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PresentaciónDesde finales de 2010 y durante 2011, la volatilidad de los precios de las materias primas ha vuelto a ser un factor protagonista en las agendas de los tomadores de decisiones. A ello se suma la incertidumbre sobre una nueva crisis económica mundial debido a las adversidades macroeconómicas que experimentan los Estados Unidos y Europa. El panorama se ha complicado en los últimos meses por la crisis alimentaria del Cuerno de áfrica, que nos recuerda la gran vulnerabilidad en que todavía viven amplios segmentos de la población mundial.Para contribuir con información y análisis a una mejor comprensión de esos fenómenos y de sus efectos con miras a la formulación de políticas públicas en la región, presentamos el tercer número de Perspectivas de la agricultura y del desarrollo rural en las Américas: Una mirada hacia América Latina y el Caribe.Este documento ha sido elaborado conjuntamente por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la Oficina Regional para América Latina y el Caribe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA).En este número se enfatiza la importancia de que los países cuenten con instrumentos de política diferenciados para atenuar los efectos de la mayor volatilidad de los precios (incluido el tipo de cambio) en los ámbitos social, productivo y macroeconómico. Se postula también la necesidadde contar con políticas integrales para abordar los efectos de la mayor variabilidad climática en la agricultura, pues en un contexto de cambio climático es un factor adicional que contribuye a incrementar la volatilidad de los precios agrícolas. La tendencia de largo plazo al alza de los precios de las materias primas agrícolas brinda una oportunidad para la agricultura de América Latina y el Caribe, porque en la región hay tierra disponible que puede incorporarse al esfuerzo productivo, así como una abundancia relativa de agua, biodiversidad y recursos humanos que es posible capitalizar.En el documento se recomienda aprovechar este potencial con políticas de desarrollo productivo dirigidas a fomentar la producción de alimentos, promover una mayor participación de la agricultura familiar en el proceso e incentivar un uso sostenible de los recursos naturales. El objetivo debe ser mejorar los aportes de la agricultura y las actividades relacionadas a la generación de ingresos y empleos. Asimismo, se recomienda potenciar la ganadería, la acuicultura y el desarrollo forestal comunitario en el ámbito de la agricultura familiar campesina, diseñando esquemas alternativos que garanticen la producción sostenible de alimentos y contribuyan a la seguridad alimentaria y nutricional.También se subraya que los países favorecidos por el alza de precios de las materias primas agrícolas deberían aprovechar la coyuntura para promover procesos de cambio que permitan diversificar la estructura productiva de las economías. Más aún, se reconoce que el cierre de las brechas tecnológicas que persisten en el sector agrícola de la región ofrece un importante potencial para elevar el rendimiento productivo y, por esa vía, incrementar significativamente la producción de alimentos. Para ello se considera fundamental aumentar la asignación de recursos a la investigación, el desarrollo y la innovación y mejorar el clima de inversión en la agricultura y las actividades relacionadas.Consideramos que la reducción de la volatilidad de los precios y la prevención de las crisis alimentarias recurrentes son, en gran medida, una responsabilidad de ámbito mundial. Hay decisiones que deberán adoptarse en foros internacionales, en respuesta, por ejemplo, a las sugerencias para el establecimiento de una reserva mundial de emergencia y de una reserva virtual, que hasta ahora no han sido atendidas. Se ha propuesto también la regulación de los mercados de productos básicos para reducir el efecto de la especulación sobre el alza de precios de los alimentos, pero la reacción ha sido lenta.En la Organización Mundial del Comercio (OMC) se ha recomendado el mecanismo especial de salvaguardia para países en desarrollo con objeto de hacer frente a caídas bruscas de los precios agrícolas o a alzas sustanciales de importaciones que atenten contra el desarrollo rural, pero la discusión está estancada. Es fundamental evitar que se castigue a los países importadores de alimentos agravando sus vulnerabilidades, o que se introduzcan mayores distorsiones en los mercados mundiales de alimentos. Los países de la región deberían participar de un modo más coordinado en los foros internacionales, actuando mancomunadamente en iniciativas que integren herramientas de política con miras a un beneficio regional.Como en los dos números anteriores, se incluye un informe especial, en esta ocasión dedicado al uso de las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC) en la agricultura. Para potenciar el impacto de las TIC, los países deben aumentar la conectividad rural y fomentar el acceso a esas tecnologías y su uso en la institucionalidad nacional (gobierno electrónico o agenda digital, entre otras aplicaciones). Estas medidas son esenciales para reducir los costos de la tecnología, al igual que es importante disminuir la resistencia de los agentes rurales a incorporarla en la gestión y producción de los negocios agrícolas. En el documento se sostiene que aprovechar el potencial de las tecnologías de la información y las comunicaciones para reducir la brecha tecnológica y para mejorar las condiciones laborales, productivas y de acceso al mercado en el medio rural debe ser también un imperativo de las políticas púbicas orientadas a fortalecer la agricultura y su contribución al desarrollo de los países de la región.Alicia Bárcena José Graziano da Silva Víctor VillalobosSecretaria EjecutivaComisión Económica paraAmérica Latina y el Caribe(CEPAL) Director General ElectoOrganización de las NacionesUnidas para la Alimentación yla Agricultura (FAO)Director General Instituto Interamericano de Cooperación para laAgricultura (IICA)