Más de 42 millones de personas de todo el mundo han sido desplazadas por la fuerza de sus hogares y comunidades. En los últimos dieciocho meses solamente más de un millón de personas huyeron de sus países debido a una ola de conflictos en Côte d'Ivoire, Libia, Malí, Somalia, el Sudán y Siria. Esas cifras son mucho más que estadísticas; representan a personas y familias cuyas vidas han quedado destrozadas, cuyas comunidades han sido destruidas y cuyo futuro sigue siendo incierto.
El Día Mundial de los Refugiados es un momento para recordar a todos los afectados y una ocasión para intensificar nuestro apoyo.
Cuatro de cada cinco refugiados se encuentran en países en desarrollo y se han beneficiado de la extraordinaria generosidad de los países de acogida, que también afrontan graves privaciones. Las Repúblicas Islámicas del Pakistán y el Irán acogen al mayor número de refugiados, más de dos y medio millones entre los dos países. Túnez y Liberia también están entre los países que, pese a sus propias dificultades nacionales, mantuvieron sus fronteras abiertas y compartieron el agua, la tierra y otros escasos recursos con quienes sufrían las consecuencias de la violencia armada.
La tercera ciudad más poblada de Kenya es un campamento de refugiados que acoge a más de medio millón de somalíes, muchos de los cuales ya llevan tres décadas en el exilio. El Níger, Mauritania y Burkina Faso, países que sufren hambrunas y sequías, acogen actualmente a unos 175.000 refugiados que huyeron del conflicto de Malí. Esos países no pueden soportar solos esa carga.
Las Naciones Unidas, y en particular la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, trabajan para tratar de resolver todos esos problemas y a la vez ofrecer protección y prestar asistencia a 15,5 millones de desplazados dentro de sus propios países. Nos estamos dedicando también a prevenir y reducir la apatridia. Pero la prestación de asistencia humanitaria no basta.
El informe UNHCR Global Trends publicado recientemente indica que el desplazamiento supera con creces a las soluciones encontradas. Debemos trabajar juntos para movilizar la voluntad y el liderazgo políticos con miras a prevenir y poner fin a los conflictos que desencadenan corrientes de refugiados. En los casos en que se restablezca la seguridad, debemos abordar las causas profundas del conflicto y facilitar el retorno sostenible de los refugiados mediante el acceso a los medios de vida, los servicios y el estado de derecho.
No obstante las limitaciones presupuestarias reinantes, no debemos volver la espalda a quienes necesitan ayuda. Los refugiados se van porque no tienen otra opción, pero nosotros tenemos la opción de ayudarlos.
Ban Ki-moon
Secretario General
Naciones Unidas