Nunca ha habido un año sin crisis humanitarias, y dondequiera que haya personas necesitadas, hay quienes las ayudan: hombres y mujeres que se unen para aliviar el sufrimiento y llevar esperanza. Del Japón al Sudán, del Pakistán al Cuerno de África, los trabajadores de asistencia humanitaria ayudan a la gente que ha perdido su vivienda, sus seres queridos y sus fuentes de ingresos.
Estos trabajadores que prestan asistencia humanitaria a menudo afrontan graves peligros, muy lejos de sus hogares. Trabajan largas horas en las condiciones más difíciles. Sus esfuerzos salvan vidas en situaciones de conflicto y desastres naturales. También contribuyen a unir al mundo recordándonos que somos una familia y que todos soñamos con un planeta en paz, en que todas las personas puedan vivir en condiciones seguras y con dignidad.
En el Día Mundial de la Asistencia Humanitaria, rendimos homenaje a quienes trabajan brindando asistencia humanitaria y les expresamos nuestro agradecimiento por su dedicación. Rendimos homenaje también a quienes han sacrificado su vida en el Afganistán, Haití y en otras partes. Son demasiados los que han muerto o han sufrido sus propias pérdidas en cumplimiento del deber. Nos comprometemos a hacer todo lo que esté a nuestro alcance para asegurar que quienes prestan asistencia humanitaria puedan realizar sus funciones esenciales en condiciones de seguridad.
Hoy también es un día propicio para examinar nuestras propias vidas y determinar qué más podemos hacer para ayudar, para llegar a las personas que son víctimas de conflictos, desastres y penurias. Que los trabajadores de asistencia humanitaria a quienes rendimos homenaje en el día de hoy nos sirvan de inspiración para emprender nuestro propio camino con el propósito de hacer del mundo un lugar mejor y acercar a la familia humana aún más.
Ban Ki-moon
Secretario General
Naciones Unidas