Durante más de medio siglo, la mayoría de los países ha experimentado un rápido crecimiento urbano y un aumento del uso de vehículos de motor, lo que ha conducido a un crecimiento desordenado de las ciudades y a una demanda todavía mayor de viajes en vehículos de motor. Todo ello ha tenido una variedad de consecuencias ambientales, sociales y económicas.
El transporte urbano es una importante fuente de emisiones de gases de efecto invernadero y la causa de problemas de salud que son consecuencia de la contaminación del aire y la contaminación acústica. La congestión que produce el tráfico y que es generada por sistemas de transporte que no son sostenibles es la causa de importantes costos económicos y de productividad para los usuarios de esos medios de transporte, así como para quienes transportan artículos.
Estos problemas son más acuciantes en las ciudades de los países en desarrollo. Es aquí donde se producirá aproximadamente el 90% del crecimiento de la población mundial en las próximas décadas. Estas ciudades ya afrontan grandes dificultades para satisfacer la creciente demanda de inversión en la esfera del trasporte. También deben hacer frente a la "pobreza de transporte". Millones de personas se ven privadas de los beneficios del transporte público o privado en razón de su costo; las personas con discapacidad y los ancianos quedan excluidos generalmente por razones prácticas; y la seguridad constituye un problema importante para muchas mujeres, jóvenes y minorías que son vulnerables por sus creencias religiosas o su pertenencia a un grupo étnico.
Los problemas de circulación no se resuelven simplemente con la construcción de calles más anchas o más largas; se trata de proporcionar sistemas adecuados y eficientes que respondan a las necesidades de la mayoría de las personas, de la forma que sea mejor y más equitativa, por ejemplo, alentando a la población a abandonar el uso de automóviles para utilizar trenes, autobuses y bicicletas, y logrando que más peatones caminen por aceras bien iluminadas.
La mayoría de las personas necesita poder llegar a sus trabajos, escuelas, hospitales y lugares de esparcimiento de manera segura y rápida. Una circulación adecuada puede hacer que se regeneren los centros urbanos, impulsar fuertemente la productividad y volver la ciudad atractiva para todos sus usuarios, tanto para inversores como para visitantes y residentes.
El transporte urbano es fundamental para el desarrollo sostenible. En este Día Mundial del Hábitat, asumamos el compromiso de lograr que nuestras ciudades y pueblos sean accesibles para todos.
Ban Ki-moon
Secretario General
Naciones Unidas