en América Latina que garanticen los derechos de las mujeres y la igualdad sustantiva. En su intervención, la Directora de la División de Género de la CEPAL mencionó que en la región, por más de cuatro décadas, los Estados miembros de la CEPAL, agencias de la ONU y organizaciones y redes de mujeres y feministas se reúnen en la Conferencia Regional de la Mujer de América Latina y el Caribe. Como resultado de las reuniones de este órgano subsidario de la CEPAL, los Gobiernos han acordado una Agenda Regional de Género innovadora, integral y progresista. Güezmes puntualizó que, a través del Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe, es visible que la región ha avanzado en la igualdad formal o ante la ley. “Por ejemplo, esta es una región que avanza en el marco normativo hacia la democracia paritaria con 10 países con alguna disposición sobre paridad en el ámbito político y electoral, y 8 países con leyes de cuotas, y esta semana se instaló la Convención Constituyente en Chile, primera paritaria en el mundo y presidida por Elisa Loncón, una mujer Mapuche”, señaló Güezmes además de destacar otros avances en la legislación para poner fin a la violencia contra las mujeres y en la economía del cuidado. No obstante, recalcó que “la desigualdad de género es un rasgo estructural en América Latina y el Caribe que está en la base de la insostenibilidad del estilo de desarrollo y se maniefiesta en cuatro nudos estructurales: la desigualdad socioeconómica y la pobreza en el marco de un crecimiento excluyente; los patrones culturales patriarcales, discriminatorios y violentos; la división sexual del trabajo y la injusta organización social del cuidado, y la concentración del poder y las relaciones de jerarquía en el ámbito público. Estos nudos no pueden desatarse a partir de acciones puntuales o intermitentes. En cambio, se requiere un cambio de paradigma en el estilo de desarrollo económico y, en el contexto actual, una recuperación transformadora que ponga la igualdad y la sostenibilidad en el centro.
Sobre la crisis sanitaria, económica y social desencadenada por la pandemia de COVID-19, Ana Güezmes sostuvo que se han profundizado los nudos estructurales de la desigualdad de género en América Latina y el Caribe, con una salida contundente de las mujeres del mercado laboral que implica un retroceso de 18 años y un aumento del trabajo doméstico de cuidados no remunerado que recae desproporcionadamente en ellas. No obstante, consideró que la pandemia representa una oportunidad para proponer acciones transformadoras, tales como la inclusión de la perspectiva de género en las esferas de la justicia climática, el comercio internacional, la fiscalidad y la inversión pública.
Asimismo, planteó que la CEPAL propone transitar de los estilos de desarrollo actuales a la sociedad del cuidado, que prioriza el cuidado del planeta, de la salud, de las personas, y el autocuidado. Esto implica una justa distribución social de los cuidados y una corresponsabilidad entre hombres y mujeres, pero también entre el Estado, el mercado, las diversas formas de familias. La propuesta de la sociedad del cuidado es además un llamado a repensar los patrones de producción, consumo, distribución, y a reorientar las finanzas hacia la economía real, poniendo en el centro a la sostenibilidad de la vida y del planeta. Del mismo modo, señaló que la región debe continuar transitando hacia una democracia paritaria que elimine el racismo, la cultura del privilegio y la herencia patriarcal en la que se encuentran insertas nuestras sociedades. Para ello, se necesita un pacto social, económico, ambiental y cultural.
En cuando a la política fiscal, la Directora se refirió a la Estrategia de Montevideo, en particular en cuanto a los compromisos que este instrumento regional establece en materia de presupuestos y políticas fiscales con perspectiva de género. Mencionó además que la CEPAL plantea la necesidad de promover la coherencia entre las políticas macroeconómicas, financieras, comerciales, productivas y los derechos humanos. Destacó que la Estrategia de Montevideo sigue siendo la hoja de ruta para la región para lograr estos encadenamientos. El Compromiso de Santiago complementa a la Estrategia de Montevideo y adapta a la Agenda Regional de Género a la coyuntura actual al impulsar a los gobiernos de la región a diseñar e implementar medidas contracíclicas para hacer frente los efectos de la crisis en la vida de las mujeres y avanzar hacia la igualdad de género.
Para concluir, Güezmes enfatizó que la crisis que atraviesa la región implica un cambio de época y una oportunidad de innovar, evitar retrocesos y hacer irreductibles los avances ya ganados en la garantía de los derechos de las mujeres. Consideró que, para lograr esta transformación, se requieren pactos, un enfoque multiescalar y promover alianzas para transformar los estilos de desarrollo.